Cascamorras dio color a un día gris en una fiesta que no aguó ni la lluvia

La lluvia no ha logrado aguar la centenaria batalla de pintura del Cascamorras, fiesta de Interés Turístico Internacional, ni ha impedido que miles de personas reciban en Guadix (Granada) a su emisario, ése que ha celebrado hoy su derrota en Baza como un victoria indeleble.

Poco antes de las 6 de la tarde, la hora a la que el estruendo de tres cohetes marcan el inicio del Cascamorras, el cielo de Guadix (Granada) se ha pintado de gris como si hiciera un guiño a los litros de pintura negra con los que Baza pintó, un año más y como siempre, la derrota accitana.

La amenaza de tormenta y la lluvia intermitente de todo el recorrido no ha vencido a la borrasca de sentimientos, a esos nervios de la primera vez que se convierten en calor, a los recuerdos de los que corrían con sus padres y ahora lo hacen con sus hijos.

José Heras, el Cascamorras de este año, ha resplandecido durante todo el recorrido y, porra en mano, ha logrado que los participantes entren en calor, olviden que septiembre se ha pintado de invierno y disfruten de esta tradición declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.

El Cascamorras comenzó hace ya 528 años, cuando Juan Pedernal, un obrero de Guadix, encontró en el vecino municipio de Baza y durante unas obras la imagen de la Virgen de la Piedad, patrona de los bastetanos, y quiso llevarla a su pueblo.

La falta de acuerdo entre los dos municipios vecinos provocó que la justicia de entonces, con un dictamen ideado para no mojarse, estableciera que un representante de Guadix fuera una vez al año a tierras bastetanas y, si llegaba limpio al templo que resguarda a la Virgen de la Piedad, se llevaría la imagen a casa.

Nació así una batalla de pintura en dos tiempos que firmó el jueves la derrota de Guadix de un Cascamorras que ha vuelto hoy a casa para rendir cuentas a los suyos, un regreso que ha sabido a victoria porque permite que esta fiesta siga siendo eterna.

Cientos de personas han arropado al Cascamorras, según han informado a Efe fuentes municipales, en una carrera con un operativo especial de seguridad coordinado por el servicio de emergencias 112 que ha terminado sin incidentes.

Desde su salida, con la imponente imagen de la Catedral de Guadix al frente, Heras ha puesto corazón a un trayecto en el que se ha podido correr, en el que la porra con la que Cascamorras se protegía ha sacado adrenalina para poner calor a una tarde fría.

Pese a los quince grados de temperatura, los accitanos han marcado el ritmo de una fiesta que no ha permitido que el agua diluya su historia y han coreado, como siempre, eso de “esto sí que es un Cascamorras”.

Un Cascamorras que, a hombros de los suyos y en el centro de la emblemática Plaza de las Palomas de Guadix, ha sumado un motivo más para hacer inigualable su 9 de septiembre y le ha pedido matrimonio a su novia.

Sus paisanos le han respaldado al grito de “sí, sí, sí, sí”, el mismo sí monumental que ha contestado ella antes de fundirse en un beso que ni pintado.

Antes de encarar la última cuesta, la que le conduce a una iglesia de San Miguel custodiada por un Cascamorras inmortal, Heras ha repetido el guiño que firmó en Baza y, encaramado en el balcón de la sede del obispado de Guadix, ha depositado su confianza en los 'cascamorreros' y se ha tirado de espaldas.

Y así, Cascamorras ha cerrado un nuevo capítulo con tormenta pero de emociones, con derrotas que saben a victorias, con historias de futuro que esperan un nuevo septiembre para pintarlo.