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“Latidos”, el pálpito solidario y artístico de un pintor español en Dominicana

"Latidos", el pálpito solidario y artístico de un pintor español en Dominicana

EFE

Santo Domingo —

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Desde el pasado octubre, por las calles de la Ciudad Colonial pasea, de cuando en cuando, el pintor vallisoletano Jorge Adrados. No se prodiga mucho porque pasa casi todo el tiempo creando, dejando latir un corazón solidario, bombeando el sentimiento que le inspira República Dominicana para depositarlo en sus lienzos.

Las piezas gestadas a partir de ese latir componen la exposición que mañana se inaugura en la emblemática “Casa de Teatro” de Santo Domingo, un auténtico hervidero cultural y casa de artistas Fundada en 1974 por el polifacético creador dominicano Freddy Ginebra.

Seducido por el director de la institución cultural y por la vieja casa colonial que lo alberga, y espoleado por el deseo de contribuir a mejorar la realidad de niños que viven en las zonas más deprimidas del país, Adrados se ha embarcado en el proyecto “más exigente” de su trayectoria como artista.

El año pasado, explica en una entrevista a Efe, “tuve ocasión de conocer el país y sus gentes, y me di cuenta de que aquí hay niños que van en cueros, hay mucha necesidad”. De ahí su intención de destinar el dinero de la venta de los cuadros a alguno de los proyectos canalizados por distintas fundaciones con las que colabora Ginebra.

No es nada nuevo en él este pálpito humanitario. Todo el mundo conoce las cuevas que hay en la zona del Malecón, y que sirven de refugio a chavales que subsisten entre basura; últimamente, desayunan cada mañana gracias a él. También su motor erasmista lo llevó hasta Haití estas Navidades, para repartir comida y juguetes entre pequeños sobreviven, desnudos y descalzos, en condiciones paupérrimas.

Sin embargo, esta exposición va más allá del latido solidario de un artista. Tras su periplo por el país, Adrados volvió a España y estuvo valorando si traer obra desde allí.

Al final, se armó de valor, cogió “una maleta de ropa y cuatro pinceles” y comenzó a pintar en Santo Domingo -“Pasé de no tener nada a tener casi una galería de arte”-, cuenta el pintor.

La idea de exponer en Casa de Teatro “fue tan tentadora, que casi sin saber cómo, aquí estoy”, embarcado en jornadas maratonianas de trabajo desde primeros de octubre. Aunque lleva “media vida” pintando, ningún proyecto le había exigido tanto. “Ha sido muy intenso, un reto muy emocionante” y costeado de su propio bolsillo.

Adrados define su obra como “una abstracción bastante lírica... Me pongo a pintar y establezco un diálogo con el cuadro conforme a lo que recibo, lo que vivo, lo que siento”. De ahí que el título de la exposición sea Latidos, “porque es mi latir aquí. El latir de lo que estar aquí provoca en mi, y que se ha traducido en una serie de cuadros que reflejan sensaciones”.

Durante nuestra charla, reflexiona sobre el ritmo de vida actual, “se han impuesto el consumo, la tecnología”, dice en alusión a cómo nos abducen las redes sociales, “y nos hemos olvidado de detenernos ante la belleza de los detalles, de los pequeños gestos”. La exposición es, por tanto, “una invitación a ese detenerte, a bajar el ritmo y retomar los valores que estamos olvidando.”

Pero también es una apuesta por “educar a los niños en esa sensibilidad y en esos valores, además de ayudar económicamente y, con esta pequeña aportación, contribuir a que su realidad sea mejor, que les aporte una vida más digna”, dijo antes de volver a los pinceles.

La exposición permanecerá hasta el próximo 4 de marzo. Casi un mes de Latidos para dar vida, o una mejor vida a niños dominicanos; casi un mes para, como sugiere Adrados, bajarnos del tren trepidante, atender a los pequeños detalles, atender a su obra y, mejor todavía, llevar a casa alguna pieza para contribuir a la causa.

María Montecelos

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