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Centro para la Belleza Política: un think tank artístico y humanitario

Trabajo de rescate a Lethe. Foto: Wikipedia

Salvador Martínez Mas

Buena parte de la sociedad alemana está volcada estos días en dar una acogida digna a los miles de refugiados que llegan a Europa. Las muestras de apoyo a los inmigrantes que entran en el país de la canciller Angela Merkel no es algo que haya surgido de la nada. Factores históricos, políticos y sociales explican la solidaria reacción de la mayoría de los ciudadanos germanos. Entre las causas, sin embargo, también figuran las que son de orden artístico. Porque, a nivel humanitario, los artistas del denominado Centro para la Belleza Política (ZPS, por sus siglas en alemán) han estado largo tiempo en Alemania removiendo conciencias y recordando el drama de quienes emigran.

“Europa y la UE se ven a sí mismas como el lugar más humanitario del mundo pero tiene las fronteras más mortales de la historia de la humanidad”, dice a eldiario.es Stefan Pelzer, uno de los responsables del ZPS. Esta organización, aunque lleve un nombre casi propio de think tank, reúne artistas salidos de innumerables disciplinas decididos a meter en la agenda de los políticos los asuntos humanitarios más urgentes. Lo hacen a través de acciones muy significativas, como aquella de este verano en la que enterraron en Berlín a una mujer siria de 34 años fallecida cuando trataba de llegar a Europa. Su cuerpo ya reposaba en Italia, pero, con el permiso de la familia, fue exhumado y llevado a la capital más influyente de Europa para ser de nuevo enterrada, un gesto con el que señalar a la población germana un drama que todavía hace titubear a Europa.

Vienen los muertos, se titulaba esa acción, enmarcada en un conjunto de intervenciones artísticas ocurridas en Berlín. En otra de esas acciones, frente al Bundeskanzleramt, la sede de la Cancillería, se levantó un cartel que aparentaba a la perfección ser información oficial y en el que se daba cuenta de la intención de la UE de crear un campo santo dedicado a los fallecidos en su entrada ilegal a Europa.

La ubicación del panel era en sí una protesta contra el Gobierno: frente al edificio donde Angela Merkel tiene su despacho. La señal, en realidad, había sido creada por el ZPS para denunciar la política alemana y comunitaria en materia de asilo e inmigración. En el cartel, junto a las banderas de la UE y de Alemania, podía leerse “Aquí construye la Unión Europea. Cementerio Tounami Samake. El migrante desconocido”. También aparecía en el cartel una gran fotografía del ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, y los escudos de su ministerio junto al del Gobierno alemán y el de Frontex, la agencia comunitaria para la gestión de las fronteras.

Desarrollando un “humanismo agresivo”

Según Pelzer, este tipo de acciones, muy seguidas por los medios de comunicación germanos, son particularmente importantes en el país bávaro. “Alemania es un país con una agenda muy conservadora, a la gente le gusta cerrar los ojos, por eso nosotros buscamos enfrentar a la sociedad con los problemas y tratar de responsabilizarla”, asegura el responsable del ZPS. Pelzer forma parte del equipo que desde hace seis años lidera Philipp Ruth, un filósofo especializado en acciones artísticas además de activista de renombre. Sus acciones desarrollan lo que estos militantes han venido a llamar “humanismo agresivo”.

Cuando hay una acción, los responsables de este think tank humanitario adoptan una apariencia muy particular, ensuciándose la cara de negro. En general, para sus acciones, suelen contar con la colaboración de actores profesionales que encarnan el mensaje de protesta del ZPS. “Ruth y yo no hablamos mucho con la prensa, utilizamos a un actor que dice lo que queremos que diga y que se hace responsable de hablar a los medios de comunicación”, explica Pelzer.

Durante un año y un lustro, el ZPS ha puesto sobre la mesa con sus acciones temas relacionados con genocidios, refugiados o los derechos humanos. De ahí la aspiración a convertirse en el “Greenpeace de los derechos humanos”, reconoce Pelzer. “Entre los grupos de ayuda humanitaria, como Amnistía Internacional, los hay que investigan y que publican cosas, pero no hacen nada más espectacular; Greenpeace, en su defensa del medioambiente, ocupa plataformas petrolíferas, son más radicales y actúan, esa es nuestra dirección”, aclara el responsable del ZPS.

En este sentido, el ZPS ya se ha ganado cierta reputación. Tobias Timm, reportero especializado en arte del semanario liberal Die Zeit, ha destacado al ZPS por los “drásticos medios” con los que actúa. Por ejemplo, antes de que el Gobierno germano visualizara el acoger a 500.000 refugiados anuales -algo que ha hecho sólo recientemente-, en el ZPS lanzaron una campaña de ayuda destinada a 55.000 niños sirios de los 5,5 millones de menores que UNICEF ha identificado como necesitados de “ayuda urgente”.

Un think-thank artístico con mucho peso

Ruth y compañía emularon a través de una página web, anuncios para televisión, octavillas, pósters y cuadernillos una campaña del Ministerio de Familia en la que se invitaba a la acogida temporal de niños afectados por el conflicto en Siria. En esa acción contaron con la ayuda de Lammel y Kurt Gutmann, dos supervivientes del Holocausto judío de 90 y 87 años respectivamente. Ambos participaron en un programa de acogida de niños en el Reino Unido y del que se beneficiaron en tiempos de la Segunda Guerra Mundial unos 10.000 pequeños. El ruido mediático generado por la campaña llevó a los responsables del ZPS y a los Gutmann dentro de la Cancillería federal, para despachar con un responsable gubernamental sobre la cuestión de los refugiados.

En el lenguaje del ZPS, la Cancillería federal es el “bastión de Europa contra los refugiados”. Pero en vista de la actitud de los países del este de Europa, especialmente Hungría, parece que esos términos ya no corresponden tanto a la realidad alemana. En cualquier caso, si cambia el actual compromiso del Ejecutivo alemán respecto a los refugiados, es seguro que el ZPS volverá a acechar el complejo donde trabaja Merkel.

Entre tanto, este think-tank artístico tiene ahora el punto de mira puesto en la escena neo-nazi de Dortmund, uno de los sectores de la sociedad alemana que se niega a entrar en el actual consenso germano según el cual, ante la crisis de los refugiados, “ayudamos”. Con ese verbo ha dado recientemente uno de sus titulares más célebres el diario Bild. Este periódico populista es uno de los mejores termómetros para medir el estado de la opinión alemana, entre otras cosas porque se vende a razón de unos 2,5 millones de ejemplares al día.

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