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Eastleighwood, la fábrica de sueños de la diáspora somalí

Eastleighwood, la fábrica de sueños de la diáspora somalí

EFE

Nairobi —

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Cuando hace dos años se rodó “Eye in the sky” (“Espías desde el cielo”), una superproducción estadounidense sobre un ataque con drones contra una célula yihadista que se desarrollaba en un barrio de la capital de Kenia, nadie llamó a las puertas de Eastleighwood, la meca del cine somalí.

“Grabaron en Sudáfrica, y me pregunto por qué no aquí. Ellos son Hollywood y nosotros Eastleighwood, deberían colaborar con nosotros”, lamenta Burhan Iman, director de esta organización con sede en el corazón del barrio somalí de Nairobi, Eastleigh.

En las pantallas de cine de esta zona, los somalís han dejado de aparecer como terroristas, piratas o criminales, gracias a las producciones con las que Iman y un equipo de jóvenes intenta cambiar la imagen de un pueblo acosado por la guerra, la pobreza y el extremismo.

“Mistaken”, el primer largometraje de Eastleighwood, es un thriller sobre una somalí secuestrada que ya se ha proyectado con éxito en las pantallas del barrio, en Somalia e incluso en Londres y Berlín.

La magia se cuece en unas humildes oficinas donde apenas hay espacio para un pequeño estudio de grabación, unos tablones de madera y una decena de sillas de plástico.

Un gran camello, laureado como el león de la Metro Goldwyn Mayer, sonríe a los estudiantes que pasan por allí para aprender a escribir guiones, manejar cámaras, interpretar e intentar cambiar la vida que les ofrece Eastleigh.

La “pequeña Mogadiscio”, como se conoce a este barrio en alusión a la capital de Somalia, es uno de los más peligrosos y olvidados por las autoridades kenianas, que solo pisan estas calles para hacer redadas policiales.

En 2014, tras una oleada de atentados del grupo yihadista somalí Al Shabab en Nairobi y el norte de Kenia, la Policía detuvo a centenares de personas en este vecindario por sus supuestos vínculos terroristas. Algunos nunca volvieron.

“Desde el atentado contra el centro comercial Westgate y el de la ciudad de Garissa, mucha gente ha desaparecido, no sabemos dónde están”, explica a Efe el director de Eastleighwood, empeñado en reivindicar el legado de su pueblo.

“Es muy difícil vivir en Kenia. La Policía nos acosa, la sociedad no aprecia nuestra contribución, somos unos marginados”.

En las calles de Eastleigh la basura se apila por metros, los vecinos sobreviven sin alcantarillado ni agua corriente, vendedores ambulantes y comerciantes se pelean por un centímetro de espacio en uno de los mayores mercados del este de África.

“Los somalís somos muy emprendedores. Antes de ir a la escuela vamos a hacer negocio”, comenta Iman.

Menciona a una anciana que viaja a China y Dubái para comprar contenedores y emplea a 30 personas, sin saber leer ni escribir. Pero la falta de educación no suele dar buenos resultados en Eastleigh.

“En una habitación de cuatro metros cuadrados viven 10 personas, por turnos: cinco de día y cinco de noche. Muchos jóvenes viven así, no tienen trabajo ni educación y se convertirán en criminales”, augura el cineasta.

El 70% de los jóvenes de Eastleigh están desempleados, por lo que es frecuente que terminen en bandas de delincuentes o haciendo la yihad en Somalia en las filas de Al Shabab. Eastleighwood nació para evitarlo.

“Intentamos darles una educación vocacional: fotografía, periodismo, cine... Así pueden buscar un trabajo y alimentamos su talento”, subraya.

En los últimos cinco años, más de 2.300 personas han recibido este tipo de formación en esta ONG dedicada a la producción y formación audiovisual, que en el 70 % de los casos les ha permitido encontrar trabajo.

Algunas, como Rahma Mohamed Ileye, han hecho sus pinitos en la interpretación, en su caso en “Arawelo”, que rescata la leyenda de una reina somalí en un drama histórico, uno de los temas preferidos de los productores junto a las historias de amor o la cultura somalí.

A esta joven de 20 años le encanta actuar para vivir otras vidas, pero no solo por eso: “Tengo una amiga griega que no quiere venir a verme a Eastleigh; cree que si viene la van a matar. La gente tiene esa percepción, y yo quiero enseñarles que no es verdad”.

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