Los evangelios según Marc Chagall

Chagall y La Biblia, instalada en la Sala Municipal de la Iglesia de las Francesas, muestra las obras bíblicas realizadas por el pintor bielorruso. La elaboración de estas litografías, grabadas al aguafuerte, fueron un encargo realizado por el galerista francés Ambroise Vollard quien, según la comisaria de la exposición, Marisa Oropesa, quería que Chagall hiciera “una Biblia para él”.

La creación de las obras se divide en una primera etapa, entre 1931 y 1939, en la que Chagall elabora 61 litografías, y una segunda etapa desarrollada en Francia entre 1952 y 1956 -tras ocho años viviendo en Estados Unidos- en la que el autor realiza 39 obras, y a quien Oropesa ha calificado como “uno de los artistas más importantes del siglo XX”.

Chagall pintó su primer Cristo en 1908, con 21 años, y la Biblia sirvió de inspiración para él, ya que según ha considerado Oropesa, “tenía una obsesión por la religión” porque se veía “reflejado por su judaísmo” y consideraba “similar”, la huida de Egipto del pueblo de Israel y el Holocausto judío.

“El libro más bello de la historia”

“El libro más bello de la historia”

Oropesa ha advertido de la importancia de la Biblia en la obra de Chagall, un libro que él calificaba como “el más bello de la historia”, al que se unió más tras la muerte de su mujer en 1944, y que ha convertido al artista en “maestro de esta pintura”.

En la exposición se muestran diferentes pasajes de la Biblia, realizando un recorrido por el Antiguo y Nuevo Testamento y pudiéndose observar una cronología histórica desde los inicios con 'La creación del hombre' o grabados referentes a la figuras de Noé y Abraham en obras como 'La paloma del arca' o 'Abraham llora la muerte de Sara'.

Posteriormente, el autor recuerda capítulos conocidos como 'La zarza ardiente' y sobre la figura de Moisés y su labor en 'Moisés salvado de las aguas', 'El pasaje del Mar Rojo', 'Moisés recibe las tablas de la ley', 'Moisés rompe las tablas de la ley' o el episodio sobre muerte, 'La muerte de Moisés'.

Tras esta etapa, Moisés cede el protagonismo a Sansón y su amada Dalila, y a los reyes David y Salomón en grabados como 'El juicio de Salomón', 'Saúl y David' o 'Salomón en el trono'.

También se incluyen ocho obras coloreadas a mano por Chagall con referencias a episodios bíblicos como 'David delante de Saúl' o 'El hombre guiado por el Eterno', y que sitúan a Chagall como “uno de los artistas que más grabados ha producido en este período”, según Oropesa.