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Luis Mateo Díez: “Las editoriales se han olvidado de los lectores exigentes”

Luis Mateo Díez: "Las editoriales se han olvidado de los lectores exigentes"

EFE

Madrid —

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El escritor Luis Mateo Díez entona una apasionada defensa de la ficción exigente, de la que deja huella, en su libro “Los desayunos del Café Borenes”, una obra singular en la que critica a aquellas editoriales que “se han olvidado de los buenos lectores” y publican cualquier cosa con tal de ganar dinero.

“Un mal libro no crea un buen lector jamás. Las librerías están llenas de 'best sellers', de novelas de medio pelo, y las grandes editoriales parecen buscar al lector que no lee, a ese que le das un 'Grey' o cualquier otra cosa y te puede hacer millonario”, decía hoy Mateo Díez al presentar su nueva obra, publicada por Galaxia Gutenberg.

Como puso de relieve Manuel Longares, uno de los contertulios que acompañaron al autor en el Café Gijón, famoso por sus tertulias, este libro constituye “una rareza” en la amplia producción de Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942), al que siempre le ha gustado “conquistar lo ajeno” en sus novelas y es poco dado a teorizar sobre literatura.

Y es “singular” porque combina un relato protagonizado por un escritor, que se parece bastante a Mateo Díez en muchas de las inquietudes que manifiesta, y un ensayo sobre cómo es su literatura, la importancia que la imaginación tiene en ella y la atmósfera que envuelve a esos “perdedores” y “héroes del fracaso” que protagonizan sus novelas.

“Es un texto bifronte, con dos caras, que está recorrido por una fina ironía con la que el autor pone de vuelta y media a todo el mundo, pero con una delicadeza infinita”, dijo Longares, uno de “los desayunadores”. Los otros que intervinieron fueron Javier Goñi, Jesús Marchamalo y Tomás Val.

Creador de un mundo literario propio, que se desarrolla en esas “ciudades de sombra” en las que sitúa la mayoría de sus novelas, Mateo Díez lleva tiempo en desacuerdo con quienes sostienen que “la ficción no necesita de la imaginación” y, de hecho, escribió hace años un texto titulado “Contra el descrédito de la ficción”, pero lo archivó y lo perdió.

Las ideas de aquel “opúsculo” las recuperó para el relato que da título a “Los desayunos del Café Borenes”, protagonizado por Angel (así, sin tilde, por muy académico que sea Luis Mateo) Ganizo, un novelista “que no pasa por sus mejores momentos, un empleado de una empresa de Seguros que tenía como destino la inseguridad”, y que cada día desayuna con una serie de personajes “atrabiliarios, dicharacheros y combativos”, explicaba el autor.

En ese café se hace “una defensa acérrima de la ficción”, como no podía ser menos en quien cree que “el compromiso mayor del arte, de la creación, es con la vida”, sostenía hoy el autor de “La ruina del cielo”, para quien “lo que la vida le debe al arte es crucial. Sin el arte, sin la ficción, seríamos más pobres”, aseguraba.

Al novelista del Café Borenes se “le iba la olla” con frecuencia, y Luis Mateo Díez cree que a la mayoría de los escritores también les sucede lo mismo, “y está bien que así sea” porque ese estado puede producir en el texto “un tipo de escritura sonámbula”.

Al escribir “hay un momento glorioso: cuando parece que te están dictando la novela, de tan metido que estás en ese otro lado de la vida, en la materia imaginaria”, dijo el narrador leonés antes de asegurar que le gustaría “ser un escritor con la olla perdida”.

“A Kafka se le iba la olla, seguro. Hay momentos tan fascinantes en su obra que sólo se entienden si le sucedía eso”, añadió.

Reconocido con numerosos premios, entre ellos el Nacional de Narrativa, en dos ocasiones, y el de la Crítica, en otras dos, Mateo Díez coincide con Irene Nemirovsky en considerar que la gran novela se parece a “un callejón de gente desconocida”.

Y en ese callejón ha conocido a algunos de los personajes “más inolvidables” de su vida, comentaba hoy Luis Mateo Díez, quien en sus propios libros procura “entrar en el mundo interior” de sus propios personajes, “contar sus sueños”.

Sin ánimo de polemizar, el autor de “Fábulas del sentimiento” cree que desde hace unos años la ficción “se ha degradado”, y eso le preocupa porque “la ficción es un elemento crucial” en su vida.

“Tenemos la necesidad imperiosa de vivir en la novela lo que no puedes vivir en la vida”, afirma este escritor al que escribir novelas siempre le ha parecido “una aventura profundamente higiénica, vitalista, mucho más beneficiosa para la salud que escalar montañas o correr un maratón”. “Nada hay más saludable para la vida que incrementarla, aunque sea inventándola”.

Para entender la concepción de la literatura que tiene Luis Mateo Díez puede valer la definición que hoy daba de sí mismo: “soy un escritor del siglo XXI, que está anclado irremediablemente en el XX y que no puede dejar de mirar al XIX. Soy un francotirador de retaguardia”, concluía.

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