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“Me arrolló el exceso de información”: silenciar el ruido para no sufrir

Un hombre revisa su teléfono.

EFE

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El consumo de información ha crecido de manera exponencial durante el estado de alarma por la crisis sanitaria del coronavirus, pero cada vez son más los ciudadanos que necesitan desconectar de esta sobreabundancia de noticias debido a la saturación, la ansiedad e incluso el miedo que les generan.

Confinados y con una crisis sanitaria sin precedentes, los españoles han incrementado su consumo de televisión y el visionado de informativos a niveles de récord. Al visionado de noticieros, la escucha de la radio y la lectura de diarios se suma la cantidad de información -no siempre veraz- que viaja por las redes sociales.

Durante la primera quincena del estado de alarma, más de 41 millones de personas vieron los noticieros en España, lo que supone un crecimiento de 2,5 millones respecto al mes de febrero de 2020.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido como “infodemia” ese exceso de información sobre un tema en el que gran parte son bulos o rumores que dificultan que las personas encuentren fuentes y orientación fiables cuando lo necesiten.

Algunos, preocupados y cansados por la sobreinformación, han decidido aislarse y limitar los estímulos informativos para proteger su salud mental.

“He reducido mi dieta informativa de forma radical, al mínimo, porque mi cabeza tiene que estar en perfectas condiciones. La capacidad de enganche y contagio de la información, más en estos tiempos en los que se persigue el impacto, es muy peligrosa”, explica Marce.

“Mi objetivo es que mi cabeza y mi salud no se dejen arrastrar por todo lo que hay a mi alrededor. A mí toda esa información me afecta mucho, me genera ansiedad, escuchar simplemente el titular de los muertos y los infectados a mí me destruye”, precisa.

Marce, que vive solo, subraya que le asustaba y preocupaba que el exceso de información lo arrollara y condicionara y que incluso ha pedido a sus allegados que no le cuenten noticias del mundo exterior.

“Me enganché a la radio y tuve que dejarlo porque estaba todo el día sufriendo. Tengo la capacidad suficiente para imaginarme la tragedia que estamos viviendo, pero esa incertidumbre de no saber qué va a pasar me da miedo”, asevera.

Mantiene abierta “una pequeña ventana al mundo para no vivir fuera de la realidad”, pero expresa que ahora lo fundamental es dormir, leer, escuchar música y hablar por teléfono con sus seres queridos: “Estoy al tanto de lo que le pasa a la gente”.

También ha optado por darle prioridad a llamar a sus allegados Víctor, un enfermero de Córdoba que en los comienzos de la pandemia se contagió del “acelerón” informativo y la preocupación y vio cómo esto llegó incluso a cambiarle el carácter.

“Me informé muchísimo y llegó un momento en que me vi cambiando la actitud, incluso aconsejando a mi supervisor, y me sentí sobrepasado. Tenía la vista cansada, la actividad de mi móvil aumento en más de un 68 %...”, lamenta.

Y entonces adoptó la determinación de reducir su consumo de información y también el uso de las redes sociales porque no podía más con ese “bombardeo”: “Estoy conectado con la familia y cribo mucho la información que leo, sólo local para saber cómo evolucionan aquí los casos con respecto al resto de lugares”.

Dice que ese límite le ha ayudado muchísimo mentalmente y que prefiere escuchar la voz de sus seres queridos a enviarles un mensaje: “Nos oímos y eso nos tranquiliza. Verbalizamos cómo nos sentimos”, destaca.

La reflexión se hace muy difícil en ese contexto de rapidez, estadísticas, comparecencias múltiples, bulos, memes,...

Guillermo hace una semana que no ve un informativo, sólo lee titulares una vez al día y no descarga ni imágenes ni vídeos que le lleguen al teléfono porque “es brutal lo de los bulos”.

Le espanta, detalla, “el discurso emotivo de los presentadores”, huye del sensacionalismo y del amarillismo y pide a los medios de comunicación “responsabilidad y practicismo”.

“Con los titulares de la prensa escrita es suficiente. Si se publican medidas en el BOE, me lo leo, y sigo las medidas recomendadas por Sanidad y por el Gobierno. Así estoy tranquilo”, zanja.

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