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El Archivo de los Carmelitas en Roma, un “taller” de pergaminos centenarios

El Archivo de los Carmelitas en Roma, un "taller" de pergaminos centenarios
Roma —

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Roma, 26 jun (EFE).- Más de mil pergaminos centenarios resisten al paso del tiempo en el Archivo General de la Orden de los Carmelitas en Roma: bulas y privilegios papales, cartas o reliquias que datan desde el siglo XII son de acceso público para estudiosos y curiosos en este edificio a pocos pasos del Vaticano.

Pero, con cientos de años de historia, los pergaminos no podrían haber llegado hasta hoy sin el trabajo de los conservadores que rellenan sus faltantes o “lagunas” con precisión de cirujano, como muestra a Efe la española Eulalia Ramos, una de las restauradoras que han colaborado con la orden religiosa en los últimos años.

Acaba de terminar la conservación de varios documentos mediante el proyecto CEI-Ar, mediante el cual la Conferencia Episcopal Italiana ofrece ayuda económica a parroquias y órdenes religiosas para que restauren su patrimonio, explica.

Entre los pergaminos en los que ha trabajado, la pieza más importante es un privilegio del año 1122 firmado por el papa Calixto II.

Todos los pergaminos solemnes como este se reconocen fácilmente, ya que tienen la misma estructura y acaban con un doblez o plica, cosida con hilo de seda en la parte inferior, de la que cuelga el sello o bula papal de plomo que avisa de la relevancia del documento.

La Cancillería Pontificia era la encargada de redactar los privilegios, que se validaban con la rota y el monograma “Bene Valete” -los sellos de entonces- y con la firma del papa.

El objetivo de la conservación es que el documento dure más años y pueda seguir estudiándose, aunque “todo aquello que no sea necesario para la supervivencia no se toca”, asegura Ramos.

Los únicos añadidos son los “injertos”, realizados con papeles japoneses de pH neutro y de tonalidad similar a la de los pergaminos que se adhieren a ellos para cubrir sus “lagunas” y evitar que estas aumenten y que los documentos continúen deteriorándose.

Aunque la “laguna” esté justo en el medio de una palabra, el “injerto” solo cumple con su función de refuerzo del soporte y en ningún caso sirve para completar información faltante.

Siguiendo la misma máxima de la mínima intervención, Ramos explica que algunas imperfecciones se dejan tal y como están, sin corregirlas, para “evitar que las intervenciones sean la causa de futuros daños”.

Son los llamados “depósitos coherentes”, que atestiguan la historia del documento, pues pueden ser desde marcas del animal con cuya piel se hizo el pergamino hasta defecaciones de las termitas con las que alguna vez compartió cajón.

En cambio, los “incoherentes”, como el polvo, se retiran con sumo cuidado.

Tras un análisis exhaustivo de la obra y la pertinente documentación fotográfica, se decide cómo limpiarla: en seco o por vía húmeda. Para la limpieza en seco se usan espátulas o puntas de bisturí, y para la húmeda, etanol o alcohol etílico.

Además del privilegio, Ramos enseña a Efe otros de los documentos con los que ha trabajado, como breves apostólicos, cartas o reliquias, llamadas así por ser autoría de un santo.

Gracias a este minucioso proceso, afirma la conservadora, la vida de los pergaminos se alarga para que puedan seguir ejerciendo su papel como fuente de documentación histórica.

El Archivo General de la Orden de los Carmelitas, instituido en el año 1593, está abierto, bajo solicitud previa, a estudiosos de historia religiosa, derecho y diplomacia o a cualquier curioso.

La institución reúne materiales provenientes de conventos carmelitas de todo el mundo y recibe también donaciones, al tiempo que se afana, como un taller, en la restauración de sus pergaminos centenarios.

Mercedes Ortuño Lizarán

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