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Ocean Colour Scene celebra en Madrid 20 años de vigencia del “britpop”

Ocean Colour Scene celebra en Madrid 20 años de vigencia del "britpop"

EFE

Madrid —

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Con una carrera ininterrumpida de casi tres décadas a su espalda, Ocean Colour Scene ha vuelto esta noche a la capital española para abrir su última gira, un tour preñado de nostalgia que celebra los 20 años de vida de su disco más emblemático y que constata la vigencia y realidad del “brit-pop”.

Eso que gente como Graham Coxon, de Blur, y otros miembros destacados de aquella ola magnética llegada de Reino Unido en los 90 llaman hoy por hoy “espejismo” ha concitado la asistencia masiva de 1.400 personas a la sala La Riviera de Madrid (cifras de la organización) para volver a disfrutar de algunas de sus mejores canciones.

“The riverboat song”, “The day we caught the train”, “You've got it bad”... Todos y cada uno de los doce cortes de “Moseley Shoals” (1996), en orden del primero al último, han sonado esta noche en Madrid, tres años después de la última visita a la ciudad de OCS.

Se trata de la primera parada de un “tour” que sólo pasará por España, Irlanda y Reino Unido y que cuenta con tres de los cuatro músicos que hicieron posible aquel álbum, a tener en cuenta sobre todo a Simon Fowler (voz y guitarra acústica) y a Steve Cradock (guitarra eléctrica y teclados).

“Moseley Shoals”, título que mezclaba en un juego de palabras el nombre del suburbio de Birmingham del que procede la banda y la localidad estadounidense de Muscle Shoals, cuna del soul en los 60, fue el álbum que los encumbró con 1,3 millones de copias vendidas y que aún hoy es considerado uno de los mejores de la historia británica.

No fue número 1, pero abrió las puertas para que su siguiente disco lo alcanzara, “Marchin' already”, del que también han sonado algunos temas al final de la velada en forma de bises, e incluso alguno de su siguiente producción, “One from the modern”.

Ha sido por tanto una jornada dedicada al recuerdo de su producción más mediática, de 1996 a 1999, cogiendo el resuello del “britpop” en pleno éxtasis, después de que Oasis, Suede, Blur o Pulp volvieran a sacudir las bases de la música internacional y plantaran cara a EE.UU. y al avance del “grunge” con un producto propio.

Hoy, pasadas las 21,15 horas, el cuarteto ha saltado al escenario bajo la chispa eléctrica de la cara B “Day tripper”, incluida en la reciente reedición del álbum de marras, cuyo repertorio titular ha arrancado con la familiar y oscilante guitarra de “The riverboat song” y su atípico ritmo 6/8.

“Gracias”, ha dicho Fowler, que ha acometido junto a la banda la catártica “The day we caught the train”, el tema del disco que más alto llegó en listas, dejándose querer también esta noche por un público que al unísono ha entonado los “oh oh la la” y que, en cualquier otro formato, podría haber cerrado la velada en punto álgido.

Tras “The circle”, que también fue sencillo del disco, ha sonado la lánguida “Linning pockets” entre luces rosas y una amplificación excesiva que ha emborronado la canción.

“Esto no es sencillo, dadme una oportunidad. No he tocado estas canciones en 20 años”, ha solicitado entonces Fowler, mientras parte del público chistaba a la otra mitad que no callaba.

Las florituras psicotrópicas aportadas por el bajo de Raymond Meade en la densa “Fleeting mind” han dado paso a la jovialidad contagiosa de “One for the road”, con Cradock al teclado y el público apuntándose al verso del clímax: “I'll sing my sorrow”.

Con esa alternancia del disco entre cortes más rítmicos y otros más melancólicos ha ido sucediéndose el disco, hasta “You've got it bad”, la canción que compusieron inspirándose en la película “Quadrophenia” de The Who, y “Get away”, con la armónica fronteriza de Fowler como aditamento y su voz en máximos, entonando agudos encrespados (“away, away, away”).

El problema de los discos llevados tal cual al directo es que el orden de aquellos están pensados normalmente para ir de más a menos, mientras que los segundos suelen emprender el camino contrario.

Para salvar un final demasiado abrupto y falto de hits, se ha pasado a unos bises muy largos, con hasta 10 grandes éxitos de sus siguientes discos, a destacar “Better day” y la evocación a lo McCartney de que un mundo mejor es posible, bien hilada en ese sentido con “Profit in peace” y la proclama comunal “No queremos luchar más”.

“Get blown away” ha puesto algo de dinamita al tramo final, que ha explotado del todo tras cerca de 1 hora y 45 minutos de música con “Travellers tune”, “Robin Hood” y “Hundred mile high city”, a la espera de su visita mañana a Barcelona y el viernes a Zaragoza.

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