Poderosa y carismática, Patti Smith pone en pie los Jardines de Pedralbes

Como una sacerdotisa, Patti Smith ha movido hoy las manos en el aire, ha bailado entregada a los sonidos lisérgicos de la guitarra eléctrica, ha lanzado gritos desgarrados y ha hecho levantar de sus sillas al público de los Jardines de Pedralbes, a pesar de que los de seguridad han intentado impedirlo.

Esto ha ocurrido en el tramo final del concierto que ha ofrecido hoy en Barcelona la musa y precursora del punk, que ha empezado mucho más tranquila, recitando versos de su amado Allen Ginsberg, y ha acabado cantando el empoderante “People Have The Power”.

Ya antes, con “The Last Time”, el público ha hecho el primer amago de romper las reglas de este festival elegante y refinado, donde la gente suele permanecer sentada, y gran parte de los espectadores se han ido hacia delante para bailar con Patti, que estaba haciéndolo con mucho ritmo, aprovechando un tramo musical en el que no cantaba.

Pero los empleados del festival han pedido a la gente que se volviera a sentar y eso han hecho, hasta que ha llegado “Pissing In A River” y alguien ha gritado desde la gradas “queremos bailar, no nos dejan bailar” y la sacerdotisa, con su aspecto andrógino y su larga melena blanca, ha respondido: “¿cuántos son los que no os dejan bailar?. Si queréis bailar, adelante, bailad”.

Y eso ha hecho todo el mundo en “Because The Night”, “Gloria” y “People Have The Power”, excepto algún persona tímida y algún miembro del publico de la misma edad que la cantante pero peor conservado.

Porque lo de Patti Smith es increíble. Muchos jóvenes querrían la energía que desprende en el escenario esta mujer de 69 años, que conserva una voz poderosa que hoy ha lanzado con fuerza hacia la platea, a pesar de que “la humedad” de Barcelona, según ha dicho, le estaba mermando la capacidad vocal.

Ciertamente la noche era húmeda y calurosa, pero no tanto como le parecía a la intérprete, que ha bailado tanto que ha acabado sudando y se ha despedido con una toalla alrededor del cuello.

La americana negra con la que ha salido al escenario ha volando poco después de presentar a los miembros de Her Band, que han sido recibidos con cálidos aplausos, especialmente el hijo de Patti, Jackson Smith, y su inseparable Lenny Kaye.

Durante la hora y media de concierto, la carismática roquera y poeta ha tenido tiempo para el compromiso político, para las versiones y para repasar temas propios de diferentes épocas.

Aunque la gira se sigue llamando “Patti Smith and Her Band peform Horses”, tal como la tituló en 2015 con motivo del 40 aniversario del famoso álbum, hace ya tiempo que estamos en el 2016 y el repertorio ya no se centra sólo en “Horses”.

En esta ocasión ha interpretado una versión de “When Doves Cry”, de Prince, más recitada que cantada, y de “Eight Miles High”, de The Byrds, que el guitarrista Lenny Kaye ha presentado diciendo “tiene cincuenta años y sigue siendo fresca y 'cool'”, dos adjetivos que también se pueden aplicar a Patti Smith y su querido guitarrista, a pesar de que ambos tienen bastante más de cincuenta.

Entre los temas propios, la banda ha repasado, entre otros, “Dancing Barefoot”, “Frederick”, “Free Money”, “Gosh Dance” y “Grateful”.

Esta última se la ha dedicado a Gay Mercader, el promotor que la invitó por primera vez a Barcelona hace ya cuarenta años y que ella recuerda como “un gran tipo” que le permitió conocer España y vivir momentos “emocionantes”.

Fiel a su espíritu rebelde con causa, Patti Smith ha dedicado “Summer Cannibals” a “los niños que sufren en Estambul, Afganistán, París y Florida” porque “todos somos niños” y “todos somos hermanos y hermanas” y “cuando uno de nosotros es golpeado, todos somos golpeados”.

Y ha acabado el concierto gritando “tenéis el poder, la gente tiene el poder para salvar el planeta, para conseguir la paz, para salvar el aire y la tierra, hay que estar unidos, la gente es el futuro, las nuevas generaciones tienen el poder”. Dios la escuche.