Eusebio Poncela: “Me gusta coger el texto y ver cómo saco la cabeza”

“Me gusta coger el texto y ver cómo saco la cabeza”, ha explicado el actor Eusebio Poncela sobre la obra “El sirviente”, de Robin Maugham, que protagoniza junto a Pablo Rivero y que desde este jueves hasta el domingo va a representar en el Teatro Principal de Zaragoza.

“Se trata de darle la vuelta a un texto que todos conocen. Detesto a la clase dominante, soy de Vallecas y tengo motivos más que suficientes para meter caña. No traiciono el texto, pero meto caña y me quedo más ancho que largo”, ha afirmado en la rueda de prensa de presentación de la obra.

Poncela ha señalado que tanto él en su personaje de Barret como Pablo Rivero en el de Tony Williams han aportado “sus cosas” en una obra que es “eterna”. “No es que sea vieja, es que el autor consiguió un clásico que ocupa todos los géneros”, ha considerado.

Junto a Poncela y Rivero han presentado esta obra de Seda Producciones sus compañeros de reparto Sandra Escacena, Carles Francino y Lisi Linder, además del gerente del Patronato Municipal de las Artes Escénicas y de la Imagen, José María Turmo.

Al veterano actor madrileño no le ha importado hacer unas cuantas revelaciones sobre lo que podrán ver los espectadores sobre el escenario con una obra que es “muy morbosa” y en la que el público se queda “con ganas de saber más porque tiene un final ambiguo”.

“La gente se queda estupefacta y tarda en reaccionar. Muchas veces tengo que salir y preguntar ¿me tiráis una piedra, os ha gustado y aplaudís? La gente quiere saber más de estas dos personas en una obra que va más allá de la lucha de clases sociales y en la que ninguna de los dos clases sale ganando, las dos salen perdiendo”, ha subrayado.

Sobre la relación que mantiene su personaje y el de Rivero ha señalado que “todos los enredos que hace el sirviente no podrían suceder si Tony, el dueño de la casa, no se los permitiese”.

Rivero ha incidido en que es una obra en la que todos sus personajes “se necesitan unos a otros y todos se utilizan en una historia de dependencia y supervivencia pero que también genera situaciones excéntricas. Hay mucha comedia, humor negro, tensión, carga sexual...”.

En este sentido, Poncela ha apostillado que todos juegan “a dos porterías en esta obra”, a la vez que ha insistido en que cuando Maugham la escribió en 1948 “ya manifestaba cierto feminismo”, al hablar de los papeles que representa Linder, que ha dicho que es una mujer que hace lo que quiere, y Escacena, quieb ha definido su papel como el de una mujer que “representa la libertad y es una manipuladora”.

Por su parte, el papel de Francino es del narrador que va explicando lo que pasa y lo que ve el público, aunque “también esconde cosas”.