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Enric Montefusco: “Meridiana' trata de las cosas que afectan a todo el mundo”

Enric Montefusco: "Meridiana' trata de las cosas que afectan a todo el mundo"

EFE

Barcelona —

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El músico barcelonés Enric Montefusco, exlíder de Standstill, ha debutado en solitario con “Meridiana”, un disco “coral” de “música popular” y sonido acústico y “orgánico”, sin guitarras ni bajos eléctricos, que “trata de las cosas que afectan a todo el mundo”, según ha dicho a Efe.

Montefusco, de 39 años y que lideró durante 18 años Standstill, banda que viró del hardcore-punk en inglés de sus inicios al rock independiente en castellano del final, cerró hace doce meses esa puerta y ha vuelto ahora en solitario con “Meridiana” (Buena Suerte), título referido a la avenida barcelonesa donde se crió, una calle que alojó a gran parte de los emigrantes españoles de los 60.

Pero, en esta ocasión, prescinde de guitarras y bajos eléctricos para narrar historias cotidianas como “Todo para todos”, “Flauta man”, “Uno de nosotros”, “Obra maestra”, “Vida plena”, “Lo poco que sé”, “Adiós” e, incluso, un vals en catalán, “El riu de l'oblit”.

Palmas, percusiones varias, violines, piano, acordeón, flauta, tible, violonchelo, viola, violín, mandolina, batería, guitarra española, guitarra de doce cuerdas y muchos coros conforman un disco coral, acústico y orgánico, el mejor álbum del año en España, una obra maestra cuya asimilación provoca tanta extenuación como gozo.

A su juicio, en los últimos tiempos de su anterior banda ya empezó a sustituir las guitarras eléctricas por la percusión, por lo que el siguiente paso fue, de forma natural, “acercarme a la música popular”, como prueba este disco en el que, mediante el método de “ensayo y error y a partir de la intuición”, ha conseguido quedar contento con el resultado final.

“No sé desprenderme del producto final si no estoy convencido”, ha resumido Montefusco, de ascendentes italianos, para quien el uso de instrumentación acústica era “una premisa”.

“No quería electricidad, ni bajo ni guitarras eléctricas”, expone el barcelonés, que recuerda que en el último disco de Standstill ya prescindió del bajo e insiste en que ya había trabajado “con los estándares del pop-rock”, por lo que ahora iniciaba “un ejercicio de investigación y búsqueda” para llegar “adonde quisiera”.

Además, otro reto para él era “cómo conseguir un disco asimilable para el público acostumbrado a los estándares del pop-rock” sin “perder la calidad de lo orgánico”, “preservando el espíritu del directo” y con un resultado “que no sorprende”.

Asimismo, todo el disco tiene “un espíritu coral” porque era el menaje que quería darle, ya que “trata de las cosas que afectan a todos, de la vida de todo el mundo”, con “una estética coherente”. “Instrumentación popular y espíritu coral”, recalca Montefusco, que niega que del trasfondo de “Flauta man” se pueda afirmar que no tuvo una infancia feliz en la Meridiana de principios de los años 80.

“Ni más ni menos que los niños de entonces”, asegura Enric Montefusco, que en los textos intenta “aflorar aquella consciencia, las barreras que nos ponemos delante”, y que cada uno lleva “mejor o peor”.

“Éste es el tema central de mi discografía, aunque ahora está más explícito y coral”, ha resumido el barcelonés, que en “Uno de nosotros” se centra en el entorno donde creció, un lugar del que hasta ahora “había huido” por no sentirse “ni acogido ni comprendido” y al que ahora se refiere porque “por mucho que no quieras, vienes de allá”.

Montefusco, que debuta en catalán con “El riu de l'oblit” y no se ha planteado aún si algún día grabará un disco en este idioma, ha compuesto siempre en castellano porque “la mayoría de mis referentes culturales son en este idioma” y no asocia una obra maestra con el dolor, ni la música con el esfuerzo físico, como reza la letra de “Obra maestra”.

Eso sí, explicita que “la cultura que me interesa es la que trata los problemas y los conflictos y genera dolor, y la función de la cultura es solucionarlos. Si no, me interesa menos”, confiesa Montefusco, que sonríe al admitir que su vida ahora es “más plena” ya que “antes me definía por ir a la contra, por estar en contra de, y así era difícil tener una vida plena”.

Ahora, al contrario, porque “este disco quiere ser una reconciliación con mi lugar de origen, no cuestionarlo frontal y directamente, sino aproximarme en positivo y tener una vida plena”.

Y es por ello por lo que en “Lo poco que sé” asevera que “existe un mundo bonito”, una frase que “funciona como contraste del mundo que refleja el disco” y que “resuelve la tensión generada” a lo largo de los 50 minutos que dura, un “salto de plano” que “le da la luz que tiene el álbum”, que define como “optimista y de esperanza”.

Un optimismo bailable presente en “Adiós”, donde reina la percusión y el ritmo brasileño a golpe de berimbau pues Montefusco quería remitir a “la percusión del ritual” porque entiende la música pop “como un lugar donde se comparten, se exorcizan, se tratan y se curan los demonios”.

“Y la percusión -expone-, una vez abandonada la electricidad, es útil para conseguir la catarsis que me gusta”.

Enric Montefusco presentará “Meridiana” el 14 de diciembre en Barcelona -Casino l'Aliança del Poblenou-, dentro del Festival del Mil·leni, y luego visitará Valencia -16 de diciembre, Rambleta-, Madrid -16 de febrero, Teatro Lara- y Murcia -17 de febrero, sala REM-, entre los conciertos ya confirmados.

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