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Sergio Ramírez quiere abrir las puertas del Cervantes para toda Centroamérica

Sergio Ramírez quiere abrir las puertas del Cervantes para toda Centroamérica

EFE

Managua —

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Cuando el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares abra sus puertas el 23 de abril, no solo lo hará para que el nicaragüense Sergio Ramírez reciba el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2017, sino también para que los jóvenes de Centroamérica se interesen por las letras.

Así lo expresó el novelista y primer autor de la región en recibir el Cervantes en una entrevista con Efe en la capital de Nicaragua, días antes de su viaje a España.

“Es una puerta para la literatura centroamericana, y sobre todo una puerta que yo quiero que se abra para que los más jóvenes confíen en el futuro de la literatura, que sientan todos que nos alumbran a todos estos reflectores del Premio Cervantes”, afirmó el autor.

La literatura “vale la pena como dedicación, y este es el ánimo que yo quiero infundir en los escritores jóvenes”, dijo Ramírez, quien este fin de semana inicia un viaje de 15 días para cumplir actividades relacionadas con el Premio Cervantes.

Además de recibir el premio, el escritor nicaragüense deberá estar presente en una exposición sobre su vida y obra en la Universidad de Alcalá de Henares, estará en la Noche de los Libros, y tiene previsto un diálogo con Juan Manuel Bonet y otro con el periodista Juan Cruz, un acto en la Casa de América, entre otras.

“Es una agenda bastante apretada”, dijo Ramírez, que viajará con su esposa Gertrudis Guerrero, a quien llama “Tulita”, sus tres hijos y ocho nietos, porque “es una fecha histórica para la familia”.

Sentado en los muebles de su despacho, que por estos días está en remodelación, Ramírez, de 75 años, confiesa tener miedo escénico en los días previos del Premio Cervantes, el máximo honor al que puede aspirar un escritor de habla hispana.

“Siempre hay miedo escénico (...) si hay un lugar histórico es el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, y la cátedra es nada menos que la que ocupó don Antonio de Nebrija, quien escribió la primera gramática de la lengua española, todo ese ritual a cualquiera lo pone nervioso, por muy curtido que esté”, explica.

Y el escritor de “Ya Nadie llora por mí” está muy curtido, ha publicado 59 obras entre novelas, cuentos, antologías, ensayos y testimonios.

Ha ganado al menos 9 importantes premios internacionales de literatura, ha sido traducido a 17 idiomas, 7 países lo han condecorado, cuenta con 5 doctorados Honoris Causa en universidades de América y Europa, entre otros, y fue vicepresidente de Nicaragua de 1985 a 1990.

Tal experiencia es suficiente para armar un discurso magistral para el podio del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, que justo antes de esta entrevista ha dado por terminado.

“Ha sido una responsabilidad muy grande, porque estos discursos se consideran canónicos (...) es una reflexión sobre mi vida como escritor, sobre lo que yo creo que es la escritura, sobre la lengua que yo escribo, que es la lengua de Cervantes pero también la lengua de Rubén Darío, sobre eso yo quiero establecer este vínculo y cómo este es un premio para Centroamérica, para Nicaragua y lo que significa para la cultura de estos países”, expone.

Al volver el Cervantes hacia su región, Ramírez, autor de “Un baile de máscaras”, pretende aportar para dejar un legado que sea útil, o como él mismo dice, “una trascendencia que no sea vanidosa”.

“Yo quisiera que esto fuera imitado, que esto no terminara conmigo, sino que en el futuro se establecieran formas de promover jóvenes como escritores (...) la literatura es parte esencial de la vida”, resalta el escritor.

El esfuerzo de Ramírez por arrastrar a los jóvenes hacia la escritura, que compara con el de un reclutador de talentos del béisbol, ya rinde frutos, según dice, pues existen editoriales españolas y mexicanas que están publicando las obras de los noveles.

Al preguntarle quién se vislumbra como heredero, el escritor de “Mil y una muertes” aclara que “yo no tengo herederos, yo lo que tengo es una vocación, la escritura no se hereda, lo que uno hace es abrir puertas”.

Volviendo al Premio Cervantes, dotado de unos 154.000 dólares, Ramírez deja claro que el impacto inmediato en su vida es la seguridad económica para continuar dedicándose a la escritura, luego, reconoce que “es un honor, yo me siento muy halagado, no deja de excitar mi vanidad”.

Pero si la excitación no se le nota, la vanidad menos, no viste con joyas ni hay espejos en su despacho, y es un hombre relativamente accesible en un país donde cada vez es más difícil conseguir declaraciones, debido al polarizado contexto político.

Se alegra de que su “reinado” como Premio Cervantes sea “corto”, porque pronto podrá volver a lo que más le apasiona, escribir, no por premios, porque esos “arruinan la escritura”, dice, sino “por la honda satisfacción de ser escritor”.

“Yo soy un contador de historias, entonces, si esas historias que yo cuento reciben alguna corona, pues bienvenida la corona”, puntualiza el autor de “Adiós muchachos”.

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