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La Ópera de Ginebra viaja por América Latina con “Rojotango”, de Erwin Schrott

La Ópera de Ginebra viaja por América Latina con "Rojotango", de Erwin Schrott

EFE

Ginebra —

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La Ópera de Ginebra propone hoy un viaje musical por América Latina de la mano del bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott con “Rojotango”, una producción que, en palabras del cantante, es un reconocimiento a su cultura y una bienvenida a otras desconocidas.

El programa, que Schrott lleva presentando desde 2011 y que alterna con producciones operísticas y conciertos líricos, reúne algunas de las canciones más memorables de la música popular latinoamericana, de compositores cubanos y mexicanos, algo del repertorio brasileño más reciente y una buena selección de tango.

“Se trata de la primera vez que se consagra una velada a la música popular latinoamericana en el Gran Teatro de Ginebra (nombre oficial de la ópera)”, confirmó a Efe su portavoz, Frédéric Leyat.

Schrott asegura que se trata de una propuesta que place al público de manera más o menos universal: “lo importante es que al final de la función se nos regale no una ovación de pie... sino bailada”.

“Esta producción es un reconocimiento a mi cultura y una bienvenida a otras que quizás desconocía y que forman el material del disco 'Rojotango'”, plantea el cantante, quien se ha lanzado en la misma senda con una segunda producción llamada “Cuba Amiga”.

Tanto en “Rojotango” como en “Cuba Amiga” la aparición de un artista invitado sorpresa se ha convertido en una suerte de tradición y, por muy famoso que éste sea, su nombre se mantienen en reserva hasta que aparece sobre el escenario.

“La última vez que sorprendimos fue con José Feliciano en Múnich, que llevó al público bellísimos recuerdos porque se trata de un artista que le ha tocado desde mi abuela hasta mi hija”, explica, al recordar el primer concierno de “Cuba Amiga” en julio de 2015.

Ante lo que parece afianzarse como un fenómeno musical desde el acercamiento de grandes cantantes líricos a la música popular -Luciano Pavarotti fue incluso más atrevido y experimentó con el pop y el rock- usando sus voces para sublimarla, Schrott discrepa: “el tango y la opera no se mezclan, no hay manera, cada una tiene su dignidad y no necesitan potenciarse”.

En “Rojotango”, una tercera parte del programa está dominado por algunos de los más geniales exponentes de ese género, como Gardel, Cobián y Piazzolla, cuyo pianista por más de diez años, Pablo Ziegler, también aporta un tango de su composición al concierto.

El peruano Claudio Constantini se ocupará por su parte del bandoneón, instrumento fetiche de Piazzolla; el venezolano Alejando Loguerio del violín, y los españoles Jorge Pérez y Roberto Pacheco, de la percusión y del trombón, respectivamente.

Completa este equipo musical latino el pianista argentino Federico Lechner, además de la austríaca Gina Schwarz en el contrabajo.

Para su propuesta de “Rojotango”, Schrott parte del principio de que “no se canta ópera como tango y no se hace tango como ópera porque cada una tiene su espacio y el cariño del público”.

Sobre si el público puede esperar algo “especial” cuando canciones populares o un género específico, como el tango, es interpretado por un cantante de ópera, Schrott sostiene que el resultado “sólo puede ser malo porque las cosas van impostadas de una manera operística, cuando en realidad no es a lo que nuestros oídos están acostumbrados”.

El lírico uruguayo se presentará con este espíritu por primera vez en la Ópera de Ginebra, que cumple medio año en instalaciones provisionales para permitir trabajos de renovación en el imponente edificio donde funciona desde 1876.

Aunque el material principal de esta ópera efímera es la madera, los responsables pusieron el mayor cuidado en garantizar la acústica del recinto, que puede acoger a 1.118 espectadores.

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