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Los Comuneros toman Segovia 500 años después en forma de megaobras pictóricas

El espíritu de la revuelta de los Comuneros, que en Segovia irrumpió de forma virulenta en mayo de 1520, volverá a tomar la ciudad este mes a través de las intervenciones pictóricas en vallas publicitarias por parte del artista Gonzalo Borondo, en la imagen junto a sus obras.

EFE

Segovia —

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El espíritu de la revuelta de los Comuneros, que en Segovia irrumpió de forma virulenta en mayo de 1520, volverá a tomar la ciudad este mes a través de las intervenciones pictóricas en vallas publicitarias por parte del artista Gonzalo Borondo.

Aunque nació en Valladolid hace 30 años, este creador se siente segoviano porque fue en esta ciudad donde creció y, como tal, reconoce haber visto su vida influenciada desde pequeño por los relatos populares en torno al levantamiento popular de los Comuneros de Castilla contra los regentes y el emperador Carlos V.

Esta revuelta se gestó en 1519 como reacción a la llegada como monarca de Carlos V, considerado un extranjero con una política exterior contraria a las tradiciones castellanas y medidas tan impopulares como la subida de impuestos.

La protesta “explotó” de forma violenta por primera vez el 29 de mayo de 1520 en Segovia con los primeros linchamientos populares contra los considerados colaboradores del rey, como el procurador Rodrigo de Tordesillas, y culminó el 23 de abril de 1521 con la derrota de los comuneros en la batalla de Villalar, en Valladolid.

“Estas revueltas han sido muy significativas, tanto por el levantamiento como por su fracaso, que ha marcado de forma negativa a la región. Como dice la canción popular (divulgada por el grupo del folk Nuevo Mester de Juglaría a partir del poemario Los Comuneros, de Luis López Álvarez): ”Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar“, reflexiona Borondo en una entrevista con Efe.

El artista volvió en noviembre del año pasado a su tierra tras diez años de diversas intervenciones artísticas en ciudades como Burdeos, Marsella, París (Francia), Selci, Roma (Italia), Londres (Reino Unido), Berlín (Alemania), Nueva Dheli (India) o Kiev (Ucrania).

A su vuelta a casa, recibió el encargo por parte de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Segovia de transformar en arte la conmemoración del V Centenario de la rebelión Comunera en la ciudad.

Para ello, el artista no sólo ha tenido que mirar al pasado, sino que también ha estado muy pendiente de lo que pasaba a su alrededor durante los últimos meses a raíz de la crisis sanitaria del coronavirus.

En un comienzo, las obras fueron concebidas de forma “cruda”, con imágenes humanas “fuertes” y “pesadas”, pero su autor se dio cuenta de que estas representaciones no iban a “apetecer” tras el paso de la pandemia, que ha abierto una nueva herida en Segovia.

Con la intención de hacer una aproximación “semiamable” del hecho evocado, el artista ha optado entonces por plasmar la historia a través de diversas metáforas con la sublevación de la naturaleza como eje principal.

En las intervenciones se podrá observar a los líderes de la revuelta Juan Bravo, Francisco Maldonado, Juan de Padilla y su esposa María Pacheco -esta última figura invisibilizada en la historia por su condición de mujer, según apunta el artista- como caballos, becerros y perros, al estilo de la sátira orwelliana de “Rebelión en la Granja”.

El resultado, diecisiete intervenciones en 32 vallas publicitarias hechas con diversas técnicas además de la pintura, que van desde el grabado o la escultura hasta la exposición de una serie de fotogramas que, a través del escáner de un código QR, toman vida delante de los ojos del espectador.

El soporte escogido para las obras ha sido el de las vallas publicitarias municipales de la ciudad, que están ubicadas en su gran mayoría en las entradas y salidas de la ciudad y tienen unas proporciones de hasta ocho metros de largo y tres de ancho.

La apropiación del espacio público es un elemento recurrente en la obra de Borondo y, en este caso, sirve para “recuperar aquellos lugares hasta ahora utilizados por el interés privado, que pagaba para invadir el paisaje, y devolverlos al bien común”, según ilustra el autor.

Este planteamiento retoma, según su creador, la propia naturaleza popular de la revuelta: “De esta forma, el espacio no es sólo para quien pueda permitírselo y para los privilegiados, sino para todos y sin ninguna finalidad económica”, señala el artista.

Laura López

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