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Muestra en Berlín analiza la emigración de la Alemania occidental a la comunista

Muestra en Berlín analiza la emigración de la Alemania occidental a la comunista

EFE

Berlín —

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Unas 500.000 personas emigraron entre 1949 y 1989 de la Alemania Occidental a la comunista, un capítulo apenas estudiado de la historia del país dividido que analiza una nueva exposición en Berlín a partir de una veintena de biografías de ciudadanos conocidos y anónimos.

“El grupo de los que emigraron por convicciones políticas era la minoría”; la mayoría lo hizo “por razones económicas y privadas”, señaló Eva Fuchslocher, comisaria de la exposición junto a Michael Schäbitz, al presentar a la prensa la muestra, que abre hoy sus puertas al público y que será itinerante.

El grueso de quienes decidieron abandonar Alemania Occidental lo hicieron para reunirse de nuevo con familia y amigos, por amor; algunos huían de la justicia, otros respondían a la llamada de las iglesias, buscaban trabajo, una vida mejor o un nuevo comienzo personal: las razones normales que llevan a las personas a emigrar.

Los recién llegados de la Alemania capitalista eran recibidos por los ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) con “fuertes reservas”, explicó Schäbitz.

“O sois idiotas o habéis hecho algo” era el pensamiento generalizado entre los habitantes de la Alemania oriental, a lo que se sumaba el “factor envidia”, ya que, desde su punto de vista, los inmigrantes recibían todo el apoyo y un mejor trato que el que dispensaba la RDA a sus propios ciudadanos.

Los nuevos, destacó Schäbitz, siempre son recibidos con desconfianza, incluso criminalizados, entonces y ahora.

De hecho, todos los entrevistados para esta exposición coincidieron en afirmar que las reservas hacia los recién llegados eran “un fenómeno generalizado” en la RDA.

La gran mayoría de los 500.000 que emigraron a la RDA -frente a los cuatro millones que huyeron en dirección opuesta- lo hicieron antes de la construcción del muro de Berlín en 1961, pero también después siguieron llegando ciudadanos de la Alemania occidental en una media de 2.000 por año.

La exposición se ha organizado en el que fuera albergue central de acogida para refugiados procedentes de la Alemania oriental en el barrio de Marienfelde, en Berlín occidental.

Para Maria Nooke, directora del centro conmemorativo levantado en ese lugar, lo más interesante de la muestra es poder mostrar “el día a día de la RDA desde la perspectiva de personas que llegaron con una opinión positiva” a ese país.

Entre las más de veinte biografías presentadas están las de personas con una vida plena y satisfactoria en la RDA, pero también las de ciudadanos que vivían constantemente vigilados por los servicios secretos, fueron encarcelados, huyeron de nuevo hacia Occidente o murieron.

Entre las personas que hallaron refugio en la Alemania oriental y comenzaron una nueva vida figuran también diez terroristas de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), como Susanne Albrecht, para la que la Stasi, la seguridad del Estado de la RDA, inventó en 1980 una nueva identidad.

Bajo el nombre de Ingrid Jäger, se caso en 1983 con un físico y adoptó su apellido -Becker-, tuvo un hijo en 1984 y llegó incluso a ser trasladada a Rusia con su familia sin despertar las sospechas de su esposo cuando peligraba su nueva identidad; solo en 1990, en el transcurso de la revolución pacifica en la RDA, salió a la luz su biografía.

Otra de las historias es la protagonizada por Pierre Boom, hijo del asesor del canciller Willy Brandt (1969-1974) Günter Guillaume, espía para la Alemania comunista y cuyo desenmascaramiento precipitó la dimisión del jefe del gobierno.

Boom, quien emigró a la RDA en 1975, nunca logró integrarse en su nuevo país y las autoridades permitieron finalmente su salida una vez adoptó el apellido de su abuela -Boom- aunque siguió bajo vigilancia de la Stasi en la Alemania occidental.

Entre los perfiles anónimos figura la historia de Gerlinde Breithaupt, que por amor hacia su futuro marido, un pastor protestante que consideraba quedarse en la RDA como parte de su misión, decidió emigrar a la Alemania comunista.

Las autoridades sospecharon de sus verdaderos motivos y una y otra vez le tendieron trampas, pero tuvieron que convencerse de que en su caso no había habido otra razón que la del amor.

“En realidad la RDA me trató con guantes de seda, porque yo transmitía una imagen positiva de la RDA hacia Occidente. De eso realmente fuimos conscientes cuando pudimos acceder a nuestras actas” de la Stasi tras la caída del muro de Berlín, afirmó Breithaupt en la presentación de la muestra.

La exposición, que podrá verse hasta el 17 de abril de 2017 muestra además fotografías, documentos, recuerdos personales y vídeos con entrevistas a los protagonistas, así como grabaciones históricas.

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