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Ospina navega en los orígenes del terror y trae el Romanticismo al siglo XXI

Ospina navega en los orígenes del terror y trae el Romanticismo al siglo XXI

EFE

Bogotá —

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Entre la creación de “El monstruo de Frankenstein” y de “El vampiro” navega la última novela del colombiano William Ospina, “El año del verano que nunca llegó”, una obra en la que el escritor une a la poesía y los genios creativos del Romanticismo con el siglo XXI.

“He tratado de hacer posible la poesía en esta Modernidad que parece tan despojada de ella, mostrar que no está tan lejos y que la poesía del siglo XIX puede arrojar luces sobre los claroscuros de esta época”, señaló Ospina en una entrevista con Efe.

Y es que su última novela, publicada por Penguin Random House, que será presentada este sábado en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), tiene como punto de partida la célebre reunión entre Mary Shelley, Lord Byron, John William Polidori y Percy Shelley a orillas del lago Lemán, en Suiza.

En ella se gestaron esos dos mitos de la literatura de terror que quedaron plasmados en “Frankenstein o el moderno Prometeo”, de Mary Shelley, y “El vampiro”, de Polidori; semblanzas del horror que también se transformaron en iconos de Romanticismo.

Para acercarse al encuentro y a la personalidad conturbada de Byron, Ospina se desdobla como narrador y personaje de la novela e intenta transmitir en primera persona la obsesión que mantiene desde hace años con ese encuentro que se dio en 1816.

En ese año, conocido en la historia como el “Año sin verano”, el mundo vio una caída en las temperaturas que anegaron de oscuridad Europa y dieron luz a un terror -literario- que abrió los caminos por los que después transitaron autores como Edgar Allan Poe o Bram Stoker.

“La poesía perturbadora de esta época puede ayudarnos a ver de otra manera los sueños y las quimeras del Romanticismo”, destacó Ospina.

Para conseguirlo, el escritor establece un diálogo entre dos tiempos, “un cruce de relojes”, en el que él mismo ejerce como médium al narrar su investigación, su “búsqueda” de información sobre el encuentro de los genios del Romanticismo y acerca al lector un pedazo de historia literaria en la que había notables zonas oscuras.

Sin embargo, el Ospina escritor evita cruzar al Ospina personaje con los Byron, Shelleys o Polidori caracterizados en la novela, ya que “sería un encuentro de fantasmas” y “no respetaría la verdad poética”.

El encuentro anhelado entre los autores del XIX y el colombiano del XXI postergan una reunión ficticia que permite dibujar una realidad actual en la que no resultaría extraño encontrarles.

“Siento que (esos autores del Romanticismo) podrían andar por esta época sin contrastar demasiado”, subrayó Ospina, para quien hay personajes de la historia que podrían caminar por nuestras ciudades.

Entre esos grandes genios, el escritor colombiano destacó a Voltaire como uno de los personajes de la historia que, junto a Byron, los Shelleys o Polidori, “se han adelantado a su tiempo o han tenido la suficiente amplitud mental como para entender una época posterior”.

Esos personajes que transitan por las páginas de “El año del verano que nunca llegó”, comparten la atención del lector con la feminista del siglo XIX Mary Wollstonecraft o el anarquista británico William Godwin, quienes, junto a los precursores de la Revolución Francesa “tienen cosas que decirle a la época en que vivimos”, según Ospina.

Abrumado ante la posibilidad de “abarcar todo lo que puedan decirles” esos autores a los habitantes de este siglo, el escritor colombiano señaló que ellos, “ya en su tiempo, estaban buscando otro mundo”.

“Ellos sentían que tanta definición era una limitación y había muchas cosas cuya principal virtud era ser inexplicables. Su principal encanto es no poder ser abarcados por el lápiz preciso de la razón”, apostilló Ospina, probablemente el autor colombiano que más proyección ha alcanzado fuera de su país en los últimos años gracias a “El país de la canela”.

Esa búsqueda y sueño de un mundo diferente lo traslada Ospina a la realidad actual “demasiado cuadriculada”, en la que hay mucha “gente mirando unas pantallitas, mientras Homero y (Walt) Whitman rugían en los pinos”.

“Una de las herramientas que tendremos para salvar este mundo de las obscenas maquinaciones del lucro y de la mirada utilitaria que solo ve en los ríos fuentes de energía es convocar otra vez a los duendes y los monstruos para proteger los territorios de la imaginación”, concluyó.

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