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El Museo del Ejército restaura piezas que han sido testigos de la historia

El Museo del Ejército restaura piezas que han sido testigos de la historia

EFE

Toledo —

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El Museo del Ejército guarda en su trastienda más de 30.000 piezas que han sido testigos de la Historia, muchas de las cuales llegan en mal estado y tienen que ser restauradas, como sucede con un casco filipino de un jefe que murió en la isla de Mindanao en 1837.

El casco pertenece a la armadura del sultán Datto de Iligan, jefe musulmán que murió en la guerra con los españoles.

Sufrió un percance a finales del pasado año, cuando se le cayó una pequeña pieza de asta de carabao -búfalo asiático- mientras se desmontaba una exposición temporal, según ha explicado a Efe la jefa del Departamento de Conservación Preventiva y Restauración del Museo del Ejército, María del Carmen López-Villalta.

Dos extensas puertas blancas situadas en la parte baja del Alcázar -la sede del Museo del Ejército desde 2010- dan paso a cada una de los cuatro talleres de restauración, de bellas artes, de metales, de textiles y el destinado a la recuperación de documentos gráficos.

En el taller de bellas artes hay una fotografía de Alfonso XIII, aún sin confirmación sobre si es original o copia, que tiene varias manchas grises: son “repintados en intervenciones anteriores con técnicas que ahora no se utilizarían”, ha apuntado López-Villalta, quien ha agregado, durante la visita con Efe, que las manchas intentarán ser eliminadas con algún tipo de disolvente.

La responsable de Conservación Preventiva y Restauración ha mostrado también un retrato del capitán del Ejército y político José López Domínguez, realizado en 1895 y que presenta “bastante suciedad y probablemente tenga una capa de barniz muy amarillo que, en caso de eliminarse, saldría mucha más información y se vería mejor el color”.

El moho es una de las causas que perjudica a otra de las piezas pendientes de restaurar, un retrato del militar y político Leopoldo O'Donnell ya que, como ha precisado López-Villalta, hasta el siglo XX los materiales con los que se confeccionaban los cuadros eran orgánicos y “por tanto susceptibles de infectarse por hongos, moho o xilófagos”.

Lo primero que hay que hacer a la hora de analizar las piezas, ha detallado la experta, es comprobar su estado de conservación ya que los textiles pueden estar afectados por hongos o por polillas y la madera de los marcos se puede haber desgastado por la presencia de carcoma, de manera que si esa pieza se introduce en el almacén podría contagiar a otras.

De hecho, la humedad, la excesiva exposición a la luz, los insectos o los hongos son algunos de los peores enemigos de las piezas que llegan procedentes de depósitos, compras o donaciones y que siguen un proceso largo hasta su llegada a uno de los diez almacenes ubicados en los sótanos del imponente edificio del Alcázar.

Una vez identificadas las deficiencias, las piezas se trasladan al taller para su restauración o a una sala de objetos pendientes en la que se decide si pasan a otro cuarto denominado 'Anoxia' en referencia a una técnica que permite eliminar los insectos de la pieza dejándolos sin oxígeno.

En la sala de restauración de banderas, López-Villalta ha mostrado algunas de los siglos XIX y XX, entre ellas una de seda bicolor que O'Donnell regaló al partido Unión Constitucional con el escudo nacional bordado en seda.

Cuando una bandera llega en mal estado, deshilachada en muchos casos, “no hay que poner los trozos unos encima de otros sino procurar que se mantenga en buen estado con los elementos que hay”, ha explicado la jefa del Departamento.

En este sentido, no es conveniente enmarcar las banderas ni colocar clavos en el tejido, porque se oxidan y perjudican el estado de conservación de la pieza.

Durante todo este mes de mayo el Museo del Ejército mantiene abierta una muestra temporal que busca difundir la importancia de las labores de conservación y restauración y, a la vez, mostrar algunas de las piezas que acaban de ser restauradas.

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