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Rhonda Ross: “Ahora me siento muy libre de la sombra de mi madre, Diana Ross”

Rhonda Ross: "Ahora me siento muy libre de la sombra de mi madre, Diana Ross"

EFE

Madrid —

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Para cualquier portador de la genética combinada de Diana Ross y Berry Gordy, artífice de la Motown, resulta difícil pensar en otro sendero profesional que no fuese el artístico. Rhonda Ross no lo dudó nunca, aunque tardó en zafarse del peso de esos antecedentes para ser ella misma.

“Ahora me siento muy libre de la sombra de mi madre, aunque soy consciente de que, para quienes no me conocen, eso sigue estando ahí. La quiero mucho y estoy muy orgullosa de todo lo que ha conseguido, pero también lo estoy de lo que he alcanzado yo”, afirma en una charla con Efe en Madrid.

Visita la capital por primera vez para ofrecer mañana una actuación en la sala Clamores y presentar con la libertad creativa que caracteriza su impronta jazz “In case you didn't know” (2016), su primer disco de estudio, en formato de cuarteto con músicos españoles y su marido, el pianista Rodney Kendrick.

Fue él, explica, quien como mentor le enseñó a disfrutar la energía del momento y también quien le ayudó a liberarse de algunos frenos.

“Mis padres, sobre todo mi madre, constituyeron mis primeras influencias, no solo musicalmente, también en la manera de tratar a la gente. Pero aún hoy seguiría preguntándome si tendría que vivir toda mi vida bajo su sombra de no ser por Rodney. Él me mostró que podía encontrar mi propia personalidad”, cuenta.

De niña recibió ya el influjo de aquellas reuniones en casa con amigos de la familia como Steve Wonder o Michael Jackson. “Pesó mucho en mí estar alrededor de artistas que, más allá de ser muy conocidos, eran personas que dedicaban su vida a lo que amaban, sin importar lo que la sociedad pensara”, indica quien “siempre” quiso ser artista.

“Siempre lo he sido”, ratifica.

En su infancia se formó en casi todas las artes y, tras finalizar el instituto, comenzó a recorrer salas de jazz de Nueva York. En 1993 ya era una cantante profesional. A pesar de ello, sus primeros pasos conocidos para el gran público estadounidense los dio como intérprete de series de televisión.

Su propia vida es como una gran telenovela. A los 13 años la sentaron para revelarle un secreto de familia: quien creía su padre, Robert Ellis Silberstein, primer marido de su madre, no lo era desde un punto de vista biológico, sino un amigo muy cercano de la familia, nada menos que Berry Gordy, con quien mantiene una excelente relación.

La música de la Motown, el gran imperio que creó su progenitor, no está en ella, “pero sí el espíritu, cómo crecerse frente a las adversidades” y encontrar caminos alternativos para seguir adelante en una industria que, aún hoy, no siempre es sencilla para una artista que es mujer, negra y madre.

“Mi música trata de mi vida y de las vidas de todos los demás. Soy una artista vinculada al mundo en el que vive, especialmente ahora que hay que lidiar con nuestro nuevo 'líder'”, afirma.

Su propia madre hizo historia junto a The Supremes en los años 60 cosechando un éxito que rivalizó con el de The Beatles y que permitió visibilizar como posibilidad real que un negro cosechara una carrera musical de éxito masivo.

“Creo que cada una de los figuras de aquella época estaban muy enfocadas en abrirse camino y que no eran conscientes de lo que estaban consiguiendo para los demás”, reflexiona.

Consciente de las dificultades de esos tiempos, no baja la guardia. “Sigue habiendo racismo y xenofobia en EE.UU. y en el mundo. Quizás estuvo aletargado y ahora reflota. Todos juntos, blancos y negros, heteros y homosexuales, ciudadanos nacionales e inmigrantes, tenemos la responsabilidad de crear un frente común. De eso va mi música”, sentencia.

Mañana habrá ocasión de disfrutarla en vivo en un espectáculo que “nunca es igual”. De hecho, suele invertir el orden habitual y no graba sus canciones hasta que lleva “dos o tres años viendo cómo respiran sobre el escenario”.

“Soy una artista de directo. Mi fuerte es actuar ante el público, establecer una conexión con él, la improvisación y la flexibilidad”, explica Ross.

Como ejemplo, rememora un concierto de la gira que realizó en verano junto a su madre. Su pianista confundió la hora de la cita y no se presentó. Allí estaba ella, a unos minutos de empezar el espectáculo, a solas con su coro y un percusionista.

“Lo hicimos 'a capella' con el único acompañamiento del cajón y se convirtió en la noche más emocionante de mi vida, algo que no habría experimentado sin aquel fallo; me encanta esa libertad”, asegura con una contagiosa sonrisa dibujada en la cara.

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