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Fernando Delgado retrata la culpa y el deseo de huida en su última novela

Fernando Delgado retrata la culpa y el deseo de huida en su última novela

EFE

Valencia —

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La culpa, no como un peso que cae sobre uno sino como un orgullo, es el pivote de la nueva novela del escritor, periodista y diputado de les Corts Valencianes Fernando Delgado, “El huido que leyó su esquela”, en la que habla del deseo permanente de huida y la necesidad de encontrar un lugar.

El libro, que completa más de veinte años después su particular “trilogía del ahogado”, retoma la historia de “No estabas en el cielo” (1996), cuyo protagonista sufre la pérdida de su padre, al que habían dado supuestamente por ahogado en un playa de Tenerife y al que descubrió finalmente en Berna (Suiza).

“El huido que leyó su esquela” (Planeta) recupera la vida de ese padre, Carlos, dado por ahogado tras haber sido acusado de asesinar a un cacique, pero que en realidad había huido a París bajo el nombre de Ángel, para instalarse después en Berna con una nueva familia.

A pesar de su nueva vida, Carlos sigue viviendo con el peso o el orgullo de la culpa y su obsesivo deseo de huida, especialmente tras recibir una carta dirigida a su verdadero nombre, que hace regresar todo el pasado que hubiera querido olvidar y tomar una trágica decisión.

En una entrevista con EFE, Delgado afirma que aunque Carlos no llega a matar nunca al cacique, pues éste muere de rabia antes de que el protagonista pueda consumar su empeño, aquél vive “con la emoción de la culpa del asesino que habría querido llegar a ser y no fue”.

“Para el protagonista se convierte en una obsesión, pero no en una obsesión que te cae encima como un peso, sino que vive bajo el peso de la culpa pero también orgulloso de su culpa”, explica este escritor, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1947 y afincado desde hace más de veinte años en Faura (Valencia).

La novela viene precedida de una cita del periodista, novelista e historiador mexicano Héctor Aguilar: “¿Se puede salir moralmente impune de un homicidio? ¿Se puede vivir con la culpa de un crimen?”, a la que Delgado cree que se da respuesta a lo largo de sus páginas, ya que en esta historia “la culpa es vivida gozosamente”.

El protagonista de la novela “siente la culpa como un gozo, como una misión cumplida, aunque no haya sido él quien haya matado al cacique”, ya que uno “puede vivir con la culpa de un crimen cuando realmente ha perseguido cometerlo y ha creído que es de justicia cometerlo”.

“El huido que leyó su esquela” completa la “trilogía del ahogado” tras “No estabas en el cielo” (1996) e “Isla sin mar” (2002); sin embargo, asegura que la idea de convertir estas novelas en trilogía no era premeditada sino que ha ido surgiendo con el tiempo.

Aunque esta novela y la primera sí comparten personajes, la segunda aborda también los efectos y el peso de la culpa, pero con s protagonistas sin relación con los anteriores.

Y es que, según Delgado, “a uno siempre le persiguen los mismos fantasmas en la literatura, las mismas obsesiones, y, se desarrollen como se desarrollen, en trilogías o no, las novelas siempre acaban teniendo cierta relación”.

En este caso, además, confiesa a EFE que se trata de “una obsesión casi personal”, pues su padre murió cuando él era pequeño y un amigo suyo “se empeñaba en darlo por desaparecido y ahogado en aquella playa familiar y cercana” de Tenerife en la que se veían cada verano.

“Sigo pensando en mi padre desaparecido en aquella playa. Seguramente esta historia no responde a la realidad, pero la asumo como una historia familiar y cada vez que voy a aquella playa me imagino a mi padre desaparecido en aquel lugar y cargando con su culpa”, añade.

Este diputado socialista en Les Corts Valencianes, exdirector de RNE y Premio Planeta de 1995 con “La mirada del otro” cree que la literatura “debe estar llena de vida, no solo de entretenimiento”, pues junto con las emociones literarias pueden viajar, asegura, desde el buen humor hasta la tristeza, pasando por “las melancolías y las incertidumbres”.

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