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La travesía del Van Gogh que se vendió en una granja por 4 libras y que ahora cuesta 15 millones de euros

Autorretratos de Van Gogh en la muestra 'Van Gogh Alive'

Miguel Mosquera

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En 1929, a las afueras de Stafford en la campiña inglesa de las West Midlands, un señor estaba en deuda con un proveedor de suministros agrícolas llamado John Holme. Como aquel señor no podía para pagar por el heno y la leche que había recibido de la granja de Holme, la deuda se saldó con la entrega de un cuadro. El lienzo, que mostraba a una campesina trabajando ante una modesta casa de campo, primero estuvo colgado en una de las habitaciones de la casa de Holme y después acabó cogiendo polvo en el desván. 

Holme falleció en 1952. Su hijo siguió al frente de la granja familiar hasta que en 1967 decidió retirase. Entonces, un mercader de ganado y de material agrícola de segunda mano organizó una subasta en la granja de los Holme. Entre el inventario estaba ese cuadro procedente del desván, y fue vendido por apenas cuatro libras. Se desconoce quién lo adquirió. Tampoco se sabe cómo acabó uno año después en un anticuario de poca monta al norte de Londres. Pero el caso es que en septiembre de 1968, un periodista italiano llamado Luigi Grosso lo compró por 45 libras.

El característico estilo de la pintura y la firma de Vincent en la esquina inferior izquierda, hasta entonces ignorada, no pasaron desapercibidos para Grosso, que ese mismo año había visitado una exposición sobre la obra de Vincent Van Gogh en Londres. 

Grosso recurrió al comisario de aquella exposición para verificar sus sospechas. ¿Acababa de descubrir una obra de uno de los artistas más famosos del mundo? El experto decía que no. Pero más tarde el lienzo fue sometido a un escáner que relevó una segunda pintura por debajo: se trababa de otra estampa campesina, la de un hombre labrando, muy parecida a una obra de Van Gogh de 1884.

El descubrimiento llevó el cuadro a manos de los mayores expertos sobre el pintor neerlandés y estos confirmaron el buen ojo de Grosso. Era, en efecto, un Van Gogh, datado en 1885 y bajo el título Campesina delante de una choza (Paysanne devant une chaumière)

En 1970, Grosso consignó el cuadro a Sotheby's y la emblemática casa de subastas lo vendió en Nueva York por más de 100.000 dólares al productor de Hollywood Joseph Levine. La obra regresó a Sotheby's en 1983 y fue adquirida por casi 400.000 dólares.

Su nuevo propietario era el coleccionista cubano Roberto Polo. Perseguido por las autoridades por desviar dinero de sus inversores, Polo se deshizo del Van Gogh dos años después. El cuadro había vuelto a cruzar el charco para recalar, una vez más, en Sotheby's, aunque esta vez en su sede londinense, donde fue vendido por 264.000 libras a un coleccionista canadiense. En 2001, el lienzo volvió a ser subastado vía Sotheby's en Nueva York por 1,7 millones de dólares y su anónimo comprador es el actual propietario. Aunque no por mucho tiempo. 

El cuadro está a punto de volver a cambiar de dueño. La persona que lo compró hace casi 20 años ha decidido venderlo mediante los marchantes de arte de la galería londinense Simon Dickinson, que llevarán el Van Gogh a la Feria Europea de Bellas Artes, en Maastricht, el próximo 7 de marzo. El valor de la obra está un tanto inflado con respecto a aquella subasta que tuvo lugar en una granja; ahora se espera que se venda por alrededor de 15 millones de euros. 

No sería posible conocer los detalles de la peculiar historia de este cuadro si no fuese por el trabajo de investigación de Martin Bailey, reconocido experto de la obra y biografía del artista. Bailey ha sido comisario de tres exposiciones sobre Van Gogh y es el autor de varios libros sobre su vida, entre ellos Starry Night: Van Gogh at the Asylum (que cubre el período que el pintor pasó en el asilo de Saint-Rémy).

Bailey también escribe para la publicación The Art Newspaper, en la que recoge historias sobre el pintor pelirrojo en un blog semanal llamado Adventures with Van Gogh. A principios de febrero, el experto publicó un artículo en el que añadía detalles inéditos a la historia detrás de Campesina delante de una choza

Intrigado por el hecho de que Grosso hubiese dado con el cuadro en un anticuario cualquiera, Bailey quiso saber cómo había acabado ahí. Primero logró contactar con Grosso y después empezó a enlazar contactos y registros hasta dar con los nietos del granjero Holme. La gran incógnita que plantea su artículo, todavía sin resolver, es cómo llegó el cuadro al área de Stafford en primer lugar. Por aquel entonces, Van Gogh todavía no era conocido y no existe ningún registro que demuestre que había vendido alguna obra a algún coleccionista inglés. 

“La historia del cuadro y su procedencia es fascinante. Si de verdad llegó a Inglaterra en los años 20, se trata de uno de los primeros Van Gogh en haberse vendido en Reino Unido. Pero es la calidad del cuadro lo que realmente importa; es el lienzo más grande, más colorido y más acabado de la serie de pinturas de casas de campo que Van Gogh hizo en 1885, cuando vivía con sus padres en la aldea de Nuenen, en el sur de los Países Bajos”, cuenta Bailey a eldiario.es.

“En términos financieros, los compradores pagarán por su calidad. Pero la increíble historia de su descubrimiento y la atención mediática que ha generado desde luego que atraerán a más posibles coleccionistas”, observa.

Este cuadro se venderá por un valor sumamente mayor al que tuvo en su día, pero no trascenderá como una de las obras más caras del artista, ni mucho menos, pues ya se han vendido hasta cinco cuadros suyos por más de 100 millones de dólares. Estas cifras hacen más irónico si cabe el famoso dato de que Van Gogh solo vendiese una pintura en toda su vida. 

Desde que su única manera de capturar el mundo ganara gran reconocimiento en el siglo XX, todas las pinturas de Van Gogh han estado muy cotizadas. “Su mercado siempre ha estado al alza. En la última década, los precios han subido considerablemente. Un cambio importante ha sido la presencia en el mercado de más compradores de países como China, Corea del Sur o Japón, que han hecho que los precios aumenten”, explica el escritor. 

¿Cabe la posibilidad de que existan más cuadros de Van Gogh por ser descubiertos? “Todos soñamos con descubrir un Van Gogh”, afirma Bailey. “Por lo menos una vez a la semana me contacta alguien que se piensa que ha encontrado uno. Pero es muy raro que aparezca uno verdadero. Pasa una vez cada 30 años”. El Museo Van Gogh de Ámsterdam cuenta con un equipo de expertos que se dedican a comprobar la autenticidad de supuestos cuadros del artista. Campesina delante de una choza fue una de esas raras excepciones en las que las conclusiones dieron fruto a una feliz sorpresa.

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