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Steve Coleman y Jack DeJohnette, señores de la improvisación

Steve Coleman y Jack DeJohnette, señores de la improvisación

EFE

San Sebastián —

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El Festival de Jazz de San Sebastián se ha presentando este sábado con dos caras bien diferentes, la festiva de Ibrahim Maalouf en el Kursaal y la de la improvisación sin adornos de Steve Coleman y el tándem formado por Jack DeJohnette y Ravi Coltrane en la plaza de la Trinidad.

Coleman, maestro del riesgo, ha cerrado la tercera sesión en los escenarios de pago del Jazzaldia con sus Five Elements, su grupo primigenio, campo base al que siempre regresa el saxofonista tras colaboraciones diversas.

El músico de Chicago, a punto de cumplir 60 años, se ha rodado de los jóvenes Jonathan Finlayson (trompeta), Miles Okazaki (guitarra), Anthony Tidd (bajo) y Sean Rickman (batería) para ofrecer un concierto en el que la repetición rítmica, y cíclica, ha resultado ser una experiencia magnética.

Con los músicos en concentración plena, saxo y trompeta han seguido explorando sonidos hasta que éstos se han hecho voz, en fraseos de reconocibles ecos africanos.

De esta forma, este músico que siempre ha venido a sorprender a San Sebastián se ha despedido del público de la Trinidad, a cuyos aplausos el saxofonista ha respondido con una sorpresa.

Han vuelto todos al escenario para el bis, pero con uno más, con el saxofonista Ravi Coltrane, hijo del gran John Coltrane, que había actuado antes en el mismo escenario junto a Jack DeJohnette y Matt Garrison.

Ravi Coltrane conoce bien a Coleman, se ha formado con él y a él se ha unido para echar el telón a una noche espléndida de maestros.

Una cita que abría el trío DeJohnette, ese batería que atesora un currículo kilométrico, que ha trabajado con los más grandes, como Miles Davis, Freddie Hubbard, Sonny Rollins y, por supuesto, Keith Jarrett.

Es también compositor y alguna vez se le puede contemplar al piano. Hoy ha sido una de ellas, interpretando junto a Coltrane un tema de un lirismo evocador, parte de un repertorio en el que han incluido temas del último disco que ha grabado el trío, “In Movement”.

La pieza llegaba después de más de 30 minutos ininterrumpidos de música, que se iniciaron por caminos muy experimentales, pero que fueron más un prólogo que una declaración de intenciones, porque la escucha dejó de ser una ardua labor para los cinco sentidos.

Afortunada sesión de sabios en esta segunda noche de la plaza Trinidad.

La tarde del Kursaal ha correspondido al trompetista Ibrahim Maalouf, que pese a ser su primera visita al Jazzaldia ha sido recibido como viejo amigo, algo en lo que habrá tenido bastante que ver el numeroso público francés que había en la sala.

El músico, de origen libanés y afincado en el país vecino, se ha llevado la primera ovación cuando aún no había tocado una nota, en el mismo momento en que hacía acto de presencia en el escenario, hoy con un montaje lumínico espectacular para lo que suele ser habitual en estas sesiones.

Maalouf, muy bien respaldado por François Delporte (guitarra), Eric Legnini y Frank Woeste (teclados), Stéphane Galland (batería), Antoine Guillemette (bajo), y Yann Martin, Youenn le Cams y Martin Saccardy (trompetas), ha planteado un concierto desbordante y supevitaminado, tanto que sin dejar calentar a la audiencia la ha puesto a cantar en el primer tema y a bailar en el segundo.

Este joven, hijo de músicos y sobrino del escritor Amin Maalouf, que está considerado uno de los nuevos talentos del jazz europeo, ha montado un verdadero fiestón, con visitas al rock y a la música popular árabe.

Ha revolucionado al repleto auditorio, lo que ha dejado poco espacio a la quietud que, no obstante y aunque poca, también ha habido.

En “Noamde Slang”, uno de los mejores temas de la velada, se ha sumergido en un solo prodigioso, como una sutil llamada del muecín a la oración.

Ha ocurrido también en “Essentielles”, de su álbum tributo a la mujer “Red & Black Light”, y en algún temas más. Momentos de calma seguidos de subidones épicos que han enardecido a la audiencia. ¡Y cómo!

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