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Soy rebelde porque el cine me ha hecho así

"Imaginarios de Juventud" Ciclos de cine y conferencias en La Casa Encendida

Mónica Zas Marcos

¿Qué mueve a los adolescentes? Aparte de la constante primavera hormonal, es una de las cuestiones más complicadas y divertidas de la humanidad. Y como casi todos los grandes interrogantes sobre la faz de la Tierra, se ha convertido en tesis cinematográfica y en columna vertebral de varias películas. De hecho, tres son los títulos fundacionales en los que Hollywood ha capturado el demonio adolescente en la gran pantalla: el Salvaje de Marlon Brando, Semilla de maldad de Glenn Ford y, por supuesto, el Rebelde sin causa con el bello y torturado James Dean.

Sobre estas tres joyas de los años cincuenta, Truffaut irradió las principales teorías culturales que ahondan en el microcosmos adolescente: la socióloga -Laslo Benedek-, la reformadora -Richard Brooks- y la poética de la soledad moral -Nicholas Ray-. Estas tres fuentes de pensamiento se mezclarán con el hedonismo, la política y las subculturas a partir de hoy en un ciclo de cine y conferencias audiovisuales en La Casa Encendida.

El ciclo se celebrará desde este martes 3 de junio hasta el 30 de agosto, y la entrada a todas las actividades de la agenda tendrá un precio de tres euros.

Imaginarios de Juventud analiza la transformación de la juventud a través de las proyecciones de títulos de Karel Reisz, Matt Wolf, Jean Luc Godard o Andrew Bujalski, entre muchos otros, todos los martes de junio y los sábados de julio y agosto. Además Nacho Moreno, Roberto Herreros e Isidro López, Luis López Carrasco, Lucía Lijtmaer y Ernesto Castro desmontarán y cortocircuitarán los diferentes imaginarios y sus figuras a base de desparpajo crítico y sentido del humor con sustancia.

Déjese convencer por los expertos

Las jornadas abrirán sus puertas este martes con la proyección del extraordinario documental de Matt Wolf, Teenage, basado en el ensayo homónimo de Jon Savage sobre los orígenes de la juventud desde finales del XIX hasta 1945. La adolescencia concebida como un invento de posguerra, noción que ha permanecido hasta nuestros tiempos.

La primera conferencia tendrá lugar el 10 de junio de la mano de Roberto Herreros e Isidro López, y fluirá a través de la música, concretamente del punk. Jóvenes sublebados contra la juventud, analizará cómo a ritmo de punk y hardcore, de reggae y dub, la juventud empezó a disfrutar de un enfoque político y un estilo de vida muy distinto del de sus padres.

El 17 de junio, Nacho Moreno, crítico cultural y autor del blog Palomitas en los ojos, analizará el origen del cine adolescente con el fenómeno blockbuster. A mediados de los años 70, Hollywood encontrará su propia fórmula mágica para salir de la crisis: convertir a los adolescentes en su target principal. Los jóvenes pasaron de ser un reducto residual de la sociedad, que sólo consumía cine de clase B en autocines, a ser el público central de las grandes productoras. Véase Tiburon, Star Wars o Top Gun.

Nacho Moreno: «En la década de los 80 se produjeron una serie de cambios radicales en el modo en que Hollywood vendía el cine y que llevaron no sólo al nacimiento del moderno blockbuster, el taquillazo que arrasa dos semanas y luego desaparece, cuyas estrategias de marketing provienen del cine de serie B, sino también a la glorificación de los temas de ese tipo de cine (como la ciencia ficción, el folletín espacial o los superhéroes) y a la glorificación de su espectador privilegiado: el adolescente. Las películas se empezaron a estrenar en los periodos vacacionales, sus historias convirtieron en atracciones de feria fácilmente adaptables a otros medios como los videojuegos y se creó un tipo de espectador privilegiado como es el varón norteamericano entre 13 y 22 años. Para Hollywood el descubrimiento de esa masa de espectadores supuso algo más que la consideración de un nicho de audiencia sino un ideal al que toda película debía aspirar no sólo por su capacidad de generar dinero sino también por su capacidad de generar ideología.

El espectador adolescente de Las Guerra de las Galaxias o Los Goonies es el espectador privilegiado de la época de Reagan o Thatcher, un espectador que vive en la abundancia de imágenes y significados, que elige entre la variedad falsa de los cines multisalas y que consume historias ideológicamente maniqueas, de buenos y de malos. Por eso me resultan tan antipáticos la invasión de remakes como Robocop o el Juez Dredd también eventos como Phenomena con sus sesiones dobles. Personalmente disfruto de un cine lleno de connotaciones anales como los Goonies, pero debemos recordar que junto a esos parques de atracciones de nuestra infancia estaban lloviendo piedras en la Inglaterra de Ken Loach o en la España de la reconversión industrial. Recordemos al menos las dos cosas. »

El 3 de julio, el pasado y futuro adolescente español de los años 80 se dará cita en la conferencia El mundo se acaba y otro no ha empezado todavía. La película de Luis López Carrasco, Futuro, será la encargada de defender esta tesis. Es una metáfora de la sociedad y la política española, que empieza con el discurso de Felipe González tras ganar las elecciones en el 82 y transcurre en una fiesta.

