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Reúnen por primera vez poesía y cuentos de Aurora Bernárdez,mujer de Cortázar

Reúnen por primera vez poesía y cuentos de Aurora Bernárdez,mujer de Cortázar

EFE

Barcelona —

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“El libro de Aurora” reúne por primera vez la poesía, los cuentos y algunos textos escritos por Aurora Bernárdez, primera mujer de Julio Cortázar y heredera del autor de “Rayuela”, una publicación impulsada por su amigo Philippe Fénelon, autor de la única entrevista extensa que concedió.

Fénelon ha dicho en una entrevista a Efe que “El libro de Aurora” era “la mejor manera de hacer un homenaje a Aurora. Después de su muerte encontramos entre sus papeles unos poemas que había escrito y unos cuentos, que ella no había destruido, pues aunque nunca quiso hacerse valer como escritora, tampoco destruyó lo que hizo”.

“Creo que siempre tuve una vocación de oscuridad y de secreto” es la frase anotada por la propia Aurora Bernárdez, hacia el final de su vida, en un cuaderno que resume, según Fénelon, “su vínculo tan particular con la literatura”.

El hecho de que no destruyera estos poemas y relatos expresa la idea que tuvo de que “quizá algún día podrían publicarse”.

El propio Mario Vargas Llosa, recuerda Fénelon, había dicho que siempre estuvo seguro de que Aurora “no sólo traducía -lo hacía maravillosamente-, sino también escribía, pero se abstenía de publicar por una decisión heroica: para que hubiese un solo escritor en la familia”.

Fénelon confirma esta tesis: “Después de casarse con Cortázar y metida en el trabajo de la traducción prefirió no dedicarse a ser escritora, seguramente para no enfrentarse a esa maldición que persigue a las parejas de escritores, en la que uno sobresale sobre el otro o uno es visto como más interesante que su pareja”.

La poesía recogida estaba en una parte de la casa familiar mezclada con otros papeles del domicilio, donde Fénelon había ordenado los papeles y la biblioteca diez años antes de la muerte de Aurora.

Las agendas estaban en un cajón de un pequeño despacho, donde Cortázar habría escrito “Rayuela”.

“Tras ver el material, vimos que tanto la poesía como los cuentos eran interesantes y estaban prácticamente todos terminados”, señala el amigo y entrevistador de Bernárdez, quien ha incluido una transcripción de esa larga entrevista en el volumen publicado por Alfaguara.

De los cuadernos, Fénelon se hizo cargo de su recopilación desde 1979 y los escritos se organizaron por temas: sus viajes a Santiago (1956), en el Río Belgrano (1960), a Deià (1979), Sanlúcar (1989) y el último a Barcelona en febrero de 2002.

Ilustran su interés por la escritura o por el arte en general entradas de esas agendas como las que dedica a Pizarnik, Saint-John Perse, Silvina Ocampo, Jane Austen, P.D. James, Cortázar, Keats, Beckett, Henry Moore, Tintoretto, el “Guernica” o Andy Warhol.

Tras la transcripción de una sesentena de poemas, “El libro de Aurora” recoge los ocho relatos que escribió, ambientados mayormente en la Buenos Aires de su infancia: “La merienda”, “Capelladas”, “Una visita”, “El finado”, “Adelaida rota”, “Madame Nicole”, “Irene” y “Arrancada”, este último “bastante autobiográfico”, como la propia autora aclara en una nota final.

El volumen se cierra con la entrevista que Aurora Bernárdez concedió al compositor y cineasta francés Philippe Fénelon en marzo y noviembre de 2005, a instancias de ella, para el documental que se estrenaría posteriormente sobre Cortázar, “La vuelta al día”.

La traductora argentina de origen gallego Aurora Bernárdez rehuía de todo protagonismo y ejercía la literatura de puertas para adentro, en la más estricta intimidad. “Julio fue un hombre para afuera, mientras yo seguí siendo para adentro”, le confesaba Aurora a su viejo amigo desde comienzos de los ochenta Philippe Fénelon, responsable de la edición de sus textos junto a Julia Saltzmann.

En esa entrevista, confiesa Fénelon, Bernárdez se revela además como “una brillante conversadora, tocada por la gracia de la ironía y dotada de una memoria prodigiosa: 'Es tan difícil hacerme hablar en público como hacerme callar en privado'”, le advertía.

A pesar de estas separados, Aurora Bernárdez se mantuvo siempre en contacto con Cortázar, que la nombró albacea testamentaria mucho antes de su muerte, y acabó cuidando de él cuando el Cronopio enfermó.

“Intelectualmente estaban muy unidos, aunque toda la parte política que Cortázar escribió después de la separación no le interesaba, como tampoco le gustaba el mundo del jazz, con Armstrong y las cavas”, señala Fénelon.

Tras la publicación de estos escritos, Fénelon asegura que no queda nada por editar, salvo sus correspondencia, como sucede con Cortázar.

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