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Nostalgia del atasco

Un millar de mossos d'esquadra trabajan para evitar desplazamientos innecesarios con motivo del fin de semana y el inicio de la Semana Santa, en los cerca de 200 controles (en la imagen uno de ellos en la Plaça Cerdà de Barcelona) que se han montado en las carreteras catalanas.

EFE

Madrid —

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Hoy es Viernes de Dolores. Hoy, como ha ocurrido desde hace décadas, hubiera dado comienzo a las tres de la tarde la operación especial de Tráfico con motivo de las vacaciones de Semana Santa. A esta hora hubiéramos refunfuñado un poco ante la cola de coches que nos precedían o sucedían. Hoy, Viernes de Dolores de 2020, añoramos el atasco.

Un puñetero virus nos deja esta Semana Santa en casa, con los coches aparcados en los garajes. O en las calles, muy cerquita de nuestra vivienda por si podemos verlos desde la ventana.

No hemos hecho planes este año; muchos hemos tenido que anular la reserva en hoteles, apartamentos, vuelos, trenes... Eso sí, los que íbamos a formar parte de la procesión de coches nos hemos ahorrado el debate en casa sobre cuál era la mejor hora para salir.

Todos nos quedamos, o eso esperamos. Y !ay¡ de quien no lo haga, de aquel que intente eludir las reglas del estado de alarma y quiera irse a su pueblo, a su segunda residencia, a la playa...

Desde la entrada en vigor de este confinamiento, o encierro, o cuarentena, según como quiera cada uno llamarle, la Guardia Civil de Tráfico en las vías interurbanas, y las policías en las salidas y entradas de las ciudades, han intensificado los controles para que nadie se “escape” de vacaciones.

Son muchas las propuestas de sanción que los agentes han hecho hasta ahora, pero en estos días estarán aún más pendientes. Ya se ha visto a agentes en las proximidades de las playas del Levante por si algún “despistado” quiere darse un baño, un paseo por la arena o dar una vuelta a su apartamento.

En las vacaciones de Semana Santa del año pasado, que también fueron en abril (desde el día 12, Viernes de Dolores, hasta el 22, Lunes de Pascua), la Dirección General de Tráfico (DGT) calculó que se iban a producir 15,5 millones de desplazamientos en esos diez días, el periodo del año de mayor “éxodo” y en el que se concentran más coches en las carreteras.

Hasta 40 kilómetros de congestión soportaron en los días clave algunas autovías como la A-6, sin olvidar los tradicionales atascos en la A-3 en Rivas-Vaciamadrid o los muchos tramos de la A-4 en los que las paradas fueron continuas.

Nada que ver, de todos modos, con esas colas infinitas de coches cuando las carreteras nacionales (entonces se llamaban así) que partían del km 0 (la Puerta del Sol de Madrid) no estaban ni desdobladas. Como mucho, tenían doble carril por sentido en las proximidades de la capital.

Si el estado de alarma no nos hubiera dejado en casa, es probable que este año los desplazamientos hubieran aumentado en Semana Santa, como parecía desprenderse de los resultados de enero y febrero, que ya reflejaban un incremento nada desdeñable.

Este año nos hemos quedado sin los consejos habituales de la DGT, a los que siempre se unen entidades como el RACE, la Fundación Mapfre, Fesvial, las asociaciones de víctimas... Siempre esperanzadas de que las cifras de la siniestralidad bajen.

También nos hemos quedado sin campaña de concienciación especial para estas fechas. No es necesaria. Tráfico, como todas las instituciones, organismos, empresas, medios de comunicación y un largo etcétera, comparten la misma: Yo me quedo en casa.

Parece que, de momento, estamos haciendo caso a las restricciones. A las 18.00 horas hemos pinchado en la página de la DGT el estado de la circulación y hemos marcado, como solemos hacer en las operaciones especiales, la casilla de las retenciones.

Sólo aparecían dos incidencias, ambas en la provincia de Barcelona,: una a las 17.30 en la B-10 hacia el Nus de Llobregat, y otra a las 17.00 horas en la A-2 en Castellbisbal.

Y en el boletín de radio, de tan solo 21 segundos, solo relataba una incidencia (un vehículo averiado en la N-121 en Irún) por una de esas voces que tantas veces hemos escuchado y ya nos resultan familiares. Algunas pasadas, como las de Anselmo Mancebo o Fernando Pérez. Otras más actuales, como las de Alfonso Martínez o Patricia Arriaga.

Seguimos escuchando a estos últimos, porque Tráfico es un servicio esencial en este estado de alarma. Voces que nos repetirán que es fin de semana y se refuerzan los controles. “Insistimos una vez más, solo se pueden hacer desplazamientos justificados e imprescindibles”, nos recuerdan.

Habrá balance de siniestralidad cuando acabe la Semana Santa, e día 13. Sin duda, la cifra de fallecidos no se aproximará ni de lejos a los 27 del año pasado.

Pero lo más importante serán las vidas que se salvarán y los contagios que se evitarán por no coger el coche. Ya lo dijo ayer el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Sagrario Ortega

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