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La Fundación Juan March trae a España la primera exposición del “seductor” art déco

La Fundación Juan March trae a España la primera exposición del "seductor" art déco

EFE

Madrid —

El barroco, el jónico o el neoclásico son estilos “definibles”, pero el art déco sólo puede describirse con aporías tipo “clasicismo moderno”, porque es “un perfume visual”, sin esencia, nacido “para seducir”, del que la Fundación Juan March presenta la primera exposición que se le dedica en España.

“El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935” son más de 350 piezas, de 122 artistas, de pintura, escultura, mobiliario, moda, joyería, cine, arquitectura, cerámica, orfebrería, tejidos, fotografías, dibujos, y revistas procedentes medio centenar de colecciones públicas y privadas de Europa y Estados Unidos.

La Fundación Juan March quiere así, ha explicado a Efe Manuel Fontán, su director de exposiciones y comisario de la muestra, abierta entre hoy y el 28 de junio, subsanar ese “olvido” y ofrecer un viaje por el paisaje de los sentidos que ese arte “decorativo” -déco es el apócope de decoratif- emanó entre los años 10 y 30 del pasado siglo.

La exposición, dice, “hace finalmente justicia” a un arte “hecho para seducir”, por el que es “muy difícil” no “sentirse atraído”.

Destaca piezas como las encuadernaciones de Pierre Legrain, biombos de Albert Rateau, cristalería de Lalique, o el retrato de 24 centímetros de Madame Agnes, un rincón de la exposición colonial del 31 o una lámpara en forma de palmera.

“Es la primera exposición que se dedica a este arte en España en un espacio que no sea generalista o de artes decorativas, sino dedicada al arte moderno”, precisa Fontán.

Está muy satisfecho de haber llenado los 500 metros de la sala de exposiciones de la fundación de la “indescriptible belleza” de “joyas de vanguardia” como el retrato de “Madame Agnès”, de Jean Dunand (1927), o la Maqueta del Árbol cubista para la Exposición Internacional de París, de 1925, de Jan & Joël Martel.

“De una forma atolondrada y frívola, el art déco no cuenta para el arte moderno. Esta no es una exposición de artes decorativas, aunque en ese campo sea incomparable, sino una reflexión sobre su interés y complejidad cultural en el arte moderno”, apunta Fontán sobre “el último estilo total de la historia”.

La exposición se organiza en ocho secciones, cronológicas y temáticas, que buscan los orígenes del art déco en el París de la primera década del siglo XX, revisa el cubismo como una de sus fuentes y ofrece una panorámica del lujo y la funcionalidad de los interiores franceses de los años veinte.

Después recorre la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París en 1925 con objetos “hechos para la seducción, el consumo y la creación de nuevos hábitos sentimentales, corporales e intelectuales”, es decir, moda, perfumería, complementos u objetos decorativos.

El “meollo”, explica Fontán, es esa Exposición Internacional pero está precedida de un paseo por “el primer déco” de la mano de Paul Poiret, el primer modisto importante de los Ballet Rusos.

Tiene presencia también la Exposición Colonial de 1931 en París, con la mezcla de las formas de Charlotte Perriand, Le Corbusier o Eileen Gray, habitualmente identificadas con la modernidad pero que son deudoras del art decó, algo que se ha olvidado “injustamente”.

El cubismo aparece con una sección específica “por ser fuente de inspiración”, como lo fueron Egipto, India, China y Japón.

Por último, aparece “la técnica moderna, el viaje global, los trasatlánticos, palacios y museos flotantes” y las nuevas formas, es decir, piezas déco situadas en un cubo blanco que son “indistinguibles de su presunto antagonista, que es el arte moderno”.

El art déco sigue presente, asegura el comisario, y se puede apreciar en las formas del arquitecto Ettore Sottsass, las cocinas que diseña Bulthaup o el modelo Z3 de BMW, así como modelos de vajillas o de cafeteras.

“Lo difícil del art déco es definirlo. A diferencia del barroco, el jónico o el neoclasicismo, no tiene esencia, es una mezcla de estilos. Es como un perfume, y lo paradójico, fascinante y maravilloso es que hay que definirlo con aporías: un clasicismo moderno, o modernidad decorativa”, resume el comisario.

Concha Barrigós.

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