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Jorge Marazu: En casa no había discos de los Rolling, pero sí de Rocío Dúrcal

Jorge Marazu: En casa no había discos de los Rolling, pero sí de Rocío Dúrcal

EFE

Madrid —

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Existe un tránsito posible aunque parezca inverosímil: pasar de portero del Ávila CF a compositor de Raphael y debutar en el Teatro Real con un disco propio amparado por una multinacional. Es el viaje hecho por Jorge Marazu, quien igual reivindica a Jeff Buckley que a Nino Bravo y la “música añeja”.

“En mi casa no había discos de los Rolling, pero sí de Rocío Dúrcal y del otro lado del charco, por eso siempre estuve muy pendiente de José Alfredo, de Chavela, de Gardel...”, explica este joven músico en una charla con Efe a propósito de las múltiples referencias de su tercer disco de estudio.

De título “Lumínica”, que presentará mañana en el Café Berlín de Madrid, constituye “cierto punto y aparte” en el apartado puramente “industrial” de su carrera respecto a sus primeros álbumes, los autoeditados “La colección de relojes” (2012) y “Escandinavia” (2015), pues viene con el sello de Universal Music.

Hijo de un cantante de orquesta, Marazu (Ávila, 1986) empezó a estudiar música a los 3 años, más o menos al mismo tiempo que debió comenzar a detener balones. Lo del fútbol se le daba bien y fue convocado para la selección nacional y para la de Castilla y León, pero a los 18 años lo dejó al entender que aquello le impedía volcarse de lleno en lo que más le gustaba, la música.

“Ser portero y ser músico se parecen, por ejemplo en sentirte solo en un universo al que algunas veces pareces no pertenecer. Recuerdo que Santiago Cañizares vino una vez a entrenarnos y nos dijo además que cuando el portero sale al campo, todo el mundo tiene que saber que está. Ahí también hay mucho de artista”, concede.

A los 21 entró a formar parte del abanico de compositores de la editorial de Universal y escribió dos temas para Sergio Dalma, incluido el sencillo “Recuerdo crónico”, que atrajo la atención del equipo de Raphael.

“Escribir para él debe de ser, junto con hacerlo para Julio Iglesias, de lo más grande que le puede pasar a un autor. Estuve dos semanas a muerte leyendo y escuchando mucho para hacerle un tema que le fuese como un guante, al estilo de los de Manuel Alejandro”, rememora sobre “Una vida”, primera canción seleccionada para el ya conocido “Infinitos bailes” del de Linares.

Entre los Bunbury, Dani Martín, Iván Ferreiro o Vanesa Martín, el de Marazu era el único nombre más o menos desconocido de los compositores escogidos. Ahí llegó el fichaje de Universal para grabar “Lumínica”.

En sus 12 temas se aprecia un patrón: gusto por las líneas marcadas de bajo y percusión en cortes que arrancan pequeñitos y que van creciendo dinámicamente hacia finales de orquestación exuberante.

“Me gusta mucho jugar con la emoción”, reconoce quien asume la etiqueta de melancólico. “Lo que no soy es un compositor divertido. Me encantaría escribir como lo hacía Krahe o como Sabina, pero yo soy muy intenso y supongo que vulnerable”, analiza.

En su continuo reciclaje musical, aprecia influencias de Coldplay y Glenn Hansard, pero también de Radiohead y Wilco. Incluso cita a Jeff Buckley y a Bambino en un tema como “Catorce años atrás”, “casi una canción folclórica” que compuso pensando en él, “en su garra y ansiedad”.

Se declara además enamorado de Latinoamérica, especialmente de México, donde en una gira descubrió “el manantial de luz” que titula el álbum y las ganas de algunos artistas pop de recuperar el folclore del país.

“Aquí estamos a kilómetros de reconciliarnos con cosas como la copla, que a mí me fascina”, reivindica Marazu, quien destaca la labor de Rozalén en este sentido.

Después de muchas idas y venidas a Madrid intentando establecerse sin conseguirlo, también hay mucho de Ávila en sus referencias estéticas. De hecho, no puede dejar de citar al Duero en un corte tan sevillano como “Barrio de Santa Cruz”, que es una jota que parte de una zamba argentina.

Ahora le toca defenderlo en directo y, tras la capital, actuará el sábado en Murcia (Café del Alba), Sevilla (7 de octubre, La Sala), la localidad barcelonesa de Hospitalet (21 de octubre, Oncle Jack) y San Sebastián (28 de octubre, Altxerri).

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