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Schlögel disecciona la persecución estalinista de 1937 con 700.000 ejecutados

Schlögel disecciona la persecución estalinista de 1937 con 700.000 ejecutados

EFE

Barcelona —

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El historiador alemán Karl Schlögel disecciona en el monumental ensayo “Terror y utopía: Moscú en 1937” la persecución que el régimen estalinista hizo en ese año, que afectó a dos millones de personas, de los cuales 700.000 fueron ejecutados.

Schlögel sostiene que aquella terrible represión “sirvió para armar la cohesión interna del país atacando el quintacolumnismo que representaban los trotskistas”, ha dicho a Efe en una entrevista.

El autor escogió 1937 porque “la historiografía y la publicación de gran cantidad de documentos ha constatado que fue un año especial, no sólo porque destacados dirigentes bolcheviques fueron perseguidos y condenados, sino porque 700.000 personas fueron ejecutadas por la orden del alto mando 00/47 del partido”.

“Esta orden determinaba cuántas personas y de qué categoría debían ser asesinadas y cuáles ser internadas en los campos, unos hechos que fueron conocidos en 1990 con la perestroika de Gorbachov”, advierte.

Con la vuelta del exilio después de la desestalinización del régimen, Schlögel recuerda que “un tercio de las familia soviéticas se habían visto afectadas de alguna manera por esa represión, que, en ningún caso, fueron unas meras purgas”.

La principal dificultad con la que se encontró Schlögel fue encontrar el tono justo para explicar que, “mientras sucedía esa persecución y matanza, Moscú experimentaba una modernización y transformación con la construcción del metro, rascacielos, canales que conectaban la capital con cinco mares”.

De hecho, tras la época difícil de las colectivizaciones, que supusieron deportaciones masivas de los pueblos, “todos esperaban una época de tranquilidad y calma en la vida cotidiana, pero finalmente no sucedió, porque fue una época de muchas turbulencias, conflictos, problemas de suministro y de vivienda en Moscú, que en sólo diez años vio doblada su población hasta los 4 millones”.

En ese contexto, añade Schlögel, una de los motivaciones de los líderes era sacar provecho de esas tensiones para estabilizar su propio poder: “Los líderes soviéticos utilizaron las amenazas interiores y exteriores de Japón y Alemania para romper la resistencia dentro del propio país”.

Es cuando Stalin repite hasta la saciedad en 1937 sobre “la necesidad de aniquilar a la quinta columna, a todas las fuerzas que en caso de una crisis pudieran apoyar al enemigo, como sucedió con campesinos, con los trabajadores alemanes o con la práctica totalidad del partido comunista polaco que se había exiliado”.

Piensa el historiador alemán que “había un enorme aparato responsable”, pero “no cabe duda de que Stalin jugó un papel determinante, y, de hecho, hay miles de nombres que subrayó o añadió comentarios de su puño y letra del tipo, 'Necesitamos ejecutar más de estos'”.

Preguntado por la comparación entre la mano dura de Stalin y la del actual presidente Vladimir Putin, Schlögel advierte que “hay cierta continuidad mental entre Stalin y Putin, pero el régimen de Putin no se puede equiparar al terror de masas de los miles y miles de personas que fueron ejecutadas en 1937”.

La “retórica” y los “estereotipos”, en cambio, sí son los mismos con Stalin y Putin: “A la oposición interior se la califica de agencia del enemigo, elementos antipatrióticos o quinta columna de la CIA”.

Percibe el autor que “la política de Putin tiene que ver más con los comandos de sicarios, tal como se entienden en Latinoamericana. con una justicia corrupta que puede llevar a cualquiera a la cárcel, como les pasa a miles de hombres de negocios porque no estuvieron dispuestos a pagar a funcionarios corruptos, y además tampoco hay una censura oficial, sino que la manipulación es más refinada”.

A pesar de que en los últimos veinte años se han publicado miles de documentos desclasificados “sigue habiendo en el archivo del presidente un archivo especial, con documentos todavía no desclasificados”.

Sin embargo, cree Schlögel que “el problema no es tanto de fuentes como de análisis y elaboración de todo ese material y se hace urgente la necesidad de conocer historias de la llamada provincia, porque concentrarse en Moscú y Leningrado no es suficiente”.

El historiador, que acaba de escribir el ensayo “Arqueología del comunismo en la Rusia de los años 20”, prepara otro libro extenso para conmemorar el centenario de la Revolución de Octubre, en otoño publicará una colección de ensayos sobre Ucrania y posteriormente espera concluir otro libro sobre el Volga que pretende ser también una historia de Rusia.

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