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Annual, el desastre y los héroes a la fuerza

Annual, el desastre y los héroes a la fuerza
Madrid —

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Madrid, 2 jul (EFE).- El conocido como Desastre de Annual, cuyo centenario se cumple este mes de julio, es la mayor derrota militar española en tiempos modernos, una catástrofe en la que la cobardía y la ineptitud fueron parejas a actos de sublime heroísmo, algunos anónimos, como el que centra la novela “El prisionero de Annual”

El sargento Francisco Basallo fue uno de esos héroes a la fuerza, cuya historia cuenta su nieto, el periodista Alfonso Basallo, en esta novela, recién publicada por Planeta.

Basallo asume la técnica de la narración en primera persona para meter de lleno al lector en el foco de una situación límite, de una tragedia formada por una cadena de episodios incomprensibles desde la más elemental lógica militar y que costó la vida a más de 10.000 soldados españoles que fueron masacrados por las cabilas rifeñas lideradas por Abd el Krim.

Otros muchos, como el sargento Basallo, fueron hechos prisioneros y así permanecieron hasta enero de 1923, en penosas condiciones, mientras trataban de sobrellevar aquella situación como podían, en su caso aprendiendo a marchas forzadas unos rudimentarios primeros auxilios con los que poder ayudar a sus compañeros, e incluso a sus propios captores.

“Mi abuelo era una persona normal que fue llevada al límite. Fue un héroe a la fuerza, una persona pacífica, a la que no te puedes imaginar metido en una guerra”, comenta Basallo en entrevista con Efe, en la que califica lo ocurrido en Annual como “el Vietnam español”.

Sin tener ni la menor idea de medicina y con la ayuda que pudo obtener de un oficial de Sanidad Militar prisionero como él, Basallo aprendió a hacer curas, suturar (en vivo) heridas e incluso a amputar cuando las circunstancias obligaban a tal cosa, o a enterrar los cientos de cadáveres que jalonaban aquellos parajes y que eran los mejores testigos de lo ocurrido en ese verano de 1921.

El autor conoció y trató ampliamente a su abuelo, que falleció en 1985 a los 92 años de edad y de esas conversaciones - comenta en la entrevista- le queda el recuerdo de que “se sentía muy orgulloso de la labor humanitaria que hizo, tanto por curar a la gente como por enterrar cadáveres”.

Como dice Basallo en el prólogo de su novela: “El Desastre fue el resultado de una suma de corrupción, negligencia y errores militares y, como tal, estuvo jalonado de actos de cobardía e indignidad, pero también de algunas gestas heroicas”, como la de su abuelo, prácticamente desconocida hasta hoy.

Quizá la carga del Regimiento de Caballería Cazadores de Alcántara contra las harcas moras sea el episodio heroico más recordado de aquella enorme derrota que cambió el curso de la historia de España y, en último término condujo a la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y al final “de facto” del sistema de la Restauración.

Esa carga (o cargas, porque en realidad fueron varias, la última de ellas al paso o con los jinetes desmontados y llevando de la brida a sus extenuados caballos) posibilitó la retirada ordenada desde Annual hasta el cercano monte Arruit de un buen número de soldados de otras unidades.

Es prácticamente unánime la opinión de los historiadores acerca de los factores que condujeron a esta derrota: la corrupción, la falta de preparación de la gran mayoría de los soldados españoles (casi todos ellos reclutas que cumplían el servicio militar obligatorio en África), la carencia de suministros, la mala calidad del armamento y la temeraria arrogancia de algunos de los mandos, como el general Manuel Fernández Silvestre, comandante de las fuerzas españolas sobre el terreno.

Asuntos que contaron con todo detalle autores como Arturo Barea o Ramón J.Sender en sus novelas “La forja de un rebelde” e “Imán”.

En este sentido, Basallo señala que se menospreció el potencial y la capacidad militar de las cabilas rifeñas ante una eventual rebelión contra España y señala que se desestimaron los informes del coronel de la Policía Indígena Gabriel de Morales (también muerto en Annual) que aconsejaban prudencia “pues la situación se había tornado peligrosa”.

Silvestre, cuyo cadáver nunca fue reconocido por lo que circulan diversas versiones sobre su final (desde que se suicidó al verlo todo perdido, hasta que murió a manos de los rifeños u otras más extravagantes que indican que consiguió huir y refugiarse en algún poblado del Rif sin ser reconocido) era un militar valeroso pero demasiado impulsivo, “imprudente y temerario” en palabras de Basallo.

En este sentido, afirma el autor, hay que añadir que Silvestre era amigo del rey Alfonso XIII, “que le dio alas”, tal vez demasiadas, lo que propició que no hiciera caso a los consejos de sus subordinados que le pedían prudencia.

El sargento Basallo fue liberado con otros 300 compatriotas tras año y medio de cautiverio que concluyó con el pago de 4 millones de pesetas de la época y mediante las gestiones realizadas por un singular personaje, el millonario empresario vasco Horacio Echevarrieta, republicano pero amigo de Alfonso XIII; con intereses en las minas del Rif, y que además fundó y fue propietario del periódico “El Liberal”, de Bilbao, en el que escribió el dirigente socialista Indalecio Prieto.

Fernando Prieto Arellano

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