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Eduardo Arroyo repasa en Francia medio siglo de arte, entre ironía y absurdo

Eduardo Arroyo repasa en Francia medio siglo de arte, entre ironía y absurdo

EFE

Niza (Francia) —

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El siempre irónico e iconoclasta Eduardo Arroyo repasa medio siglo dedicado a la pintura y la escultura en una gran exposición antológica en la costa azul de Francia, país en el que se exilió de la “mediocridad” franquista.

Titulada “Dans le respect des traditions” (En el respecto de la tradición), la muestra presenta una amplia colección de trabajos plásticos y esculturales -algunos de los cuales ha creado este mismo año- y es la “más significativa” hasta la fecha, aseguró Arroyo a Efe.

Entre las telas recientes expuestas hasta el 19 de noviembre en la Fundación Maeght, cercana a Niza, figura un monumental “Van Gogh sobre el billar de Auvers-Sur-Oise”, que muestra la figura difuminada del célebre artista holandés tendida sobre una mesa.

A medio camino entre escena de crimen y las reliquias de un santo, la obra se inspira en el momento en que los campesinos del pueblo Auvers-Sur-Oise tiraron a Van Gogh a un billar después de que este se hubiese suicidado en 1890, algo que al español (Madrid, 1937) le parece “patético, extraordinario, una víctima de lo que se ha llamado cultura”.

“Es un cuadro muy amargo, muy difícil”, precisó con apenas un susurro este artista que, a pesar de sus 80 años y de una operación de garganta que hace unos años le dejó casi sin voz, todavía tiene fuerzas para pintar telas de tres metros de largo.

“La muerte, las personas extravagantes, el pastiche y el suicidio”, son algunos de los muchos temas que interesan al autor.

El genio literario, muy presente en la vida de un artista que se reivindica además como escritor, también aparece representado en una tela que presenta a Sylvia Beach, editora del “Ulises” de James Joyce, y a Adrienne Monnier, quien lo tradujo al francés.

Cada cuadro de Arroyo cuenta una historia rica en detalles y en interpretaciones, como el picador abatido que el provocador artista monta a lomos de un caballo escuálido, una alegoría de la vejez que pone en escena el retorno de Cervantes a España después de su esclavitud en Argelia.

“Arroyo ha hecho sus cuatro grandes cuadros a pesar de haber estado enfermo, yo creo que ha ido a buscar en la pintura la energía y la vitalidad que necesitaba”, aseguró a Efe el director de la Fundación, Olivier Kaeppelin.

La exposición huye de las antologías cronológicas y prefiere mostrar las obras agrupadas por temáticas para crear un diálogo con el visitante.

Cuenta además con trabajos icónicos como el que representa a la mujer de un minero rapada por la policía, realizado en 1970 como denuncia de la brutalidad franquista, el monumental pastiche “Ronda de noche” (1970) o algunos cuadros sobre el boxeo y los toros, dos de sus pasiones.

No faltan esculturas, como las que funden a Dante Alighieri y a Cyrano de Bergerac en un solo retrato, que “no cuentan ninguna historia y presentan un carácter más primitivo que no se corresponde con la imagen que tenemos de Arroyo”, pero que, según Kaeppelin, son fundamentales para comprender el universo del pintor.

Conocido por su visión humorística e irónica, Arroyo finalizó sus estudios en periodismo antes de exiliarse voluntariamente a Francia en 1958, donde se convirtió en pintor casi sin darse cuenta mientras se refugiaba de la que tildó como “mediocridad” franquista.

Fue allí donde se convirtió en uno de los máximos exponentes de la llamada “figuración narrativa”, un movimiento que en la década de los años 1960 quiso irrumpir en la eterna discusión entre abstracción y figuración.

En los años 80, regresó a su España natal, donde prosiguió con su carrera.

“En 1967 volví a España después de una exposición y no volví durante cinco años, no la reconocí, era una cosa extraña”, afirmó sobre un país en el que “las cosas se han normalizado” y que en la actualidad define como un “país enérgico y positivo”.

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