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Eslava Galán considera “un misterio” cómo el pueblo alemán se dejó engañar por Hitler

Eslava Galán considera "un misterio" cómo el pueblo alemán se dejó engañar por Hitler

EFE

Barcelona —

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El escritor jienense Juan Eslava Galán, autor de “La Segunda Guerra Mundial contada para excépticos”, considera que “sigue siendo un misterio cómo el pueblo alemán se dejó engañar por Hitler, un hombre sin oficio ni beneficio”.

Eslava Galán, que ya había contado a los escépticos la I Guerra Mundial, considera que “en realidad es la misma guerra con un descanso intermedio”.

La particularidad de “La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos” (Planeta), a los 70 años del final de la contienda, es su enfoque para el lector español. “En contra de lo que muchos creen, hay muchas cosas nuevas y la guerra tuvo más repercusiones en España de lo que parece”, explica el autor en una entrevista con Efe.

Eslava Galán viaja a la “prehistoria” de la II Guerra Mundial con “dos instantáneas de la revista Life de 1933 en Génova: en la primera aparece Goebbels totalmente encantador y sonriente, y en la segunda, con el semblante cambiado y los brazos en tensión tras saber que el fotógrafo es un judío alemán”.

Aunque la Solución Final es posterior, “una de las directrices de los nazis, que acababan de alcanzar el poder, es el antisemitismo, que convierte a los judíos en el chivo expiatorio de todos los males alemanes”.

El éxito de Hitler, al que en el libro califica de “vagabundo” y “holgazán”, se explica, según el autor, porque “tenía la virtud de saber atraerse de modo histriónico a las masas, sumado al sistema de propaganda eficacísimo de Goebbels, basado en la radio”.

Piensa Eslava que además el pueblo alemán, que tiene grandes virtudes, posee un gran defecto: “la obediencia al que manda y la obnubilación por los uniformes”.

Interviene asimismo una relación religioso-mística con el líder, muy propio de las dictaduras, hasta el punto de que “cambiaron en Alemania el juramento tradicional por la patria de los militares por un juramento en nombre del Führer, e incluso, en las esquelas de los soldados figuraba 'muertos por el Führer y por Alemania'”.

El III Reich tiene perdida la guerra desde el principio, sostiene Eslava Galán, porque “los alemanes están dirigidos por un aficionado; Alemania no tiene acero ni petróleo; y los nazis cometen el error de intentar invadir Rusia, territorio en el que querían ampliar su imperio para abastecerse de cereales y combustible”.

“Mentes preclaras en el ejército alemán sabían que tenían perdida la guerra, pero no tuvieron la suerte de conseguir eliminar a Hitler”, comenta Eslava, quien recuerda que “el periodista Ramón Garriga, corresponsal de EFE en Berlín, anticipa en un encuentro con Dionisio Ridruejo en la capital alemana en 1940, en el apogeo del poder alemán, que Alemania perdería en 1945, lo que evidencia que tenía muy buena información”.

Asegura Eslava que “Hitler pensaba comenzar la guerra en 1943, pero en 1939 la economía alemana se estaba hundiendo por el esfuerzo armamentístico, la construcción de autopistas y otros gastos improductivos, y además franceses e ingleses ya se estaban rearmando, por lo que los alemanes temían perder su ventaja”.

La propaganda de Goebbels presentaba columnas blindadas y un ejército tecnificado que “no era real”: los soldados de la División Azul tuvieron que recorrer a pie los últimos mil kilómetros.

Hitler no quería mantener la guerra con Inglaterra, quería cerrar ese frente para centrarse en Rusia; pero los ingleses aguantaron y los alemanes abrieron el doble frente, que “fue uno de sus grandes errores, el mismo que ya habían cometido en la I Guerra Mundial”.

En relación a la supuesta neutralidad de España en la contienda, Eslava indica que “nos vendieron que Franco fue listo por no haber entrado en la guerra, pero en realidad sí quiso, sin embargo, después del verano de 1940, cuando Inglaterra resiste, Franco es consciente de que no ha de ser entusiasta con la causa del Eje”.

El autor recuerda que “Hitler estaba interesado en que España entrara en guerra para conquistar Gibraltar y así estrangular el comercio de las Indias que abastecía al Reino Unido, pero en Hendaya Franco se resistió al ver que los ingleses no estaban vencidos”.

Además, añade, España estaba “cogida por el cuello” por los ingleses, que dominaban el mar, el medio a través del cual nos llegaban el trigo y el petróleo.

En su obra, el escritor e historiador recoge en algunos capítulos los episodios en los que los españoles tuvieron algún protagonismo: “El ejemplo del espía Garbo; el campo de concentración de Mauthausen, donde estuvieron 6.000 republicanos españoles; y luego casos de cónsules y diplomáticos como Ángel Sanz Briz que salvaron a título personal a población judía, a pesar de las decisiones del gobierno de Franco”.

Proyectando la historia a la actualidad, percibe Eslava que la existencia de armas de destrucción masiva hacen inviable una tercera guerra mundial, sustituida por “guerras por estados interpuestos, como sucedió en Corea, Vietnam o en Oriente Medio”, aunque admite que “la tercera guerra mundial es ahora económica”.

Alemania, continúa, “no puede capturar un imperio colonial por las armas pero sí por medio de la economía, sirviéndose del euro, pero no puede vencer a los más listos, los ingleses, que no entraron en el euro porque sabían que a la larga sería un dominio alemán”.

Tras sus recientes ensayos históricos, el autor se plantea ahora escribir una novela, preferentemente histórica.

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