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Patriarcado, religión universal

Patriarcado, religión universal

EFE

Madrid —

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Las diferencias religiosas han sido y siguen siendo fuente de conflictos pero hay un aspecto en el que todas se ponen de acuerdo: la demonización de la sexualidad femenina. La directora suiza Bárbara Miller partió de esa constatación para rodar el documental “Placer femenino”, que se estrena este viernes.

Una judía ortodoxa, una terapeuta sexual de Somalia, una artista japonesa condenada por obscenidad, una monja que sufrió abusos y una activista por los derechos sexuales en India cuentan sus experiencias en el filme, que explora textos sagrados desde el islam al judaísmo, pasando por el budismo, el cristianismo y el sintoísmo.

Miller empezó con el proyecto hace cinco años, antes de la explosión del #Metoo y la nueva oleada feminista. “Fue difícil de financiar, tratándose de un filme que hablaba de mujeres, religión y sexualidad, tres tabúes, olvídate, pero por suerte hoy las cosas están cambiando”, ha dicho a Efe.

Desde que se estrenó en Locarno el año pasado, no ha parado de viajar por todo el mundo presentándolo. “Son mujeres que han tenido el coraje de romper tabúes y que han dado el paso al espacio público, y aunque algunas historias puedan parecer extremas, no lo son, son casos que están sucediendo hoy en las principales ciudades del mundo moderno”, subraya.

La película arranca con la historia de Deborah Feldman, una mujer judía que creció en la comunidad jasídica de Brooklyn, educada en la vergüenza hacia el propio cuerpo y la sumisión.

Feldman explica cómo durante la menstruación no pueden tocar a su marido porque se les considera impuras. Cuando finalizan el periodo deben someterse a un baño de purificación y, en ocasiones, explica Miller, tienen que mostrar sus bragas al rabino para que éste decida si ya están listas para ese baño.

Vithika Yadav cuenta lo que significa ser mujer en la India. “Es nacer condenada a ser acosada y manoseada, lo que hace que se cree un sentimiento de odio hacia el propio cuerpo”, dice Yadav, que ha creado una plataforma para hablar de sexo en su país.

El caso de Doris Wagner es conocido, ya que fue seguido en los medios de comunicación, una exmonja alemana que denunció por abusos al sacerdote austríaco Hermann Geissler. La sentencia del tribunal Supremo de la Signatura Apostólica se conoció hace sólo unos días: fue absuelto.

Leyla Hussein, una activista somalí contra la mutilación genital que imparte talleres en Londres y en África, explica que en su país de origen, el arraigo de esta práctica llega a tal punto que las propias niñas discriminan en el patio del colegio a quien no haya pasado por ella.

Y por último el caso de la artista japonesa de manga Rokudenashiko, procesada por hacer moldes con su vulva y exhibirlos. Su imagen remando en una canoa con uno de esos moldes dio la vuelta al mundo. En este caso el proceso aún está abierto, piden para ella dos años de prisión o una multa que no puede afrontar.

La historia resulta especialmente sorprendente en un país que celebra un festival de la fertilidad en el que se veneran en desfiles callejeros figuras de penes de dos metros y los niños lamen helados con formas de pene, tal y como muestra el documental.

“Si lo piensas, el cuerpo de la mujer y su sexualidad ha sido mirado como algo negativo en los últimos dos mil años, es mucho tiempo luchando contra viejas estructuras que siguen influyendo en nuestra vida”, dice Miller, autora también de un documental sobre el clítoris y otro sobre el impacto del porno en la educación sexual de los jóvenes.

Por Magdalena Tsanis

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