Paulina García: cada vez me parece más difícil la construcción de un personaje

Paulina García es uno de los grandes nombres de la interpretación latinoamericana, lo que no le impide reconocer que cada vez le parece “más difícil el proceso de construcción de un personaje”.

“Lo primero que espero de un personaje es que tenga verdad orgánica y luego trato de pararme y conectar con él”, explica la actriz en una entrevista con Efe en el Festival de San Sebastián, donde presenta “La novia del desierto” en la sección Horizontes Latinos del certamen donostiarra.

Y para tratar de meterse en su papel, como con la Teresa de “La novia del desierto”, busca “el rayito de luz”. “Es -explica- como estar en una pieza oscura tratando de encontrar la manilla para ver dónde estoy. Es una dura porfía y de tanto estar ahí, a veces entra ese rayito de luz que me conecta con el personaje”.

Un proceso que pese a la experiencia cada vez le resulta más complicado. “Es íntimo, privado y sufrido”, asegura.

Porque hay ocasiones en las que cree que no lo ha logrado, como le pasó con “Gloria”, de Sebastián Lelio, uno de sus papeles más reconocidos, por el que recibió el premio de interpretación de la Berlinale y el Platino en 2014.

Un afán de perfección que le lleva a no ver las películas más que en el estreno y una vez más. Ni siquiera revisa las escenas tras cada día de rodaje, ni lee las críticas. Y señala entre risas que no le gusta ver en la pantalla cómo ha envejecido o engordado, o cómo le sientan las canas que luce en “La novia del desierto”.

“¡Y pasé ocho meses con ese pelo!”, exclama al explicar que cada personaje requiere también un aspecto físico y en este caso la ternura y vulnerabilidad de Teresa se reflejan claramente en su dejadez y el poco cuidado de sí misma.

Un evidente contraste con la actriz, impecable y divertida en un hotel frente a la espectacular playa de la Concha de San Sebastián.

“Cuando me invitaron a participar en la película el guion era muy sencillo y me conmovió eso y la ternura de Teresa”, recuerda de una película que le propusieron hace cuatro años y que desde entonces “evolucionó muchísimo”.

Ópera prima de las realizadoras argentinas Cecilia Atán y Valeria Pivato, sigue apenas unos días de la vida de Teresa, una mujer introvertida y aislada que siempre se ha dedicado a cuidar de una familia ajena y que se encuentra por azar con 'Gringo' (Claudio Rissi), un vendedor ambulante lleno de energía.

Una historia que va dando giros inesperados para construir una película delicada y sorprendente, “muy madura” para ser un primer largometraje y con la que la actriz sintió “inmediatamente, que iba a ser muy interesante”.

Tras pasar por la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, “La novia del desierto” compite ahora en San Sebastián, dos logros importantes para una ópera prima, lo que da la razón a la decisión de García de hacer el filme.

No le importó que fuera el debut de las realizadoras, al contrario, le animó que fueran mujeres, que la historia se centrara en una mujer y que se desarrollara en una lugar familiar para ella, como el desierto, aunque el argentino sea muy diferente del de su Chile natal.

A eso se añadió el papel que juega en la película la 'Difunta Correa', una santa popular a la que veneran en la provincia de San Juan, una devoción conmovedora para la actriz.

Una actriz que en San Sebastián está también presente con “La cordillera”, el filme de Santiago Mitre que se ha elegido para homenajear la trayectoria de su protagonista, Ricardo Darín, uno de los premios Donostia de esta 65 edición del festival.

Un rodaje que fue “la Torre de Babel del castellano”, cuenta García divertida de una película en la que participan actores argentinos, como Darín y Dolores Fonzi; chilenos, como Alfredo Castro y ella; mexicanos, como Daniel Giménez Cacho, o españoles, como Elena Anaya.

“Es maravilloso, una gran oportunidad trabajar con actores de tantos lugares, te das cuenta de que todos estamos en la misma situación de fragilidad”, resalta una actriz que se mueve con soltura en el cine, la televisión o el teatro.

Ahora rueda en Barcelona la serie “Matar al padre”, de Mar Coll, y aunque asegura que no le importa el medio, reconoce que le gusta el teatro porque le permite regresar a su casa y a su cama. “El teatro es mi casa, ahí es donde nací y fue lo que me puso en el cine. Todo es cómodo e incómodo”.