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Haim: Days are gone

Haim: Days are gone

Javier Pulido / Javier Pulido

Madrid —

Disco de la semana: Haim -Days are gone-

Days are goneLa blogosfera más trendy descubrió a Fleetwood Mac y la conciencia culpable le ha llevado a absolver por arte de birlibiloque los sonidos de la radiofórmula más rancia de los 80, de Phil Collins a Bangles. O eso parece a tenor de las críticas unánimente entusiastas que ha despertado el debut de las californianas hermanas Haim. Days are gone es un compendio de las atrocidades sonoras cometidas durante el periodo: arreglos hipertrabajados, sintetizadores melifluos, desganadas líneas de bajo y empalagosas letras que hablan de corazones rotos.

Tan sedante e inofensivo como una sobredosis de Kiss FM en una tarde de oficina. Ni rastro del hair-metal que alguna reseña parece detectar, pero sí toneladas de aséptico pop-rock viejoven con estribillos más tarareables que memorables, como Falling o If I could change your mind. También interrumpen el bostezo My song 5, con esa guitarra grasienta que no incomodaría a los fans de The Black Keys y la balada R&B Go Slow, que al menos presentan algo de garra e inventiva. Si este va a ser el nuevo revival uno prefiere que se reivindiquen las producciones de Stock, Aitken & Waterman, que al menos eran más divertidas.

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Canción de la semana: Kurt Vile -Feel my Pain-

Feel my PainA Wakin on a pretty daze, la maravilla de folk-rock perezoso y lisérgico con la que Kurt Vile se colocará en todas las listas de lo mejor del año, le ha salido un hermano pequeño en forma de EP de siete canciones -It's A Big World Out There (And I Am Scared)- con el que el ex-The War on Drugs confirma su actual estado de gracia. Feel my pain fue una de las canciones que más quebraderos de cabeza le dio del lote. Vile se obsesionó tanto con el tema que no paró de revestirlo con ropajes de chamber-pop y ensayar mil arreglos que encajaran. El hartazgo le llevó a deshuesarlo y presentarlo lo más desnudo posible.

Mejor así. Feel my pain es una doliente canción-río sostenida por una caja de ritmos y una melodía acústica en espiral que se sitúa entre la belleza mortuoria del Kid of Harith de Will Oldham y la lánguida belleza de los temas J. Mascis en sus aventuras al margen de Dinosaur Jr. Son palabras mayores, pero es que Vile ya hay que compararle con los clásicos.

Clásico de la semana: Elliott Smith -XO-

XO1998 tenía que haber sido el gran año de Elliott Smith: el cantautor de Nebraska firmaba con un sello grande, DreamWorks Records, y su figura pasaba a ser de dominio público, tras su nominación a los Oscar por Miss Misery, canción inédita incluida en la banda sonora de El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997). Por desgracia, fue también el año en que su mente se desmoronó, incapaz de enfrentarse a una depresión severa de la que no se llegaría a recuperar nunca. El salto a las grandes ligas no modificó un ápice el personal estilo de Smith -voz quebradiza y preciosas melodías acústicas que nunca aparecen en primer plano-, pero le permitió adornar sus delicadas canciones con vientos, preciosos arreglos de cuerda y hasta loops de batería. Tal vez eso explique que las influencias clásicas que nunca escondió (de Brian Wilson a The Beatles, pasando por el Paul Simon pre-Graceland) aparezcan de forma evidente en canciones como Bled White o Baby Britain.

Sin ánimo de sobreinterpretar, las letras de XO son un reflejo de su atribulado estado de ánimo: los lamentos autodestructivos -“Siempre me siento una mierda, no sé por qué”, musita en I didn´t understand- se alternan con ensoñaciones en las que busca mudar literalmente de piel para salir del hoyo, como Bottle up and explode! En XO también salen a la luz un buen número de traumas no resueltos de infancia. Sin ir más lejos, la estremecedora Waltz 2 recrea los abusos paternos que Smith sufrió cuando era niño. Ni siquiera los fans se ponen de acuerdo en cuál es el mejor disco de Elliott Smith -ninguno baja el nivel-, pero ahora que se cumplen diez años de su muerte en extrañas circunstancias, es imposible no acordarse de la trágica belleza de XO. Se le sigue echando mucho de menos.

Videoclip de la semana: Dizzee Rascal -Love this town-

Antaño estrella del grime, hoy superestrella mediática. Poco o nada queda de aquel jovencísimo rapero que en 2003 se alzó con el Mercury Prize. A golpe de lanzamiento discográfico y cameo televisivo Dizzee Rascal se ha convertido en risueño icono del pop que le cae bien a toda la familia. Habrá quien a estas alturas cuestione su “autenticidad”, pero nunca se le podrá discutir el sentido del humor ni la capacidad para reírse de sí mismo. En el divertido videoclip Love this town le vemos encabezando una pandilla de malotes encapuchados a punto de liarla parda.

Por momentos, parece que vamos a asistir a una recreación comprimida de los violentos disturbios de agosto de 2011 en Londres. Dos minutos después, los sicarios de Rascal se deciden a pasan a la acción y se entregan con furia... a la limpieza de escaparates, rescate de gatitos y soporte emocional de ancianitas. Una lástima que una molesta capa de azúcar final -ojo al baile con la policía local- diluya la carga de ironía del vídeo.

Festival de la semana: Festival Internacional de Jazz de Barcelona

Comenzó el pasado 19 de octubre, pero lo mejor del 45º Festival Internacional de Jazz de Barcelona está aún por llegar. Más de un centenar de conciertos y actividades en una veintena de espacios de Barcelona y Sant Cugat del Vallés. En la programación pesa mucho el recuerdo del recientemente fallecido Bebo Valdés. El homenaje vendrá el 29 de octubre en forma de concierto de tres horas de su primogénito Chucho y los Afro-Cuban Messengers. También estaría feo perderse a ACS, la entente formada por Geri Allen, Terri Lyne Carrington y Esperanza Spalding, el homenaje a Gershwin del pianista Alfredo Rodríguez o la Orquesta Simfònica del Vallès dirigida por Rubén Gimeno releyendo a Frank Zappa. Fuera de los cauces jazzísticos, pero igualmente recomendables serán los conciertos de Tindersticks y John Grant, siempre emocionantes, y el homenaje de Martirio y su hijo Raúl a Chavela Vargas.

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