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Laurie Anderson “ahoga” las penas en arte junto al público del Reina Sofía

Laurie Anderson "ahoga" las penas en arte junto al público del Reina Sofía

EFE

Madrid —

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En 2012, una inundación provocada por el huracán Sandy arrasó muchos de los recuerdos de la artista Laurie Anderson, que reflexiona sobre esas “pérdidas” en “All the Things I Lost in the Flood”, un trabajo con el que hoy ha hecho gritar al público de Madrid para “ahogar” los problemas en música, poesía y arte visual.

Bajo una luz tenue y con una enorme pantalla de fondo, Anderson -artista de honor del Festival Rizoma- ha presentado en el auditorio del Museo Reina Sofía una performance multimedia en la que vuelve a experimentar con todas las formas de arte para contar un relato que, al mismo tiempo, es una revisión de toda su carrera artística, iniciada hace cuatro décadas.

La artista, también poeta, compositora y cineasta, ha reflexionado sobre temas que le preocupan partiendo de las ideas plasmadas en su libro “All the hings I lost in the flood” (en español, “Todas las cosas que perdí en la inundación”), publicado este año, en el que narra las consecuencias del paso del huracán Sandy por su vivienda de Nueva York, en 2012.

En el sótano de esa casa, ha recordado la estadounidense (Illinois, 1947), se encontraba el archivo de toda su vida creativa, pero también muchos recuerdos personales.

“Quedé totalmente desolada, pero al poco tiempo pensé que ya no tendría que preocuparme nunca de limpiar el sótano”, ha comentado la artista, que mañana presentará en el Espacio Fundación Telefónica su instalación de realidad virtual “Chalkroom” y a quien la Filmoteca dedica este mes una retrospectiva.

Por eso, los conceptos de pérdida y de memoria están muy presentes en las proyecciones multimedia y en el lenguaje digital de la performance, en la que también queda una buena muestra de esa experimentación sonora que tanto gusta a la viuda del músico Lou Reed, que utiliza la tecnología para distorsionar su voz y crear una atmósfera psicodélica.

Anderson también ha cantado con el recuerdo presente de su marido, su “mayor pérdida”, y ha interpretado distintas melodías con el teclado y con su violín de arco de cinta, que tiene un cabezal magnético y una cinta de audio en lugar de cuerdas.

“A veces pierdes cosas antes de darte cuenta: a veces pierdes los papeles, el sentido de la justicia, la democracia. A veces está bien perder el miedo escénico o los kilos que te sobran, así que a veces no está mal perder cosas”, ha asegurado Anderson en una de sus cavilaciones en voz alta.

No tiene claro, dice, “lo que debería ser ni lo que es el arte”, pero sí tiene por seguras dos cosas: que “hay maneras de ser infeliz que dan felicidad” y que “no estamos aquí para sufrir, sino para pasarlo bien”.

Ese es el mensaje que reluce en todo momento dentro de una performance cargada de humor irónico, en la que se defiende el poder de la abstracción y en la que se critican asuntos como las “fake news” o el mal uso de las redes sociales.

“Os voy a pedir que gritéis durante diez segundos”, ha pedido Anderson al público, concentrado en los grandes problemas de la sociedad, como la violencia o las injusticias, para sacar afuera todas las frustraciones al “estilo” de Yoko Ono.

También se han desgranado algunos asuntos políticos que preocupan a la artista, como la posible construcción de un muro entre la frontera de Estados Unidos y México, una idea que ha comparado con la comedia escrita por Aristófanes en su obra “Las aves”, donde se construye un muro entre el cielo y la tierra y se cobra dinero por ir de un lado a otro.

“Oh, América. lo vimos, lo tumbamos y luego lo vendimos”, ha dicho la cineasta sentada en un sillón desde el que ha criticado a Donald Trump de manera indirecta y ha recalcado que ya no “reconoce” ni su casa, ni su país.

Sus concienzudas reflexiones y su forma de romper las fronteras para que todas las artes confluyan de forma armónica han logrado que el público se despida de ella en pie y con un largo aplauso. Jessica Martín

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