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Manuel Castillero, el lento proceder de la pintura rápida

Manuel Castillero, el lento proceder de la pintura rápida

EFE

Córdoba —

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“Enfocarlo todo a la rapidez es un error. Hay que conjugar las dos cosas, lo que haces en la calle y lo que haces en el estudio”, explica Manuel Castillero Ramírez, un pintor cordobés, ganador de varios concursos nacionales, y especializado en la llamada pintura rápida.

Castillero, sin embargo, vive en la tranquilidad de su estudio, ubicado en una calleja sin apenas ruido en la ciudad de Córdoba, lleno de pinturas terminadas o a medio terminar, y que sólo rompe para sus alumnos o para atender a Efe y hablar sobre su último premio en uno de estos certámenes “muy bien pagados” y que bien podrían ser un reflejo del tiempo actual.

El artista cordobés ha resultado ganador del certamen de pintura rápida Catedral de Burgos 2017 con una obra que retrata el interior del templo, y que le ha reportado 6.500 euros, una cantidad “nada despreciable” y que, según explica, convierten a este concurso en el mejor dotado del país en esa especialidad.

Lo que distingue a este de otros certámenes de rápida es su alto número de participantes, entre 600 y 800 pintores de España y el extranjero, y el hecho de que se recaude dinero para el mantenimiento de la Catedral de Burgos, el objeto creativo que inspira el concurso.

Castillero se presentó con la idea de lograr “una obra lo más digna posible”, y acabó pintando el altar mayor de la Catedral, pero usando los barrotes de la zona del coro como anclaje, ofreciendo de esta manera una óptica novedosa para cualquier espectador de la pintura, que pintó con una depurada técnica figurativa.

Y ahí está el truco, según el pintor cordobés. “Para hacer pintura rápida hay que haber invertido muchas horas en el estudio”, argumenta al respecto, y reflexiona sobre la dificultad que tiene condensar en entre 4 o 6 horas todos los aspectos técnicos y creativos.

Sobre estos últimos, traza tres etapas: “La mancha, que va rapidísimo; la travesía en el desierto, que puede ser inacabable; y el acabado, que es la que se disfruta, todas ellas contrarreloj”.

Más allá de las evidentes limitaciones, la principal diferencia entre la pintura rápida y la de estudio, al menos para Castillero, está en que “son lenguajes distintos” y un certamen exprés no da para realizar obras “de carácter más intelectual” como las que acomete en el estudio.

“Igual que hay comida rápida, también hay pintura rápida en el mal sentido, en el sentido de buscar el efectito, cierto. Pero, conozco muchos pintores en rápida que se toman su trabajo muy en serio y cuyas obras podrían pasar perfectamente por trabajo de estudio”, añade el artista cordobés.

En cuanto a él, que confiesa que está en una etapa de libertad creativa absoluta, reconoce que disfruta mucho en estos concursos y tiene la suerte de que está pintando lo que quiere y lo está vendiendo.

Unas ventas que también han llegado acompañadas de reconocimiento, ya que, con anterioridad al premio Catedral de Burgos 2017, Castillero se había hecho con el primer galardón de la octava edición del concurso de pintura y escultura Figurativas'15 , de la Fundación de las Artes y los Artistas del Museo Europeo de Arte Moderno de Barcelona (MEAM).

Lo obtuvo con una obra un tanto profética, el cuadro “El día en que el silencio reinó en el Congreso”, que venció a más de 2.500 participantes, y que pintó para reflejar “la transitoriedad del poder humano en ese edificio, que acaba convertido en una especie de teatro romano lleno de vegetación”.

“No hablaba de derecha ni de izquierda, y hoy, por ejemplo, eso se le podría aplicar al Parlamento de Cataluña”, concluye el pintor.

Juan Velasco.

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