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Eduardo Mendoza cree que hay un “déficit” de crítica literaria en España

Eduardo Mendoza cree que hay un "déficit" de crítica literaria en España

EFE

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El escritor barcelonés Eduardo Mendoza, galardonado con el Premio Cervantes 2016, ha considerado que en España hay “un déficit” de crítica literaria “muy importante”, sobre todo en los medios de comunicación, una situación que tiene “un coste cultural grave”.

Mendoza, que protagonizará hoy en Pamplona una nueva sesión de los Diálogos de Medianoche de la Fundación Caja Navarra, ha comentado en una entrevista con Efe que, aunque la respeta mucho, censura a la crítica “cuando no cumple con su deber”.

En España, ha aseverado Mendoza, Premio de la Crítica por “La verdad sobre el caso Savolta” (1975), hay en este momento “poca crítica de referencia” y se está dejando al lector orientarse por sus propios medios y eso “está mal”.

Actualmente, “no hay vehículos para la crítica”, ha destacado Mendoza, que ha señalado que “los periódicos, la televisión, las radios tendrían que tener más conciencia de que una parte de la información es la crítica”, sobre la que también se publican a su juicio pocos libros.

En Inglaterra, donde reside algunas temporadas, y en otros países, “el profesor universitario hace crítica en los periódicos y a veces escribe novelas policiacas y esto en España es difícil de encontrar”, ha subrayado.

Sin embargo, en su opinión, España tiene “un mal endémico”, que es el de “separar mucho lo que es la cultura de consumo, no necesariamente barata, sino lo que la gente lee, de la crítica, la academia y la universidad”.

Mendoza ha recordado que al Premio Planeta, que ganó en 2010 con “Riña de gatos. Madrid, 1936”, se había presentado, pero al Cervantes ni se había presentado ni se lo esperaba ni se consideraba candidato. Fue el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, el que le dio la sorpresa al llamarle por teléfono cuando el escritor estaba comprando en una carnicería en Londres.

El autor de grandes éxitos editoriales como “La ciudad de los prodigios” (1986) o “Sin noticias de Gurb” (1991) ha reconocido que aquel día de finales de noviembre pensó que quizás ésta era “una buena ocasión de salir por la puerta grande” y retirarse, pero esa misma noche desechó la idea.

“Los premios, aparte de la satisfacción, son un buen motivo de reflexión”, ha declarado Mendoza, que ha insistido en que no se ha cortado la coleta, al menos “todavía no”.

El autor catalán ha asegurado que preguntar a un Premio Cervantes por la influencia del Quijote en su obra es “un tópico necesario” y en su caso algo “particularmente cierto”, ya que tuvo la suerte de tener que leer “por obligación” El Quijote a una edad muy temprana como parte del Bachillerato de la época y fue “absolutamente conquistado y seducido” por la novela.

“Es un libro que me pareció maravilloso entonces y que me lo ha seguido pareciendo siempre y me ha servido de compañía constante. Me enseñó todo lo que sé sobre literatura”, ha resaltado.

Mendoza es un autor polifacético, con 15 novelas, dos libros de relatos, dos otras de teatro y cuatro ensayos a sus espaldas, aunque admite que se siente más cómodo en la novela, porque es un escritor de ficción “clásico”, heredero de la tradición novelística del XIX e incluso de la del XVIII, de esa mezcla “entre novela, ensayo filosófico, comentario de actualidad y humor”.

El autor barcelonés, que considera que ya ha escrito sus “obras cumbres”, desconoce cuál es la “tecla” que ha sabido tocar para lograr tantos éxitos de crítica y público: “Si lo supiera, primero le estaría dando continuamente, y luego escribiría un manual de autoayuda”.

Aunque es consciente de que calificar a un autor como “clásico” equivale casi a “momificarlo”, Mendoza ha señalado que asume este calificativo “con la necesaria humildad” y con ciertas dosis de humor, algo que “es parte de nuestro ADN, como la ira, la ambición, el afecto o la paciencia”.

Al contrario que otros literatos, Mendoza tiene libro electrónico, lo utiliza a menudo y es “muy aficionado” a este soporte, aunque “no a las descargas piratas, sobre todo de mis propios libros -dice-”.

Al respecto, el escritor ha bromeado destacando que “ahora se ha puesto de moda decir que hay que oler los libros”, unos objetos que “cumplen muchas funciones, pero no la de perfume, y además tampoco huelen tan bien”.

“Yo los libros los quiero leer”, ha concluido el escritor catalán.

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