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Jonathan Coe quiere ofrecer al lector “entretenimiento, risas y placer”

Jonathan Coe quiere ofrecer al lector "entretenimiento, risas y placer"

EFE

Barcelona —

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El escritor inglés Jonathan Coe ha explicado hoy en Barcelona que su nueva e hilarante novela, “Expo 58”, nace de las ganas que tenía de indagar en la verdadera identidad británica y de querer ofrecer al lector, en un momento difícil, “entretenimiento, risas y placer”.

Acompañado por el editor de Anagrama, Jorge Herralde, ha comentado que esta historia empezó a tomar forma un día que reflexionaba sobre la vida del escritor, que puede ser aburrida en algunos momentos, mientras que en otros parece que esté en una especie de burbuja.

Además, suele ser recurrente en sus viajes por el mundo que le digan que sus obras gustan mucho “por lo británicas que son”. “De tanto decírmelo -ha proseguido- me pregunté en qué consistía esto de ser británico y qué es lo que tanto fascinaba fuera”.

Puso hilo a la aguja y de aquí nació “Expo 58”, un relato protagonizado por un joven funcionario británico, enviado para supervisar el pabellón de su país en la Exposición Universal de Bruselas de 1958, y que se verá convertido en espía aficionado tomando como modelo al héroe de las novelas de Ian Fleming, James Bond.

El Coe más genuino, con su afinado sentido del humor, vuelve a enfrentar al lector a inesperadas situaciones de espionaje, a peripecias sentimentales o a líos amorosos de altura.

Sin embargo, a diferencia de otras ocasiones en las que sus historias transcurren en el tiempo presente, aquí opta por trasladarse a la década de los años cincuenta y a un mundo “irreal, de fantasía, de alegría de vivir, mucho más difícil de situar en 2015, donde las risas o el placer no los tenemos en suficientes dosis”.

Este hecho también comportó que se documentara profusamente sobre cómo Inglaterra se presentó en Bruselas a esa exposición, celebrada en un momento de máximo esplendor de la Guerra Fría.

Divertido, ha comentado que los belgas colocaron juntos los pabellones de los americanos y los soviéticos, siendo este último muy visitado porque la gente de aquel momento tenía mucho interés en conocer cómo se vivía tras el llamado Telón de Acero.

Sobre el pabellón inglés, ha reconocido que ni los periodistas belgas más avezados con los que contactó y que habían vivido el evento recordaban lo que ofreció, con lo que al regresar a Londres tuvo que descubrir que “entre la parte dedicada a la investigación y la parte dedicada a la cultura se había optado por colocar un pub, lo que explicaba muy claramente cómo quería el Reino Unido vender allí su imagen”.

En los periódicos también encontró alusiones a que mientras los Estados Unidos y la Unión Soviética con sus pabellones hicieron una clara declaración de principios, los británicos demostraron “que no se toman demasiado en serio a sí mismos”.

“En el fondo -ha afirmado-, esta novela es como una especie de ensayo sobre cómo usamos nosotros el sentido del humor”.

Por otra parte, no ha obviado que poder trasladar la acción a finales de los años cincuenta le ha dado una “gran sensación de libertad” porque los personajes se expresan a través de un lenguaje codificado, “lo que es muy interesante de cara al lector de hoy”.

No ha dejado pasar tampoco que no entiende cómo un personaje como James Bond, que ha calificado de “herramienta racista, xenófoba y misógina”, se haya podido convertir en un icono para los británicos.

A su juicio, “esto dice algo más siniestro sobre lo que quería estudiar de la identidad británica, aunque es verdad que no hay un único James Bond y que si ha durado tanto el personaje es porque su identidad ha ido evolucionando”.

Preguntado sobre nuevos proyectos literarios, ha avanzado que su nuevo título se sitúa en la Gran Bretaña de David Cameron y “no va a ser nada compasivo”.

En este punto, ha rememorado que en “¡Menudo reparto!”, una novela anterior con la que obtuvo varios premios, todos los malos acababan asesinados, “pero quedaba implícito que su legado continuaba”.

“Esa es mi visión de las cosas”, ha apostillado Coe, que se ha mostrado partidario de que su país no salga de la Unión Europea, aunque cree necesarias e inaplazables algunas reformas.

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