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La U Street, el “Broadway negro”, quiere conservar sus últimos acordes

La U Street, el "Broadway negro", quiere conservar sus últimos acordes

EFE

Washington —

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La calle U Street, eje de un popular barrio de Washington conocido como el “Broadway negro”, por donde pasaron leyendas del jazz como Duke Ellington, quiere conservar los últimos acordes de una época marcada también por la lucha racial, antes de que se extingan las voces de sus protagonistas.

Esta es la labor que ha iniciado Kelly Navies, investigadora de la biblioteca Martin Luther King en Washington DC, historiadora y amante de la música, que está recopilando los relatos de los vecinos del barrio, algunos octogenarios, para que sus memorias no se evanezcan.

El barrio, asociado a una imagen en blanco y negro de locales llenos de humo y bullicio en los que sonaban las notas del piano de Ellington o voces como las de Ella Fitzgerald y, décadas más tarde, las de James Brown o Marvin Gaye, “fue mucho más”, asegura Navies en entrevista con Efe.

Durante medio siglo la U Street fue el corazón comercial y cultural de los afroamericanos que vivían en Washington, un espacio vibrante en el que podían vivir con cierta normalidad, pese a la separación racial impuesta en todo el país, también en su capital.

Navies, que fue profesora de historia en Chapel Hill (Carolina del Norte), señala que desde que acabó oficialmente la esclavitud en 1850 hubo un periodo de tiempo, antes de que comenzara en 1890 la segregación, en el que los afroamericanos comenzaron a ir a la escuela pública.

“Inicialmente la segregación no era legal, así que aquellos primeros afroamericanos libres empujaron para conseguir educación, sus propias casas”, lo que dio lugar a una clase educada de afroamericanos que empezó a germinar en la capital del país.

Cuando la segregación se hizo legal, esas personas “no tuvieron otra opción más que desarrollarse aquí”.

En 1920, había más de 300 negocios de propiedad de afroamericanos en este enclave, tres cines, clubes nocturnos (a los que también acudían blancos), salones de baile, pero también dentistas, abogados y comerciantes afroamericanos.

Fue allí donde nació en 1899 Ellington, compositor, pianista y director de grandes orquestas de jazz, quien acabó mudándose a mediados de los años veinte a Nueva York para continuar carrera en clubes como el “Cotton Club”, pero nunca dejó de visitar su ciudad.

Entre los recuerdos encapsulados en este proyecto están los de Jannine Clark, de 86 años, quien relata que el primer concierto de su vida fue uno de Ellington en el teatro Howard, reinaugurado en 2012, tras años de abandono. Su madre le contó además que el músico solía tocar en las fiestas que hacían los jóvenes de la época.

“Cuando intenté llevar a mamá a ver a Duke Ellington casi al final de su vida me dijo 'no, le quiero recordar como era de joven, vestido elegantemente'”, confiesa entre risas la anciana, quien también fue testigo del famoso concierto que dio la contralto Marian Anderson desde las escaleras del monumento a Lincoln en 1939.

Navies quiere preservar no solo la música, sino el ambiente cultural y la vida social, busca a cualquiera que estuviera envuelto de alguna manera, como espectador, detrás del telón o que como vecino del barrio tenga alguna anécdota que compartir.

“Desde los años veinte hasta los sesenta, ese era el lugar”, asegura Navies.

Entre los relatos que ha recogido está el de Sandra Butler, de 74 años, quien comentó por casualidad casi al final de su entrevista con la historiadora que fue compañera de Marvin Gaye en el coro del instituto.

“Nos sentábamos al lado”, dice la septuagenaria, que recuerda a Gaye como “un hombre muy interesante, muy callado, que ya sabía que quería dedicarse a la música”.

Por aquella época, el artista tocaba varios instrumentos, “tenía mucho talento” y Butler, que ya no vive en el barrio, asegura que “cuando empezaba a cantar, cantaba maravilloso”.

La U Street fue también epicentro de las revueltas raciales en los años sesenta y uno de sus establecimientos, el “Ben's Chili Bowl”, regentado por el matrimonio de inmigrantes procedentes de Trinidad, Ben y Virginia Ali, se convirtió en un símbolo durante las protestas de 1968 tras la muerte de Martin Luther King.

La conversación con Virginia Ali -su esposo falleció en el año 2009- es uno de los testimonios que tiene pendiente de grabar Navies, quien asegura que “captar estas historias ahora es crucial”.

Elvira Palomo

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