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Muestra de Mathias Goeritz refleja la arquitectura emocional que rompió límites

Muestra de Mathias Goeritz refleja la arquitectura emocional que rompió límites

EFE

México —

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La “arquitectura emocional” de Mathias Goeritz, quien fue capaz de “quebrar los límites del arte” en el siglo XX, vertebra una exposición dedicada al artista de origen alemán, que llega a la capital mexicana después de su estancia en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Bajo el título de “El retorno de la serpiente. Mathias Goeritz y la invención de la arquitectura emocional”, el Palacio de Iturbide -hoy Palacio de Cultura Banamex- presenta las obras más destacadas del artista (1915-1990), con las que desarrolló la “arquitectura emocional”.

Goeritz acuñó dicho concepto para defender la emoción frente al funcionalismo, el esteticismo y la autoría individual en los procesos de creación de obras, espacios y objetos.

Unas 540 obras de diferentes formatos agrupadas en 17 núcleos temáticos conforman la exposición, que será inaugurada hoy por la directora de Fomento Cultural Banamex, Cándida Fernández, el secretario de Estado de Cultura español, José María Lassalle, y el representante del Patronato de la Industria Alemana para la Cultura, Ludwig Johannsen, entre otras personalidades.

Nacido en Dánzig -lo que actualmente es la ciudad polaca de Gdansk-, el artista vivió en Alemania, Marruecos y España antes de asentarse en México, país donde moriría en 1990.

Durante el tiempo que estuvo en España, Goeritz pasó a definirse como artista plástico y adquirió el hábito de ejercer una intensa actividad laboral que mantuvo en su siguiente etapa, la mexicana, donde se alejó de las propuestas del arte nacional del momento para centrarse en otra más internacional, centrada en la expresión.

Se relacionó con las vanguardias europeas, las asimiló y extrajo de ellas una propuesta “diferente y novedosa”, afirmó en rueda de prensa el curador de la exposición, Francisco Reyes Palma.

Sin embargo, su propuesta estética rebasó a la que plantean muchas vanguardias, al efectuar la creación desde espacios considerados “marginales” y obligar a “repensar la historia del arte”, en la que casi siempre se impone la visión predominante, continuó el curador.

El recorrido guarda una atención especial por dos de las obras cumbre del arquitecto y escultor en México: el Museo Experimental El Eco, cuya gran serpiente negra ocupa el lugar central de la exposición, y las Torres de Satélite, “emblema de la modernidad de México en la segunda mitad del siglo XX”.

En su itinerancia en México, la muestra incorpora cien piezas que no pudieron presentarse en Madrid, por cuestión de espacio, y que ayudan a contextualizar las creaciones de Goeritz y a profundizar en su etapa española y en el aspecto religioso de su obra.

Goeritz “consideraba la creencia de la religión, de la fe, como sustentos civilizatorios”, y abogó en su sentido del diseño por la convivencia de los credos y su fusión, apuntó el curador.

Asimismo, dijo, es el iniciador de una línea de trabajo vinculada con la tradición del arte popular y étnico, que mezcló con la abstracción.

De hecho, su fusión de la arquitectura, la historia, las grandes religiones y el sentido del diseño es lo que le hizo “quebrar los límites del arte”, remarcó.

La exposición también transmite al público los procesos de creación y producción de Goeritz, sus lógicas de trabajo, que muchas veces partían de algo tan simple como una tachadura o un garabato en un papel.

Reyes dijo que la conmemoración del centenario del artista debería ser aprovechado para reivindicar el mantenimiento de sus obras que se encuentran en diferentes ciudades mexicanas, ya que muchas han sufrido el “efecto brutal del crecimiento urbano” y se hallan en mal estado de conservación.

Es el caso, ejemplificó, de la Ruta de la amistad, un proyecto de 1968 basado en la implantación de esculturas de hormigón armado a lo largo del Periférico Sur, que hoy se ha tenido que “desplazar para sobrevivir”.

“El retorno de la serpiente. Mathias Goeritz y la invención de la arquitectura emocional”, que estará abierta al público hasta septiembre y después será exhibida en Puebla, está organizada por el Museo Reina Sofía en colaboración con Fomento Cultural Banamex y Fundación Amparo.

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