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Maria João Pires: manos, alma y música

Júlio Resende

Pianista y compositor —

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María João Pires es una mujer de manos diminutas, que todavía hoy amasa el pan en su casa. Una casa que es, al mismo tiempo, el Centro Artístico de Belgais. Sus manos trabajan (y de ellas se enamoran) muchos nutrientes, para el cuerpo y para el alma. ¡No, olviden lo que acabo de decir! No tiene sentido hablar aquí de la vieja distinción entre cuerpo y alma, porque la pianista ha demostrado por todo el mundo que, en su música y en sus conciertos, ambos (alma y cuerpo) viven muy bien en unión, sin distinción, sin competición, construyendo con sus diferencias momentos de comunión.

A Maria João Pires no le gustan las competiciones. Por eso no le gustan los concursos de música. Me parece que prefiere que las personas no compitan, prefiere sencillamente que las personas se ayuden y descubran lo que cada una puede hacer para contribuir al irrepetible nacer de cada mañana.

Pero hablemos también del silencio conmovedor de las noches. Me enamoré mucho más de Chopin porque sus Nocturnos pasaron a ser los Nocturnos que Maria João Pires decidió tocar: como si quisiese tocar cada estrella en la oscuridad y hacerla brillar un poquito más. Como si cada estrella necesitase ser enroscada mejor en su lugar en la oscuridad. Afinar la luz de las estrellas, he ahí una buena forma de contar la historia de los Nocturnos que Maria João Pires toca para Deutsche Grammophon.

Yo tenía 14 años. Y aquella magia que emanaba del disco me fascinaba. Y era una pianista portuguesa; sí, portuguesa, como yo. ¡Qué alegría! ¿Yo también podía ser así?

¡Y Chopin también estaba feliz!

Y esa fascinación que Maria João provoca es la fascinación de quienes inspiran, nos ofrecen aire fresco y aliento para llegar más lejos; o mejor, más cerca de cada uno de nosotros, cada día. Si ella ha llegado, quién sabe si algún día nosotros podremos llegar. Eso es suficiente para que no huyamos de los días; al contrario, lanzarnos a ellos, como Mozart a una partitura.

Nunca he conocido personalmente a Maria João Pires pero, sin embargo, he ido conociendo mejor el piano; cada vez mejor, cada año mejor, y cada día me vuelvo más exigente. Aun así, todas las veces que escucho a Maria João Pires supera mis expectativas y exigencias. Me rindo. Ante ti, mujer, panadera, pianista, hippie, me rindo. De tu amor por la tierra se crea amor por la música.

Me gustaría amasar el pan con Maria João Pires. Debe ser delicioso. Quiero continuar también alimentándome con sus sonatas de Mozart, comer de las migajas que caen sobre mi regazo. Cortar una gran rebanada de su Schubert, comer la miga, y después la corteza, con calma. Cortar una rebanada más.

Maria João Pires es una mujer portuguesa que nos ha repartido mucho pan. Nos cabe a nosotros escuchar y repetir sus enseñanzas, pianísticas, musicales y humanas.

Ante tanto pan, solo nos cabe decir: ¡gracias, Maria João!

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