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Ida Vitale: Es muy importante que haya figuras de referencia intelectual

EFE

Madrid —

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La poeta uruguaya, Ida Vitale, afincada en Austin (Texas, EE.UU.) desde hace casi tres décadas, a sus 94 años y llena de vitalidad, no para de publicar y recoger premios. Hace unos días recibió el Lorca de poesía y hoy presenta en la Residencia de Estudiantes varios libros, entre ellos “Poesía reunida, 1949-2015”.

Elegante, menuda y humilde, eso siempre, Vitale (Montevideo, 1923), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2015 y candidata en los últimos años al Premio Cervantes, ha recorrido casi un siglo, un trayecto cruzado por la Guerra Civil española, la dictadura en su país y el exilio.

Tuvo como profesor a José Bergamín y trabajó con Octavio Paz y por eso reivindica el peso de los intelectuales en la sociedad.

“Es muy importante que en una cultura haya una figura de referencia, no para acatarla, pero sí para tenerla como referencia, con posibilidad de acuerdo o de discusión a buen nivel, y eso es lo que hizo Octavio Paz”, explica a Efe esta poeta, narradora, ensayista y traductora en una entrevista en la Residencia de Estudiantes, el templo de la poesía de la Generación del 27, a cuyos autores tanto admira Vitale.

“Poeta, que no poetisa”, recalca con humor, “porque poetisa se presta a faltas de ortografía”, la autora de “Palabra dada”, “Mella y criba” o “Luz de la memoria”, entre otros muchos títulos, perdió a su marido, con el que llevaba casi 50 años, el poeta y profesor uruguayo Enrique Fierro, el pasado verano, un hecho que le ha cambiado muchas perspectivas.

“Cuando murió Enrique, apunté muchas cosas y supongo que, si sale otro libro de poesía, será de un tono muy diferente al que estaba acostumbrada hasta ahora”, precisa la escritora, al tiempo que asegura que se está planteando volver a su país de origen.

“Tengo que arreglar cosas y terminar un libro que debo entregar ya sobre mi etapa en México”, donde residió desde 1974 hasta 1984 con su marido: “Allí están mis hijos y seguro que volveré, es lógico”, aclara.

Preocupada por el lenguaje, la obsesiona corregir, y con voz clara, pura e íntima, Vitale, heredera de Juan Ramón Jiménez y de Machado -“por la claridad de sus emociones”, reconoce-, afirma que la poesía “abre el panorama interior de cada de uno”.

“Pienso que la poesía funciona cuando de una manera coincide con lo que está medio latente en cada uno. Buscas el espejo, el espejo de uno mismo, salvo que sea la ruptura del espejo total, que también puede darse. No todos los lectores esperamos lo mismo... colaboración, corrección, ilusión, no sé”, añade.

Ida Vitale, mañana, vuela a París, junto a su hija, donde recibirá el Premio Max Jacob por “Ni plus ni moins” (Ni más ni menos) una selección de poemas suyos traducidos.

Y antes asiste a la presentación de “La voz de Ida Vitale”, publicado por la Residencia de Estudiantes, y “Ensayo y desvelo: dimensiones de la creación de Ida Vitale”, además de su poesía reunida.

“Son premios a una vida excesivamente larga que, a veces, viene acompañada por una sorpresa”, argumenta con esa fina ironía y humor que nunca abandonan a la poeta.

“Lo duro fue la muerte de Enrique -advierte-. Todo lo demás es un premio. En la vida todos tendemos a pensar que lo peor siempre es el momento que estamos viviendo, y esto no es así: no sé si esto que pasa en el mundo hoy es peor que cuando estaba Hitler a punto de gobernar el mundo”.

“Hoy están los horrores más confusos -continúa-, y la gente los acepta sin entender las consecuencias; de pronto, la gente vota con mucho entusiasmo por algo que va a corregir una injusticia y se convierte en 25 injusticias. No soy política, soy paciente”, concluye esta poeta, que, a pesar de vivir en Austin, dice que vive muy lejos de la vida americana.

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