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Pierre Gonnord lleva a Madrid la fuerza de los grupos que luchan por no extinguirse

Pierre Gonnord lleva a Madrid la fuerza de los grupos que luchan por no extinguirse

EFE

Madrid —

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El maestro del retrato Pierre Gonnord expone en Alcobendas (Madrid) sus mejores fotografías desde que decidiera “salir del rebaño” y alejar su obra de la globalización urbana para dirigir su capacidad introspectiva hacia la “fuerza moral y dignidad” de colectivos llamados a extinguirse.

Movido por un compromiso humano y social, Pierre Gonnord (1963, Francia) expone en una entrevista a Efe que en su fotografía hay un “cuestionamiento” hacia la globalización y un llamamiento a ser consciente de que existen otros entornos que “aunque son más precarios, luchan por no desaparecer”.

“Un autor siempre decide, se posiciona. Yo he decidido salir de nuestro rebaño, de esta época de globalización urbana -que en verdad es muy antigua- en lugar de caer en la tradición de numerosos fotógrafos que se mimetizan con los ciudadanos de las grandes ciudades”, afirma el fotógrafo.

Gonnord, que vivió los primeros catorce años de su vida en un pueblo, considera que actualmente las urbes están guiadas por las economías a gran escala, lo que va en detrimento de las raíces propias de algunos lugares, abocando a desaparecer, en muchos casos, a sus actividades y estilos de vida.

Los mineros, los gitanos, los monjes o los vendedores ambulantes han sido algunos de los colectivos sobre los que el fotógrafo francés ha puesto su foco, consciente de que los cambios sociales o los intereses económicos amenazan con acabar con su tradición de siglos.

Ahora trabaja en el Monte Athos (Grecia), atraído por un monasterio de monjes cuya religión “se apaga”, según dice, pese a su legado, sus conocimientos y su historia.

Pese a las dificultades que le está suponiendo este proyecto, el fotógrafo no desiste en su intención de conocerlos y retratarlos, sin llegar a resignarse porque, incluso si finalmente no alcanzara el objetivo, defiende que ya ha ganado con esta “experiencia vital”.

Además, añade, estos periodos en los que se implica con el colectivo al que quiere retratar le permiten “no estar siempre en un mundo tan comercial y mercantil como es la ciudad”, sino disfrutar de un ritmo de vida dictado por la naturaleza.

Por otro lado, el artista defiende que para captar la esencia de las personas necesita haber pasado tiempo con ellas y haber aprendido de ellas, siendo consciente a la hora de disparar de que ha existido “una escucha” previa y que no se trata de desconocidos.

Hasta tal punto se esfuerza el fotógrafo en transmitir la “dignidad y la esencia” de las personas que siempre las ubica en un fondo oscuro, evitando que otro fondo con más datos distraiga al espectador.

Por ejemplo, recuerda Gonnord el retrato de una vendedora de sardinas que transmitía dignidad y una actitud aristocrática, inteligente y sagaz que, a su juicio, el espectador no hubiera captado si hubiera aparecido al lado de su puesto ambulante.

“Lo que interesa es la persona. El resto se puede intuir, pero es más importante mostrar su carácter que los detalles de su trabajo”, resume el fotógrafo, evitando que se les pueda llamar marginal por su trabajo o el lugar donde viven.

En la muestra que ha llevado a Alcobendas, que le concedió el pasado año su premio internacional de fotografía, se ha incluido también, por primera vez en sus exposiciones, un vídeo que Gonnord realizó en 2014 mientras desarrollaba un proyecto fotográfico sobre los mineros de Sabero (León).

Entonces acudió movido por su interés por captar una labor llamada a extinguirse y que en unos años “jamás volveremos a ver”.

Con aquel viaje el maestro descubrió que, aunque el vídeo es un formato “totalmente diferente” al que está acostumbrado, ofrece grandes posibilidades para hablar de la condición humana, registrando voces y testimonios que aportan algo adicional a la expresión de sus rostros fotografiados.

Por ello, y aunque no descarta vincular siempre su trabajo a la fotografía fija, reconoce que no quiere abandonar el formato del vídeo, en un afán sin límites por “captar un poco más de la expresión del retratado”.

Por Patricia Cristóbal

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