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La bilbaína Alex Reynolds expone en el Guggenheim dos películas y un diapasón

La bilbaína Alex Reynolds expone en el Guggenheim dos películas y un diapasón
Bilbao —

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Bilbao, 19 feb (EFE).- Dos películas de corta duración, una de ellas rodada durante la pandemia entre Extremadura y Bruselas, y un diapasón que vibra continuamente son las propuestas de la exposición “Hay una ley, hay una mano, hay una canción”, de la artista bilbaína Alex Reynolds, que puede verse desde este viernes en el Museo Guggenheim Bilbao.

La muestra es la primera exposición de 2021 en la sala Film & Video, el espacio de la pinacoteca vasca dedicado al videoarte.

“La mano que canta”, la obra de 22 minutos que ocupa la galería principal de la sala, realizada en colaboración con la coreógrafa sueca Alma Södeberg, se estrena internacionalmente. “Nos parece todo un logro poder haber terminado la película y poder yo estar aquí”, ha dicho la artista bilbaína, que vive y trabaja a caballo entre Bruselas y Berlín.

Reynolds ha explicado que la intención inicial es que el filme estuviera rodado íntegramente en Extremadura, pero la pandemia trajo consigo dificultades para viajar antes del verano, por lo que tuvo que completarse durante cuatro días en Bruselas, donde ambas artistas se juntaron.

“Es una película que para mí tiene algo de milagroso haberla hecho en pandemia y que al final sea una película tan luminosa y tan musical”, ha reconocido la creadora.

“La mano que canta” la forman gestos, voces e imágenes conectados en el tiempo y que se mimetizan entre sí: Desde el proceso de extracción de la corteza del alcornoque extremeño para la recogida anual del corcho, hasta el acto de pelar una naranja con la tenue luz que proporcionan unas cerillas, pasando por lavar la mano de una persona o la retroalimentación que se produce entre el canto de la intérprete y los movimientos de sus manos.

Con esta obra, la artista se ha marcado el objetivo de “mirar, cuidar y prestar atención a la musicalidad dentro de una imagen o la imagen que puede generar una palabra”.

“Palais”, de 34 minutos, es la segunda de las propuestas visuales de la exposición, en la que la propia Reynolds recorre el Palacio de Justicia de Bruselas, “una especie de delirio de grandeza”, en palabras de la bilbaína, construido a finales del siglo XIX, “muy laberíntico, con salas que imponen y hacen que el cuerpo se sienta muy pequeño e intimidado”.

“Lo estuve recorriendo a lo largo de unos días, con una cámara muy pequeñita, y escondiéndome e intentando colarme por todos los lugares donde conseguía acceso”, ha contado Reynolds, para quien el edificio “tiene lugares un poco terroríficos, de ahí que haya momentos que recuerden a una película de terror”.

Para la artista, todos los “recovecos” del palacio, “diseñado para tener un efecto particular sobre el cuerpo”, que puede ser o bien de confusión o bien de intimidación, “pueden ser una caricatura de la aberración de la burocracia y del sistema legal”.

Por último, un diapasón (dispositivo en forma de horquilla que se emplea como referencia para afinar instrumentos musicales) que vibra en el aire de forma ligeramente perceptible se sitúa en la sala junto a la proyección de “Palais”.

“Es un diapasón modificado para que suene a la misma frecuencia de la voz de una persona que me es cercana”, ha dicho sobre la pieza, a la que ha llamado “Justine”, como la mujer en la que se ha inspirado.

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