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Robert Redford desafía “sus límites” en “Un paseo por el bosque” del director Ken Kwapis

Robert Redford desafía "sus límites" en "Un paseo por el bosque" del director Ken Kwapis

EFE

Madrid —

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A Robert Redford le gusta “desafiar sus límites” en el cine, y eso es lo que hace en “Un paseo por el bosque”, un proyecto que el actor quería haber realizado junto a su amigo Paul Newman y que dejó aparcado a su fallecimiento, hasta que se encontró con Nick Nolte.

Así lo explica en una entrevista con Efe Ken Kwapis, el director de una película que se estrena el viernes en España y en la que Redford sigue tratando de superarse a sí mismo, como ya había hecho en un anterior proyecto, también muy duro físicamente, “Cuando todo está perdido”.

“Está físicamente muy bien y le gusta desafiar sus límites”, resalta Kwapis, que considera sin embargo que lo más difícil que hace el actor no es meterse en papeles muy físicos para sus 79 años, sino mostrar una contención y una expresión sin palabras muy difícil de igualar.

En “Cuando todo está perdido”, el “verdadero desafío fue trabajar sin diálogo”, y en “Un paseo por el bosque” es interpretar “de forma sencilla, sin grandes gestos”, en una película además que está lejos de las cintas de mucha acción y gran espectáculo a las que está acostumbrado el público, opina Kwapis.

Y, sin embargo, Redford logra la atención necesaria y hace “que todo el mundo pueda sentirse implicado” en el fondo de la historia, que es el reencuentro con un amigo con el que hace años que perdió el contacto, una situación muy habitual en la vida de todo el mundo.

Redford interpreta a Bill Bryson, un escritor de guías de viaje, que decide aventurarse él mismo en un complejo trayecto de más de 3.500 kilómetros, los que componen el sendero de los Apalaches en Estados Unidos, que transcurre desde el estado de Georgia al de Maine.

Basada en la experiencia narrada en un libro por el británico Bryson, la película está coprotagonizada por Nick Nolte, un problemático viejo amigo, con una forma física muy poco recomendable para tal aventura.

Una historia que Redford quería llevar a la gran pantalla desde hace años y que pensó que sería el ideal para reunirse por tercera vez con Paul Newman, con el que trabajó en “Dos hombres y un destino” (1969) y “El golpe” (1973).

Pero el fallecimiento de Newman en 2008 le hizo aparcar el proyecto hasta que se embarcó en el rodaje de “Pacto de silencio”, junto a Nick Nolte y vio en él al actor adecuado para acompañarle en “Un paseo por el bosque”.

“Tenía toda la razón, no puedes imaginar a nadie mejor para la película que Nolte”, asegura Kwapis, que fue uno de los últimos en entrar en un proyecto que pasó por las manos de varios realizadores y que aceptó encantado el encargo.

“Es un gran honor trabajar con alguien con cuyas películas he crecido. Aún me recuerdo viendo en el cine 'Dos hombres y un destino' cuando tenía 10 años”, recuerda el realizador.

No solo por Redford, también por poder contar con Nolte. “Son dos de los más grandes actores, con muchos años de experiencia. Llevan más de medio siglo en la gran pantalla. Fue maravilloso verles actuar”.

En el caso de Redford además no es solo actor, también es director y productor. Pero dejó claro desde el principio que en esta ocasión quería centrarse únicamente en el trabajo de interpretación porque estaba muy comprometido con la historia.

Una historia muy sencilla, explica el director, para quien ese fue precisamente el reto del proyecto.

“Va del punto A al punto B, no es una historia complicada. No está llena de acción. Sabía que solo resultaría bien si conseguía que el espectador se implicara con estos dos hombres mayores”.

Porque además la película no es complaciente con la edad de los protagonistas, no oculta sus debilidades ni añade glamur, algo que Redford aceptó sin problemas pese a haber sido uno de los hombres más sexy del cine.

“Tenía que reflejar el hecho de que su vida ya tiene límites, que no tienen un largo futuro por delante”, y para ello los actores aparecen sin maquillaje ni artificios, de la forma más natural posible. Y esa es precisamente la principal virtud del filme.

Por Alicia García de Francisco

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