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Leandro Erlich llega a Pekín para hacer saltar la realidad por los aires

Leandro Erlich llega a Pekín para hacer saltar la realidad por los aires

EFE

Pekín —

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Una piscina llena de gente que permanece seca y respira sin problemas o un bloque de apartamentos donde las personas caminan por la fachada son algunas de las ilusiones ópticas del argentino Leandro Erlich que acaban de aterrizar en Pekín para detonar la realidad y cuestionar el orden de lo establecido.

El museo de la Academia Central de Bellas Artes (CAFA, siglas en inglés) de la capital china recoge hasta el 28 de agosto una veintena de las obras de este reconocido artista conceptual que, como ya es habitual en su proceder, adoptan las características del entorno cultural en el que son exhibidas.

Si en Londres engañó al ojo con un enorme espejo suspendido frente a la fachada de una casa victoriana modelada en el suelo, en Pekín su apuesta es un 'Chinatown' que sirve de encuentro entre culturas: Erlich (Buenos Aires, 1973) explica a Efe durante la inauguración de la muestra que la tradición china fue “exportada y transformada”, y que busca traerla de vuelta ya “distorsionada”.

“El edificio tiene una identidad particular, es occidental pero en un barrio chino. Buscaba una situación inusual”, relata.

En la exposición, titulada “Los confines del gran vacío”, despunta uno de sus proyectos más reconocidos, “La Piscina”, con la que, a los 28 años, representó a Argentina en la Bienal de Venecia de 2001.

Si se observa desde fuera, el visitante ve cómo bajo el agua las personas caminan como si nada. Desde la pileta, que en realidad está vacía por dentro pero cubierta por una fina lámina de vidrio, el invitado percibe sutilmente cómo es observado, convirtiendo al público en actor e intérprete de su propia experiencia, lo que puede generar desconcierto e incluso claustrofobia.

“Las emociones corren por cuenta propia. Yo he visto gente leyendo en este espacio con la paz de un lugar soñado”, replica presumido Erlich, quien concibe sus obras bajo la premisa de cuestionarse la realidad tal y como la conocemos.

Según argumenta, para suscitar “extrañamiento” debe existir de antemano el concepto de familiaridad: “No es posible de otra manera. No se puede generar desestabilización si algo nos es completamente ajeno. Ha de existir cercanía para lograr distancia y la posibilidad de gestar una ruptura”.

Así, el visitante atraviesa estancias que encadenan elementos cotidianos pero que resultan ser paradojas visuales, como sucede en una peluquería donde otro asistente espera al otro lado cuando uno se sienta frente a un espejo que no existe.

O el probador sin paredes donde uno se puede imaginar a sí mismo y al de enfrente en el momento de cambiarse de ropa.

“Hay mucho de nuestra vida cotidiana que tiene que ver con la anticipación. Creer que las cosas van a ser de una manera determinada. Sin embargo, en mi obra uno revisita elementos que cree conocer y que se transforman y nos desestabilizan. A partir de ahí se abre una historia, y cada obra tiene una distinta”, señala.

Aunque algunos puedan intuir cierta intención de confundir con sus tretas visuales, Elrich asegura que no hay ánimo de engañar, porque aunque haya truco “está a la vista para ser descubierto”.

Su propósito no es otro que proponer juegos de percepción para “poner en tela de juicio nuestras zonas de confort” y ofrecer una oportunidad para “repensar lo cotidiano” así como “todo lo que nos reasegura pero que nos limita”.

Y es que para avanzar, encarar desafíos y deshacerse de la alineación diaria es necesario “romper con lo conocido e imaginar otros horizontes”, arguye el porteño.

Detonar lo políticamente correcto sirviéndose de obras de carácter lúdico y participativo es una receta con la que el artista conceptual ha logrado seducir a medio mundo dado que, según estima, “la percepción humana tiene un denominador común y no cambia en función de la cultura”.

Después de que su exposición alcanzara el año pasado más de medio millón de visitantes en Japón, Erlich ve en China una oportunidad única: “Es una potencia mundial que ha crecido enormemente. En lo cultural, percibo una gran avidez por empujar los límites de cosas que en Occidente se han ralentizado”.

“Tendrá que ver con un momento histórico, gracias a este 'boom' hay mucha gente joven interesada en el arte contemporáneo”, considera.

Durante la inauguración de la muestra, el embajador del país austral en China, Diego Ramiro Guelar, destacó que se trata de la mayor exhibición individual de un artista argentino jamás realizada en el gigante asiático.

Es, además, la primera vez que el inmenso espacio de la institución, unos 18.000 metros cuadrados, es consagrado íntegramente a un artista extranjero gracias a una colaboración entre el Museo Nacional de Bellas Artes argentino y su homólogo chino.

Jesús Centeno

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