Luis López: «La conferencia parte de la propia experiencia que realicé personalmente al documentarme e investigar sobre la década de los ochenta con motivo de la preparación del rodaje con El Futuro, que dirigiría en 2012. Me parecía que de los años ochenta se habla mucho, constantemente, pero se dice siempre lo mismo. Nos relacionamos con esa época bajo un filtro teñido de nostalgia, ya sea porque éramos niños, adolescentes o jóvenes adultos viviendo en un país recién nacido al ámbito democrático occidental. Sin embargo, si buceas en esos años, la información está muy restringida, puedes hallar o bien una retórica triunfalista sobre el milagro modernizador español o unos grandes éxitos del pop.

O manuales de Historia que glosan a los artífices de la Transición y encumbran a los altos mandos políticos a la categoría de grandes estadistas o luces de colores, lo pasaré bien, pipas, chicles y caramelos. Me sorprendió encontrarme con un vacío, una ausencia de relatos que no pertenecieran a las grandes instancias mediáticas hegemónicas. Me parece que la historia oral, personal y colectiva, de los ochenta está por hacer. En la charla quiero centrarme en si hay o no un verdadero cambio epocal en los usos, costumbres y valores de una juventud que entra en esa década con una mezcla de apatía y desencanto recubierto de necesidad de libertad, gozo, disfrute. Como, en el fondo, toda juventud desde entonces.»

El sábado 5 de julio, será el turno del cine adolescente para adolescentes de la década de los 90, cuando se convirtió en una franquicia en sí mismo. Lucía Lijtmaer será la embajadora de esta conferencia sobre el American way of life, cuyo máximo exponente son las películas de John Hughes. Sin embargo, la periodista ha elegido Una maravilla con clase, de Howard Deutch, para culminar la jornada de las subculturas y de la comedia romántica juvenil. Aquí sus razones:

Lucía Lijtmaer: «La elección de esta película tiene que ver con varias felices coincidencias: por una parte, fue una película que me obsesionó cuando la vi por primera vez, con trece años, y ya que se trata de un ciclo sobre la juventud, está bien también pensarlo desde la mirada del espectador. Contiene todas las teclas que debes pulsar para lograr emoción en el público femenino de esa edad. Tiene un triángulo amoroso, androginia a destajo, música pop y contiene, a su vez, todos los elementos clásicos de la comedia romántica adolescente de la década de los ochenta: el pasillo del instituto, las férreas capas sociales, el miedo al ridículo, etc.

Al revisitarla, se comprueba que es completamente transparente en lo que a dinámicas de clase se refiere: están las tensiones entre las aspiraciones familiares y los deseos adolescentes del consumo como vía de escape, la música como identificación, el espacio urbano como marca de clase...todo está ahí, y de la mano de la factoría de John Hughes, productor de la película, el cineasta más influyente del género en la década de los ochenta en adelante.»

Por último, el broche de estas conferencias audiovisuales lo pondrá Ernesto Castro y su Nerding is sexy el 12 de julio. El nerd encarna la ética del esfuerzo que, según Max Weber, anida en el viejo espíritu del capitalismo protestante, y ahora este concepto ha sido popularizado y vulgarizado por series como The Big Bang Theory. Sin embargo, cintas como Chess Computer y War Games, retratan como debe ser esas vidas a caballo entre los cimientos monásticos del sistema y la revolución como virtualidad. Por eso, Castro ha escogido la proyección de la primera para abordar este capítulo del ciclo.

Ernesto Castro: «Es un guiño a la campaña de publicidad de JotDown de promover la lectura entre los magnates del postureo sacando fotografías de gente guapa leyendo cosas raras en posiciones insospechadas; el epítome: Marilyn Monroe mirando fijamente la última página del Ulisses de James Joyce sobre un columpio. El subtítulo de mi ponencia (La gafapasta como mecanismo de distinción) subraya mi intención de analizar la apropiación hipster de la estética nerd como algo que antes molaba pero ya no porque se ha vuelto mainstream y nada auténtico el hecho de hackear sistemas informáticos y escribir artículos científicos sobre la galaxia z8_GND_5296.

Esto es: utilizo la forma hipster de escribir la historia en términos de decadencia (como las edades de Hesiodo: todo antes molaba, antes de volverse masivo) y la utilizo contra los propios hispters, vueltos hegemonía sociocultural hasta para Cristiano Ronaldo.»

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