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Jorge IV, un derrochador sumido en excesos pero amante del arte

EFE/EPA/FACUNDO ARRIZABALAGA

EFE

Londres —

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La Galería de la Reina en el Palacio de Buckingham presentó este jueves una exposición dedicada a la figura de Jorge IV (1762-1830), monarca que transformó con su visión arquitectónica varios palacios de Londres y que adquirió muchas de las mejores obras que conserva la colección real en la actualidad. Hasta el 3 de mayo de 2020, “George IV: Art & Spectacle” saca a la luz las diferentes facetas del rey, de 'showman' derrochador sumido en excesos a intelectual con grandes inquietudes artísticas que lo llevaron adquirir obras sin fin.

La comisaria de la exposición, Kathyn Jones, explicó a Efe que el objetivo de la muestra es dar a conocer algunas de las caras más desconocidas de Jorge IV, a quien describió como “un mecenas realmente inteligente” y una de las figuras más importantes para la colección real.

“Era visto por el público y por la sátira como una figura ridícula, interesado en la bebida y las amantes, pero en realidad era un coleccionista serio, entendía el arte muy bien y se hizo con algunas de las piezas de más calidad del momento”, agregó.

Tras tomar posesión como rey en 1820, heredó el Castillo de Windsor, en el que trabajó junto al arquitecto Jeffry Wyatville para recobrar el estilo gótico que aún conserva la que es residencia real desde 1086.

De la mano del arquitecto John Nash, se encargó de reestructurar la Casa de Buckingham hasta convertirla en el palacio que es en la actualidad y conseguir que sus habitaciones fueran adecuadas para exponer sus cuadros.

Jorge IV se erigió como patrono de algunos de los artistas más importantes de la época, como Thomas Lawrence, Joshua Reynolds and Richard Cosway, cuyos cuadros se exponen en la muestra.

El monarca, que se posicionó como una de las personalidades más importantes de la época en Europa, en directa competición con Napoleón Bonarparte, encargó a Thomas Lawrence que retratara a varios de los jefes militares y hombres de Estado que vencieron al emperador francés en la batalla de Waterloo.

Más tarde habilitó un espacio destinado exclusivamente a esas piezas, la Cámara de Waterloo en el Castillo de Windsor, y pidió a Lawrence que también le retrase a él mismo, ya que se consideraba responsable directo de la derrota de Napoleón.

A pesar de que el rey nunca cruzó las fronteras del continente europeo, consiguió hacerse con la colección más grande de porcelana asiática en el Reino Unido entre 1800 y 1830, a través de regalos diplomáticos.

Para que los objetos asiáticos encajaran con los decorados dorados y pomposos de sus residencias, decidió añadir a ellas grandes monturas de bronce dorado, de forma que un simple jarro se convertía en un candelabro o incluso en un reloj.

“Jorge es conocido por gastar mucho dinero en objetos lujosos, pero en realidad tenía una biblioteca muy interesante, donde coleccionaba muchos libros de escritores como Jane Austen, quien le dedicó un ejemplar de Emma”, comentó Jones.

Entre las más de 300 obras que recoge la exposición, se encuentran varias de sus colecciones de libros, dibujos y láminas que descubren su fascinación personal por la historia y cultura de Francia, la teología, la geografía y la literatura clásica.

El monarca, que adquirió la mayoría de estas obras para reforzar su imagen pública, también se dedicó a coleccionar piezas privadas para su propio divertimento.

Acumuló dibujos satíricos que hablaban de él mismo como un rey lascivo y rodeado por polémicas extramatrimoniales, como “El gran Joss y sus juguetes”, de Robert Seymour, que condena su predilección por los lujos exóticos y su obsesión por las construcciones de edificios reales.

Con la desaprobación de la mayoría de los británicos por su estilo de vida extravagante, Jorge IV tomó posesión del trono en 1820, con 57 años y tras 9 años de regencia en una coronación que costó 240.000 libras de la época.

En la muestra se puede ver el atuendo que vistió aquel día, una túnica con terciopelo carmesí, una estola hecha de tela de plata, hilo de oro y seda, y bordados de las flores nacionales del Reino Unido.

También la diadema que portó, diseñada por los joyeros Rundel Bridge y Rundell, a la cual añadieron 1.333 diamantes, entre los que resalta uno amarillo de cuatro quilates.

Marta Pérez-Cejuela

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