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Sobre el precio verdadero de la obediencia corporativa

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Je suis un soldat, el debut del director francés Laurent Lariviére, compite en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Gijón. La cinta aborda la crisis económica desde un punto de vista poco habitual: el efecto que tiene el desempleo y la inestabilidad sobre nuestros valores, con el tráfico de animales como drama de fondo. Loise Bourgoin es Sandrine, una treintañera que se queda sin trabajo y vuelve a vivir son sus padres, Je suis un soldat describe el paso a la acción de la protagonista que en un primer momento, por la frustración del desempleo, acepta sumisa una realidad que nada tiene que ver con sus valores morales.

Larivière ha dicho que el sentimiento que impulsa las acciones de todos los protagonistas es el de “vergüenza” y que ese ha sido el “hilo conductor” de una historia que tiene al tráfico de animales como el elemento más visible de denuncia social. “El de animales es el tercer tráfico ilegal después del de armas y drogas y en Europa está siendo un problema importante”, ha asegurado el cineasta en una rueda de prensa celebrada tras la proyección de su película en un pase especial para crítica y jurado.

Con este tema de fondo “quería hacer una alegoría de la crueldad contemporánea, aunque tenía claro que no podría ser una película demasiado negra”. Una de las escenas más significativas y con toques de humor muestra una entrevista de trabajo a Sandrine en la que el entrevistador pregunta sin mirarla siquiera, en una actitud mecánica y despersonalizada. Para el director, esta es una “metáfora del capitalismo, el entrevistador no mira a la cara a su entrevistada porque no interesa su personalidad sino sólo sus respuestas, si estás se corresponden con lo que se espera”.

Larivère, que ha hecho el guión con François Decodts, ha escrito “muchas de las escenas” pensando que las iba a interpretar Loise Bourgoin, y que “afortunadamente”, pudo conseguirla para su película. “Loise era bastante conocida en la televisión, donde destacó con papeles que le dieron una luminosidad alegre, pero intuí que tenia otro potencial, otro registro”, ha afirmado el cineasta.

Selección oficial: prostitución y censura

En la sección oficial, hoy también se ha presentado la coproducción francomarroquí Much loved, de Navil Ayuch, prohibida en Marruecos tras su presentación en el Festival de Cannes, al considerar obscenas las escenas que muestran la prostitución en ese país. La actriz protagonista, Lubna Abidar, trasladó su residencia en París tras ser agredida en Casablanca en un incidente que le ha impedido asistir al Festival de Gijón al que había sido invitada.

El Centro Cinematográfico marroquí envió una delegación al Festival de Cannes para ver el filme y luego aconsejó la prohibición al Ministerio de Comunicación del Gobierno Islamista del Partido de la Justicia y el Desarrollo. La película da voz a cuatro prostitutas que hablan de sexo mientras viajan en un taxi hacia la fiesta de cumpleaños de un jeque saudí.

El Gobierno la ha calificado como “un grave ultraje a los valores morales y a la mujer marroquí y un atentado flagrante contra la imagen del país”. La crítica que asiste al Festival de Gijón ha destacado que Much loved “ataca la doble moral de un país que promueve el turismo sexual, mientras oculta la prostitución para proteger el honor dentro de la sagrada célula familiar”.

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