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Tom Burns asegura que le sorprende la insistencia de que España es un país diferente

Tom Burns asegura que le sorprende la insistencia de que España es un país diferente

EFE

Madrid —

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En los años 60 se escogió el lema de “España es diferente” para atraer a los turistas. Pero, ¿qué hay detrás de esta idea?. Tom Burns Marañón se encarga de responder a esta pregunta en “Hispanomanía”, donde defiende que nuestra visión está fuertemente determinada por “la mirada del otro”.

El autor (Londres, 1948), de raíces hispano-británicas, desvela en este ensayo, reeditado por Galaxia Gutenberg catorce años después de su publicación, las peculiaridades del abanico de escritores ingleses que viajaron a España en los siglos XIX y XX y que acuñaron la imagen de un país “diferente y excepcional”, como afirma en una entrevista concedida a Efe.

Un rasgo que los españoles han acogido como propio y han explotado a lo largo de los años, lo que particularmente, “le sorprende”, y achaca al “papanatismo” del país: “Aquí, basta con que algo se diga fuera para que se eleve a categoría”, asegura Burns.

La mayor novedad de la reedición es la presencia de un “prólogo para franceses”, en el que Burns ha añadido la visión de un grupo de autores galos.

Las vivencias y testimonios de Théophile Gautier, George Sand y Maurice Legendre, explica el autor, otorgan una mayor claridad en esa “panorámica” de los tópicos españoles, ya que traen nuevos matices, condicionados por la proximidad geográfica: “Por vecindad, la mirada de los franceses puede ser más entusiasta o más miserable que ninguna”.

En el siglo XIX, indica Burns, se creó a través de estas visitas literarias el estereotipo de la España “romántica”, un país “atrasado, primitivo y rural, en el que todo puede ocurrir”, y habitado por un “pueblo noble e indomable”, en el que destacaban sus “cigarreras, Cármenes, bandoleros y arrieros”,

Todo ello influyó en la creación de unos “cánones literarios” que se reflejan en los posteriores trabajos de Ernest Hemingway, George Orwell o Gerald Brenan, quienes llegaron ya en el siglo XX “buscando algo que ya tenían preconcebido”.

“Lo que les interesaba era la idea de conocer un país ancestral y exótico”, señala Burns a la hora de hablar de esos “curiosos impertinentes”, como él los llama en su obra.

A pesar de su entusiasmo, los autores contagiados por esta “hispanomanía” se integraron muy poco en la sociedad de entonces: “La idea principal es que el extranjero en España hace rancho aparte”, subraya el escritor, quien únicamente salva a Legendre de la generalización.

Sabe que “la historia rima y siempre se reproduce”, pero también que el tiempo es lo único que puede ir diluyendo los tópicos.

Para empezar, las nuevas generaciones encaran los estereotipos de una manera diferente, y cada vez distan más de ese personaje de “Por quién doblan las campanas” que defendía que “como España no hay otro país”, pero que a su vez confesaba que “ni había estado en otro sitio, ni quería hacerlo”.

“Eso ya no se da”, a juicio de Burns, porque “los jóvenes de hoy en día viajan”. “Las cosas han cambiado muchísimo, y van a cambiar mucho más”, augura el autor.

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