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James Rhodes: “Hay que democratizar la música clásica y cambiar sus rituales”

James Rhodes: "Hay que democratizar la música clásica y cambiar sus rituales"

EFE

Barcelona —

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El pianista James Rhodes tiene varias pequeñas revoluciones en marcha, según dice él mismo; por un lado quiere cambiar los rituales de la música clásica para acabar con “la apropiación” que de ella ha hecho la elite, y por otro, “romper el silencio” de las personas que, como él, han sufrido abusos sexuales.

Dos temas que aparentemente no tienen nada que ver, pero que James Rhodes ha unido en una vida, la suya, en la que la música fue la redención de su desgraciada infancia.

Rhodes se dio a conocer en España con su libro autobiográfico “Instrumental. Memorias de música, medicina y locura”, en el que explicaba los abusos sexuales que sufrió desde los seis hasta los once años y cómo la música le ayudó a salir de una adolescencia y una juventud con intentos de suicidio y drogas.

Su primer concierto en Barcelona fue en el festival Sónar, algo muy poco habitual para un pianista que interpreta a los clásicos, y hoy, cinco meses después, vuelve a la capital catalana para tocar en la Sala Barts, donde ha agotado las localidades, circunstancia que ha animado a los organizadores del Festival de Jazz de Barcelona a anunciar una segunda fecha para el próximo mes de febrero, esta vez en el Palau de la Música.

Primero un festival de música electrónica, después una sala de pop-rock y finalmente el templo barcelonés de la música clásica, “una extraña progresión”, ha reconocido el músico británico, de 41 años, en una entrevista a Efe.

Aunque salirse de la norma es algo habitual en él, que se considera un “outsider de la música clásica” y no cree que ese calificativo sea peyorativo.

“La elite se ha apropiado de la música clásica y quiere que sea sólo suya, pero eso tiene que cambiar”, advierte el pianista.

“Las cosas no pueden seguir como hace cincuenta años. Hay que abrir las puertas y dejar que la gente entre, que la música clásica se democratice. Para ello hay que cambiar los rituales. No pasa nada por cambiar los rituales, todo puede cambiar porque lo único importante es la música”, añade con firmeza.

Fiel a esta filosofía, sus conciertos “nunca son impersonales ni académicos”. Rhodes sube al escenario vestido con tejanos y zapatillas y habla con el público tanto como toca.

Antes de interpretar la célebre “Chacona” de Bach, suele contar que este compositor era huérfano, que tuvo 20 hijos, de los cuales sólo sobrevivieron nueve, y que la muerte marcó su vida.

También habla de sí mismo, como hizo en su libro autobiográfico, con el que espera haber ayudado a romper el silencio a otras personas que, como él, han sufrido abusos.

“Cada vez hay más y más gente que se atreve a hablar, también aquí en España, donde se han dado muchos casos. Hablar de ello requiere valentía, pero algo así no puede permanecer escondido, es demasiado importante”, destaca.

Rhodes se ha desnudado ante su público y ha conseguido dos cosas que parecían imposible: llenar las salas de conciertos de gente joven y actuar en lugares como el Sónar o Glastonbury.

“Son pequeñas victorias que te ayudan a seguir luchando”, agrega el músico que, como muchos otros, está preocupado por el reciente triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, pero no piensa tirar la toalla y anima a todos a “buscar razones para tirar adelante”.

La música es una buena manera de cargar las pilas, según Rhodes, “porque es un antídoto para el mundo en el que vivimos. En un entorno con tanta presión, donde todo viene de fuera y todo va tan rápido, tocar el piano es como una meditación”.

“La música es algo mágico, para todos, no sólo para los que nos dedicamos a ella. Es la cosa más universal que hay. Es como escuchar un idioma que conoces y que ni tan siquiera sabías que entendías. En el mundo entero la música ayuda a la gente”, concluye.

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